Caso quemados: Por qué se transformó en uno de los íconos de la represión en dictadura

La estudiante de ingeniería, Carmen Gloria Quintana, y el fotógrafo Rodrigo Rojas, fueron quemados el 2 de julio de 1986, por el entonces teniente del Ejército, Pedro Fernández Dittus.




La mañana del 2 de julio de 1986, la estudiante de ingeniería eléctrica de la Universidad de Santiago (Usach), Carmen Gloria Quintana participó de una barricada en Estación Central, como parte de las actividades que comprendían la jornada de paro nacional en contra del régimen de Augusto Pinochet.

La joven de 18 años había conocido hace tres días al fotógrafo, Rodrigo Rojas De Negri, de 19 años, quien había regresado dos meses antes al país tras permanecer exiliado en Estados Unidos.

Según contó Quintana en una entrevista con la cadena BBC, esa mañana ella tenía la intención de asistir a una marcha hacia la Usach. Sin embargo, en el camino se encontró con unos vecinos, Rodrigo Rojas y unos jóvenes que iban a hacer la barricada y les pidieron ayuda.

En el camino una camioneta militar se les acercó. Todos los militares a bordo, según relató, usaban maquillaje y uniforme de camuflaje. Como tuvieron miedo, dejaron los neumáticos botados y arrancaron en distintas direcciones. Sin embargo, ella y el fotógrafo tomaron el mismo camino.

“A Rodrigo lo patearon en el suelo. A mí me tomaron, me revisaron por todas partes, me pusieron contra la pared. Me preguntaron qué andaba haciendo, les dije que iba a estudiar a la universidad. Me revisaron los documentos y me los quitaron”, señaló.

La patrulla estaba comandada por el entonces teniente Pedro Fernández Dittus, quien toma un bidón de bencina y le comienza a echar encima de la cabeza de Quintana, que estaba contra la pared. Mientras a Rojas lo rocía completamente porque estaba tendido en el suelo.

“Repentinamente ellos nos tiran un aparato incendiario que explota y yo me convierto en una antorcha humana. Y Rodrigo también”, añadió.

Según la versión oficial del régimen, cuando Quintana y Rojas fueron detenidos, algunas de las bombas molotov que llevaban se rompieron y explotaron, prendiéndoles fuego accidentalmente.

Fernández  ordenó que los cuerpos humeantes fueran cubiertos con frazadas y subidos a uno de sus vehículos. Horas más tarde, fueron lanzados en una acequia en Quilicura. “Despierto cuando nos están tirando en una zanja en el campo donde corre el agua, pero estaba seca. Rodrigo me empieza a mover para que despierte. Nos levantamos y lo miro: tenía toda su cara negra, le faltaba la mitad del pelo. Me empiezo a mirar y veo toda mi ropa oscura y mis manos negras. Y le digo a él: "Mira como nos dejaron estos desgraciados". Y él se queda callado”, sostuvo.

Cuando  salieron a una carretera, se dieron cuenta de que estaban cerca del aeropuerto y comenzaron a tratar de detener a los autos, hasta que se encontraron con una patrulla de Carabineros, que los trasladó a un consultorio y posteriormente son derivados a la urgencia de la Posta Central.

Quintana tenía el 65% de su cuerpo quemado y Rojas el 70%. Cuatro días después, el fotógrafo muere a causa de las quemaduras.

El caso generó una conmoción tanto en Chile como en el extranjero.  Según un reporte de Amnistía Internacional de 1991, sólo fue acusado Fernández Dittus en 1988 a 300 días de cárcel por no trasladar a las víctimas a un hospital. En 1994, la Corte Suprema lo condenó a 600 días de prisión como autor de cuasidelito de homicidio en el caso de Rojas y cuasidelito de lesiones graves respecto de Quintana. El dictamen se realizó tras una indagatoria dirigida por la justicia militar.

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