Histórico

Nueva edición de Sub Terra abre la temporada de libros ilustrados

En medio del auge de la novela gráfica, se publica una versión ilustrada del clásico de Baldomero Lillo sobre los mineros del carbón.

Flaco, de barba rala y tímido, Baldomero Lillo tenía problemas para leer en público. Y a inicios de siglo XX leer en público era fundamental en la escena literaria de la época. De hecho, fue su hermano Samuel quien se paró ante la concurrencia de El Ateneo de Santiago, donde circulaban artistas e intelectuales, y leyó el dramático cuento La compuerta número 12. Hasta que Baldomero no se armó de valor, corrió el rumor de que era un invento de su hermano. En 1904 las habladurías se terminaron para siempre: Sub Terra, el primer libro de Lillo, se agotó a los tres meses de llegar a las librerías.

El estallido en las ventas fue impulsado por una inédita cobertura de la prensa: los cuentos de Lillo dejaron al descubierto la feroz explotación en la minería del carbón. Además, críticos como Omer Emeth y Raúl Silva Castro le dieron su aprobación inmediata. Sin embargo, luego de que Sub Terra desapareciera de las tiendas, el libro no tuvo una reedición sino hasta 1917. Venía con cuatro cuentos más, pero lo esencial estaba intacto: el atropello brutal a los mineros no había cambiado. Un siglo después, pasa algo parecido: Sub Terra es un testimonio histórico, pero que a la luz de la tragedia de los 33 mineros de la mina San José es inesperadamente actual.

Con la imagen de los 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad aún en la memoria, Liberalia Ediciones acaba de publicar una nueva edición de Sub Terra, ilustrada por Luisa Rivera, quien atrapa la aplastante oscuridad del universo subterráneo narrado por Lillo. Con prólogo de José Miguel Varas, el libro incluye los cuatro cuentos más clásicos: Los inválidos, La compuerta número 12, Grisú y El chiflón del diablo.

"Los cuentos reunidos en el volumen reflejan con estremecedora intensidad el mundo de las minas de carbón de Lota a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX", anota Varas. Y agrega: "Se leen con ansiedad (...)Los personajes persisten en la memoria (...). Cien años después de su aparición, estos cuentos siguen dándonos lecciones literarias y conservan plena vigencia".

De tapas duras, la nueva edición de Sub Terra gana en densidad con las ilustraciones de Rivera: en blanco y negro y de trazos gruesos, muestran la angustia de unos mineros condenados a vivir en la miseria. Baldomero Lillo lo vio con sus propios ojos: por años llevó las cuentas de La Quincena, una pulpería de la minera de Lota, y supo de primera mano la trágica y dura existencia que llevaban los mineros. Descendió varias veces a los piquetes de carbón para palpar el encierro y sentir el gas grisú.

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