La Tercera PM

40 años de London Calling: El último álbum de rock & roll

Consciente, callejero, enrabiado, fiestero y melancólico, el tercer disco de The Clash, publicado en diciembre de 1979, cerró el primer cuarto de siglo del rock, fue pionero de la world music y su mensaje sería la semilla para bandas políticamente explícitas como Los Prisioneros y Rage against the machine. Un clásico que jamás pierde vigencia.

Foto: Steve Morley/Redferns.

La belleza inmortal de la portada borrosa en blanco y negro con Paul Simonon destruyendo el bajo en una mala noche de 1979, la frustración y la rabia enmarcada, cuando The Clash había sobrevivido sin magulladuras al naufragio del punk, que en apenas dos años de popularidad masiva se había convertido en una parodia con víctimas como Sid Vicious. Esa portada de hace 40 años de la obra cumbre del enrabiado género fue el primer aviso. La historia del rock, a un cuarto de siglo de sus inicios en los 50, estaba llegando a su fin. La carátula que citaba con descaro y orgullo el primer álbum de Elvis Presley trazaba un arco. El rey del rock era el Alfa. The Clash era el Omega.

La banda que había publicado "I'm so bored with the U.S.A." en 1977 le bastó peregrinar una sola vez a Estados Unidos llevando como telonero y objeto de adoración al pionero del rock Bo Diddley, para cambiar de parecer sobre la súper potencia de Occidente y su hegemonía cultural, a pesar de ser un grupo ideológicamente alineado a la izquierda. Al regreso, al armario las chaquetas de cuero para adoptar un look sin gran diferencia al de John Travolta en Grease (1978) y tampoco al de Johnny Rotten en sus últimos días con The Sex Pistols. En esas pandillas de veinteañeros londinenses ya había nostalgia por las canciones y artistas de estampa salvaje que habían escuchado de niños en los 50 como Elvis y Gene Vincent, que les habían empujado hacia la música y la rebeldía.

https://www.youtube.com/watch?v=EfK-WX2pa8c

The Clash montó un álbum doble en medio de una cancha de obstáculos autoimpuesta. Sin ninguna lógica insistieron en Guy Stevens como productor, con quien no se habían entendido años antes. Stevens poseía gran currículo como DJ, representante y productor clave en la escena londinense de los 60, pero a fines de la década siguiente era un paria de la industria producto del alcoholismo. Contra todo pronóstico ese hombre que moriría sólo dos años después de London Calling y que se consideraba a sí mismo como un símil de Phil Spector, fue el indicado para convertir al álbum en un extraordinario registro capaz de capturar el pulso de su época y explorar sin límites entre rock & roll, punk, pop, reggae, jazz, soul y hasta la música disco de moda con afán enciclopédico y notables sutilezas en el sonido. London Calling sigue siendo fresco y extraordinariamente pulcro sin negociar la ferocidad.

https://www.youtube.com/watch?v=17hbj5l4rIA

Joe Strummer se quejó unas cuantas veces de la subvaloración de Mick Jones como arreglista y su ingenio en la guitarra que superaba con largueza el dogma de los tres acordes del punk. A 40 años de distancia la cantidad de detalles en las canciones es digna de un álbum progresivo sin la parte pretenciosa mientras la extensión calza perfectamente con el género que había sido noqueado en el momento preciso por la generación a la que The Clash pertenecía.

La diversidad de categorías musicales y alusiones a contextos políticos del Tercer Mundo hacen de London Calling un pionero de la world music, que en la siguiente década sería masificada con un resabio aséptico por Sting, Peter Gabriel y Paul Simon. Acá las canciones huelen a guerrilla y llamado, te hablan directamente. Su mensaje y actitud sería la semilla para bandas políticamente explícitas como Los Prisioneros y Rage against the machine.

https://www.youtube.com/watch?v=Yw-Qw0xXylc

En este contexto de revuelta local canciones como "Clampdown" resuenan como un rayado público -"ningún hombre nacido con un alma viviente puede estar trabajando para la represión"-, lo mismo "Guns of Brixton" -"pueden aplastarnos, pueden golpearnos, pero tendrán que responder"-.

Consciente, callejero, enrabiado, fiestero y melancólico, London Calling se eleva en la cultura revisionista. Es un ejemplo del fulgor de músicos perfectamente alineados que se tomaron el arte y el negocio con la determinación de un ejército convencido de la bondad de su causa, que no era otra que un mundo más justo y consciente. Su armas y estrategias consistían en ensayar todos los estilos a su manera. De ese intento resultó un clásico que jamás pierde vigencia.

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