Video: Grupo de vecinas recicla materiales para construir sedes comunitarias

En la comuna de Coronel, cinco mujeres construyeron sedes vecinales, una para niños y otra para adultos, con materiales de desecho. Pallets, paja, tierra, redes de pesca y madera de demolición sirvieron de base para concretar un sueño que tenían de hace muchos años: contar con un espacio para reunirse y hacer talleres.



Letty lleva más de 60 años viviendo en Cerro Obligado, Coronel. Maritza; más de 50. Mirta, 69. Y en toda esa vida, compartían un anhelo: tener una sede comunitaria donde hacer talleres, reuniones de vecinos, charlas y tardes de cine. Un lugar donde juntarse.

-Teníamos que andar pidiendo clubs y arrendar lugares. Deseábamos tener una sede -cuenta Letty Núñez.

Letty fue una de las cinco mujeres elegidas por la Asociación Sembra para viajar a Nogales, en la Quinta Región, a capacitarse en bioconstrucción. Durante dos meses, ella y sus compañeras aprendieron qué tipo de materiales de desecho podían usarse para hacer estructuras ecológicas y duraderas, y cómo transformar pallets en muebles. Nunca había estado lejos de su casa y familia por tanto tiempo. “Creíamos que no ibas a volver”, le dijeron sus hijos, en tono de broma, cuando llegó. Pero volvió y no sólo con nuevas habilidades, sino con un objetivo claro: hacer una EcoSede vecinal en su cerro.

Casi un año después, Maritza Araya, presidenta de la Junta de Vecinos de Nueva Cerro Obligado, la llamó para iniciar el proyecto. Las compañeras de Letty optaron por seguir en la línea de la EcoMueblería, con un emprendimiento llamado Entre Pallets, y fabricar las mesas y sillas del lugar. Maritza, por su parte, se encargó de reclutar a más vecinas que quisieran aprender de bioconstrucción e iniciar su capacitación. Una de ellas es Sandra Villarroel, quien vive en la casa de al lado de Letty.

-Jamás había tomado un martillo y aquí me enseñaron. A hacer paredes, a leer planos. A mi me encantó -cuenta Sandra, mientras muestra las paredes de la sede, que aún no ha sido inaugurada.

A la vuelta de la casa de Sandra vive Mirta Sandoval, quien también fue una de las constructoras. Cuenta que fue una sorpresa que la llamaran, no pensó que a sus 69 años la iban a incluir. “Las cosas que aprendí, ahora también las aplico en mi casa. Estamos construyendo un radier y un cerco y yo le enseño a mi marido para que lo hagamos juntos”.

“Este proyecto forma parte de la economía circular”, explica Juan José García, Encargado del Área de Bioconstrucción de la Asociación Sembra. Para lograrlo, se analizaron los desechos más comunes de la región y cómo poder integrarlos en la infraestructura. Para las paredes y mueblería, se usaron pallets, la mayoría de ellos provenientes de la Bocamina, una de las centrales termoeléctricas de Coronel. Como aislante, se utilizó paja -derivada de la cosecha de cereales-, y para los revestimientos se usó la tierra que quedó de la excavación del lugar. Las vigas y el exterior son de madera nativa, recuperada de demolición.

“Incluso la decoración está hecha de desechos, como las lámparas de redes de pesca”, agrega Juan José. El objetivo era doble. Por un lado, crear un espacio para los vecinos y, por otro, dejar instaladas en el barrio las habilidades de construcción con biomateriales.

Además de la EcoSede vecinal -la cual esperan inaugurar pronto y con los protocolos sanitarios correspondientes-, las vecinas de Cerro Obligado construyeron el EcoParque de los Sentidos, una ludoteca y biblioteca infantil ubicada una cuadra más abajo. Equipada con mesas y sillas a la medida -hechas de pallets-; un proyector de películas, muchos juegos de madera y libros para todas las edades.

“La idea era darles también a los niños un lugar donde estar, un lugar que los estimule. Sobre todo cuando llueve y no pueden estar afuera”, afirma Maritza. Agrega además que su sueño es que Letty, Sandra, Mirta y el resto de las bioconstructoras pasen el conocimiento al resto de sus vecinos: “Si logramos construir dos proyectos, imagínense lo que podríamos hacer con un grupo más grande”.

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