Discriminación invisibilizada
SEÑOR DIRECTOR:
Hemos aprendido a identificar y condenar diversas formas de discriminación. Si es en contra de una mujer, lo llamamos misoginia o machismo; hacia una persona de otra raza, lo reconocemos como racismo. Sin embargo, existe una discriminación que permanece, en gran medida, normalizada: el edadismo.
Esta discriminación por edad, se da normalmente en contra de las personas mayores. Se emplea para describir actitudes y acciones que lo menosprecian o excluyen. Lamentablemente opera de manera legitimada por la costumbre.
Es hora de que empecemos a llamar las cosas por su nombre y a reconocer que estos prejuicios, a menudo sutiles, son profundamente dañinos. Necesitamos promover un cambio cultural donde cada individuo, independientemente de su edad, sea valorado. La edad no define el valor de una persona; son nuestras actitudes las que tienen el poder de hacerlo.
Consuelo Moreno
Directora ejecutiva de Fundación Grandes
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