“Que sigan naciendo en el campo y muriendo como elegidos en la plaza”: la relación de Andrés Calamaro y los toros
El argentino volvió a reflotar su relación con la tauromaquia en un show de este fin de semana en Colombia. Sin embargo, se trata de un vínculo de larga data y que le ha generado pifias y costos en su carrera.
La relación entre el cantante argentino Andrés Calamaro y los toros es un historial de larga data y siempre bajo contornos controversiales. En rigor, apoyar de manera tan fervorosa la tauromaquia -sobre todo desde que se instaló a residir en España en los 90- le ha traído profundos costos al Salmón.
¿El último ejemplo? Cali, Colombia, el pasado sábado 17 de mayo. Mientras el cantautor desplegaba su concierto como parte de su tour Agenda 1999, en la antigua plaza de toros de Cañaveralejo, se puso a imitar un torero con su chaqueta y luego empezó a hablar en favor de las corridas de toros, que fueron prohibidas por el Congreso de la República en Colombia en mayo del 2024.
“Quiero dedicar esta canción a todos los toreros, ganaderos, banderilleros y aficionados que se quedan sin trabajo, porque votaron para eso: dejarlos en la calle”, comentó en el espectáculo. Ahí empezaron las pifias y los abucheos generalizados del público.
Calamaro decidió abandonar el escenario en pleno recital, pero no sin antes lanzar una estocada: “Lo siento. Están cancelados y bloqueados. Hasta nunca”.
No ha sido la primera vez que uno de sus shows se ve alterado por el tema.
Calamaro y los toros, una relación áspera
En 2022, fue criticado por un sector del público durante su actuación en Lima por el mismo motivo. Después de interpretar el tema Los aviones, se dirigió a la audiencia para decir que “más al sur del Perú no hay nadie que entienda a los toros y a la salsa”, y a pesar de que la mayoría de los asistentes rompió en aplausos, se escucharon nítidamente los gritos de “¡tauromaquia no!“, acompañados de algunos abucheos. Al terminar el show, nada más retirarse Calamaro del escenario, la megafonía reprodujo la melodía de una pieza de música taurina que volvió a encender los ánimos, gente que salió del recinto al grito de ”¿por qué, Andrés?“.
Unos días después, la escena volvió a repetirse a su paso por Colombia. Según declaró al diario El Colombiano un asistente a su concierto en La Macarena de Medellín, el músico “empezó a decir que volvieran las corridas de toros a La Macarena en Medellín, a Cañaveralejo en Cali y a La Santamaría en Bogotá, que son ciudades donde él se va a presentar. Calamaro viene de presentarse en Manizales, ciudad amante de los toros, entonces pensó que seguramente en Medellín no lo iban a rechazar. Pero mientras daba su discurso todo el mundo lo empezó a abuchear”.
En abril de ese mismo año, Calamaro ya hizo algo parecido pero con más acento aún en su paso por México. En mitad de su concierto en la capital del país, tomó el micrófono y disparó: “Toros en México siempre tiene que haber, no permitamos que cierren la Monumental, si hace falta vamos todos a la puerta principal de la plaza. No podemos permitir la prohibición de los toros aquí, ni por política, ni por ideología y ni por oportunismo, ¡Vivan los toros en México!“. Nuevamente, como era de esperar, su arenga generó sentimientos encontrados en la audiencia, un debate espontáneo con muchos que decidieron pifiarlo.
Pero su defensa de la tauromaquia viene de mucho antes.
Cuando defendió la tauromaquia
En 2010, sorprendió a los espectadores de un programa de TV leyendo un alegato a cuenta de la prohibición de los toros en Cataluña: “Con solemnidad y no sin cierto pesar renuncio, con el estado televidente español de testigo, a mi status de progre, sospechado de rojo y librepensador. Renuncio a la progresía porque quiero corridas en Cataluña, quiero correrme en una Fiesta de arte y muerte, verte correrte de buena suerte, y es más, quiero que vuelva José Tomás en Barcelona de nuevo y no me muevo de mi respeto a las tradiciones y que los papelones los haga mi compatriota que juntó cuarenta firmas por la derrota de esta fiesta que pintaron Goya y Picasso y por si acaso no quedó claro, le aclaró mi buen Andreu, que hago culto por la libertad de culto y si prohibir es progesía y el progre es rabioso anti rojo, mi antojo es renunciar al progresismo ahora mismo. ¡Toros sí! ¡Toros sí!“.
“El nacimiento y la muerte no definen nuestro paso por la vida, tampoco la del toro bravo”, argumentaba el artista argentino en un post de Facebook en 2018.
“Morir en la plaza lo diferencia de las otras especies animales. Las que mueren en el frío tormento de un matadero, aquellas desgarradas por la dentellada de otro animal mas grande y con mas hambre, los insectos pulverizados por venenos, el propio hombre abrazado a una fe que se diluye en la proximidad de la muerte, el ateo que pide a dios por mas vida... Morir en un minuto, en apenas segundos, no es una mala forma de terminar; incluso los humanos acordaríamos con agrado un final como el de los toros; una vida sin apremios y morir peleando... dos minutos de agonía”.
También ha tenido palabras para aquellos que se declaran antitaurinos o críticos acérrimos de tal disciplina: “Soy una persona del siglo XX. Los enemigos acérrimos del torero son delirantes esclavos de los eslóganes, un fenómeno anti cultural, una aberración en un mundo que es como es… Impávidos si se ahogan treinta africanos en el mar, pero furiosos porque seis toros que subliman la vida y la muerte. Más es el ganado que se sacrifica en los restaurantes después de una tarde de toros, como pescado, pero dan a entender que la gastronomía está alimentando al mundo, que es una necesidad. Mejor no les demos más ideas. El delirio con los animales es nuevo oscurantismo, delirante y peligroso".
Pero la mejor defensa que Calamaro ha hecho de su pasión por los toros, probablemente sea la que plasmó en una Tribuna de ABC en 2019. “Los buenos defensores de los animales deberían luchar por los animales, y es lo que hacen, pero sin apuntar a la tauromaquia, porque es el sublime ensamble entre la voluntad humana y la especie morfológica. Abolir la practica de la tauromaquia es sacrificar a toda una especie. Para empezar, habría que sacrificar decenas de miles de animales, o regalarlos al matadero de carne, entonces las ganaderías sustentables no serían ganaderías indispensables, y todo ese terreno natural sería obsoleto sin la crianza de novillos y becerras. Los toros quieren nacer y vivir cuatro años, es el derecho de esta ganadería específica. Respetemos la identidad del toro bravo, que es la del pueblo y la del campo. Que sigan naciendo en el campo vivo y muriendo como elegidos en la plaza”.
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