Matilde Salinas Tohá (CS) en Isla Dawson: “Nuestro sector le debe mucho a la generación que estuvo acá..., heredamos aprendizajes y también traumas”

Matilde Salinas

La hija de la ministra del Interior visitó Isla Dawson por primera vez, donde su tío y su abuelo -asesinado en 1974- estuvieron recluidos hace cinco décadas en un campo de concentración durante el régimen de Augusto Pinochet. "Estamos en un momento en que es muy fácil olvidar, es mucho más cómodo. Pero no podemos", afirma.


Tenía planeado venir con su mamá, la ministra del Interior, Carolina Tohá, pero finalmente no se pudo. Eso no detuvo a Matilde Salinas Tohá (20), quien llegó la mañana del martes a la Isla Dawson, en Magallanes, como parte de una delegación que organizó el Ministerio de Defensa. Ahí, pisó por primera vez el mismo suelo de barro y hielo en el que, hace casi medio siglo, estuvieron recluidos como prisioneros políticos su abuelo y su tío, José Tohá y Jaime Tohá, respectivamente.

En esta entrevista, la estudiante de Derecho, quien además milita en Convergencia Social, analiza el rol de su generación en el ejercicio de la memoria, en el marco de la conmemoración de los 50 años desde el Golpe de Estado que encabezó Augusto Pinochet. “Hay una responsabilidad muy grande de mi generación de que los desafíos presentes no nos hagan dejar de lado los desafíos pasados”, enfatiza.

¿Cómo es venir a esta isla por primera vez, conociendo de cerca su historia?

Para mí es muy importante estar acá. Siempre he conocido esta historia, no recuerdo una vida sin saber lo que les había pasado a mi abuelo, a mi tío, el exilio. No recuerdo una vida antes de saber de la dictadura. En mi mente, la dictadura siempre es algo que ha estado presente. Isla Dawson también, por lo mismo. Jamás pensé en la oportunidad de venir, sabía que como es una base militar, no es que uno pueda venir así nomás. Cuando supe de esto, altiro accedí a venir con mi hermano. Inicialmente, íbamos a venir con mi mamá también, pero no se pudo. Pero creo que es muy importante.

¿Por qué particularmente?

En mi caso, por mi abuelo, que lo asesinaron. Venir acá es acercarme un poco más a él, a una parte muy cruda de la historia, que es el haber estado acá detenido junto a su hermano, mi tío Jaime. Volver a estos lugares es una experiencia que muy poca gente tiene con la gente que perdió. Yo tengo, no sé si la fortuna, pero de cierta manera el privilegio de conocer la historia, de saber su paradero, saber dónde estuvo y dónde está ahora, y más o menos qué pasó. Son muchas las personas que viven y mueren sin saber qué les pasó a sus familiares, y creo que eso no es aceptable.

Tohá
Matilde Salinas en Isla Dawson.

¿Conocer en primera persona el lugar en que estuvieron permite una sensación de cierre?

Sí. A pesar de que obviamente yo no viví nada de lo que fue la dictadura, ni siquiera de la transición, sí creo que existe -y lo he conversado con mucha gente que tiene familia también que son víctimas de los derechos humanos en la dictadura de Pinochet-, un trauma generacional del que se habla muy poco y que es muy difícil sanar. Uno lo lleva un poco en el cuerpo, siento yo. A pesar de que yo no viví ninguna de estas cosas, mi mamá sí, mi abuelo sí, mi abuela sí, gran parte de mi familia. Finalmente, todo el país. Siento que uno lo lleva en el cuerpo, en la mente, y es un peso. Y siento que con esto se va un poquito del peso. Creo que también me gusta estar acá porque son muchos de mis familiares... Por ejemplo, mi tío, que, aunque sigue vivo, por salud venir aquí, por el clima, que es un poco extremo, no es fácil. Siento que estar acá es un poco recorrer sus pasos, eso es importante para seguir adelante. Se ha hablado mucho esto de que memoria es futuro, y yo creo que eso es muy cierto. Estoy muy agradecida de mi familia de no permitirme a mí tampoco olvidar. Estamos en un momento en que es muy fácil olvidar, es mucho más cómodo. Pero no podemos.

Familiares de presos políticos y autoridades cívico-militares visitan Isla Dawson a 50 años del golpe de Estado de 1973
Foto: Ministerio de Defensa

¿Cómo se tomó su familia que quisiera venir?

Bien, se emocionaron mucho apenas supieron que se estaba organizando este viaje, y de que mi hermano y yo viniéramos. Como somos nietos, tal vez es más difícil venir, al no ser tan directos. Pero finalmente siento que es como una sanación, no solo el hecho de venir, sino que el reconocimiento de que esto pasó. He visto varias notas y reportajes de que se va a hacer este viaje, de lo que pasó en Dawson. Tenemos la fortuna de que se esté hablando de esto todo el tiempo, habiendo ya pasado 50 años. A pesar de que hay un clima político muy adverso para la memoria, este tipo de cosas organizadas por el ministerio (de Defensa) hacen que se hable de esto, porque no sirve de nada que todos los que estamos acá y somos familiares, o incluso los que son sobrevivientes, recordemos si hay un país entero que se permite olvidar.

Evidentemente es muy joven, y milita en Convergencia Social, un partido muy joven también, que recientemente cumplió cuatro años. ¿Por qué considera relevante para gente de su edad el saber lo que pasó en lugares como este?

Hablando de militar, yo teniendo 20 años no más, lo que fue la Unidad Popular y lo que fue después la dictadura es parte de lo que a mí me llamó a no quedarme al margen.

¿Influye la familia también?

Mi familia tiene mucha influencia en eso, pero creo que más allá de lo que es o no militar en un partido, que es una decisión personal, sí creo que pertenezco, supongo, a un sector que le debe mucho a esta generación que estuvo acá. Existimos gracias a esta generación, somos hijos, nietos, tanto familiarmente como políticamente. Siento que es necesario entender esto como una herencia por lo malo y lo bueno que significa esto, uno hereda los aprendizajes, pero también los traumas. Hay una responsabilidad muy grande de mi generación, de esta generación nueva en lo que es la política, de que los desafíos presentes no nos hagan dejar de lado los desafíos pasados, que en realidad tampoco son pasados. Habiendo pasado 50 años, estamos muy al debe todavía en reparación, en justicia, en garantías de no repetición y en verdad. En mi generación, e incluso las que vienen, tenemos que hacernos cargo de eso.

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