Y China ¿ahora cree en un dios?
Si uno piensa en religión en China, probablemente piensa en Budismo o Taoísmo. Pero el Cristianismo está en auge como nunca antes.<br>
Muchas de las restricciones a la libertad de culto que se originaron en la Revolución Cultural de los '60 fueron levantadas, dando paso a un grado sorprendente de apertura y libertad religiosa.
Tanto las iglesias católicas como las protestantes autorizadas por el Estado han experimentado unos niveles de crecimiento que pocos habrían predicho en la década de los '80.
La Iglesia protestante china hace alarde de 20 millones de feligreses, y los chinos católicos se cuentan en 10 millones, aunque no hay que olvidar que entre 1.500 millones de habitantes, son una gota en un río.
Además, se trata de fieles dispuestos a pertenecer a las iglesias aprobadas por el Partido Comunista. Y, aunque en los últimos tiempos millones de chinos ha escogido esta opción, muchos otros forman parte de iglesias clandestinas no registradas.
EN BUSCA DE LA ARMONIA
Y es que, a pesar de que la regulación del Cristianismo y otras religiones en China esté más laxa que nunca, todavía hay restricciones.
En una concesión inusual, Wang Zuo An, director general de la Administración Estatal de Asuntos Religiosos, habló con la BBC y demarcó las líneas que no se deben cruzar.
"En términos de la relación entre el Estado y la fe, en China se practica la separación: el Estado protege la libertad de culto y no interfiere en los asuntos internos de los grupos religiosos; de la misma manera, las religiones tienen que mantenerse dentro del marco de la Constitución y la ley y el orden, y no deben interferir en asuntos del Estado, como la administración, educación y justicia", aclaró Wang.
Y añadió: "Nuestro gobierno quiere que las religiones se desarrollen en China y estamos dispuestos a proveer toda la ayuda necesaria". Asistencia que incluye apoyo financiero considerable. Pero, qué saca el Estado comunista de esta inversión?
"Junto con al progreso que trajo la reforma de China y su proceso de apertura, hemos visto surgir algunos problemas sociales. El gobierno chino espera que las religiones puedan promover la armonía que predican y contribuyan a la construcción de una sociedad más armoniosa", afirma Wang.
El mensaje a las comunidades religiosas parece ser que si quieren ayudar a promover la cohesión social, el gobierno comunista no pondrá obstáculos, siempre y cuando se atengan a las reglas y no cuestionen el status quo político.
TENER FE EN CHINA
En un asilo de ancianos regentado por un grupo católico, la BBC encuentra en una silla de ruedas a una señora muy mayor que -rosario y crucifijo al cuello-, canta una bienvenida.
El padre JB Jang explica que cuando llegó al centro, esta mujer no hablaba. Ni mucho menos cantaba.
De acuerdo al sacerdote, la política china de un solo hijo dejó a muchos adultos mayores completamente abandonados.
"Tras un tratamiento esta señora volvió a hablar. Incluso descubrió la fe. Servir a la gente con amor, ése es el principio cristiano. Algunos funcionarios del gobierno dicen que nosotros hacemos por la sociedad eso que ellos no pueden hacer. Y opinan que la iglesia está haciendo un buen trabajo y lo aprecian".
En el mismo centro, un anciano que solía ser pordiosero, también quiere cantar. Orgulloso, el sacerdote lo anima. Pero de su boca brota una melodía discordante: lo que entona es una canción de su juventud comunista.
"Tengo mucho que agradecerle a Mao. Sin la Revolución, no habría aprendido a leer, ni tenido tierra para labrar. Fue después, cuando ya no pude trabajar, que tuve pedir limosna", explica y, paso seguido, canta un himno católico. Los empleados sonríen aliviados por la demostración de amor por la religión, tras la de que dio por el comunismo: esas son las lealtades duales que tienen que aceptar.
Alguien con memorias mucho menos dulces de la Revolución Cultural es el obispo de la diócesis de Shangai, Abysius Jin, quien pasó 27 años en la cárcel por ser cura cuando Mao Zedong regía en el país. Con sus 94 años, no duda en criticar a la Iglesia a la que se ha mantenido fiel por tanto tiempo.
"Si no se utilizaran métodos anticonceptivos en China habría una explosión de población que no sería buena para nadie", le dice a la BBC sentado al lado de una foto del Papa, quien no estaría muy de acuerdo con su opinión. "Él es demasiado conservador. Es alemán. Preferiría que fuera más progresista".
EL GOBIERNO NO CREE EN DIOS
En la Academia China de Ciencias Sociales, entre tanto, los intelectuales se dedican a analizar la fe desde otra perspectiva.
Además de invertir en el desarrollo de la religión, el gobierno también financia el estudio de ésta como fenómeno social.
El profesor Xhuo Xinping lidera un equipo de más de cien investigadores que están explorando si en la historia Occidental hay un vínculo entre la prosperidad económica y el protestantismo, y cómo se puede beneficiar de ello la China contemporánea.
"Nuestros economistas mantienen discusiones muy interesantes sobre la ética protestante y el espíritu calvinista. Es muy importante desvelar el secreto del desarrollo social de una cultura".
Desde ese punto de vista, la religión podría contribuir al desarrollo económico de China -una hipótesis que se examina en este centro de estudios comunista, sin señales de que haya ninguna contradicción entre los postulados.
Pero, ¿qué fue del compromiso del Comunismo con el ateísmo?
"Respecto a la pregunta de si Dios existe, el Partido Comunista Chino cree que no", aclara Wang.
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