Cosecha roja
Por Carlos Correa, ingeniero Civil Industrial, MBA
Uno de los grandes dilemas de la ciencia política será analizar cómo Daniel Jadue logró encaramarse a la cúspide de las encuestas y aparecer como un serio competidor de Joaquín Lavín en la elección presidencial. Los propios comunistas comentan el asombro, pues nunca en la historia habían tenido a nadie de sus filas en una posición competitiva, y miran con cierta satisfacción a sus ex aliados de la Nueva Mayoría que optaron por invisibilizarlos en todo este tiempo.
Si ha habido un ganador claro de la pandemia ha sido el alcalde de Recoleta. Hubo la sensación de que la crisis haría crecer a otras figuras como la presidenta del Colegio Médico. La doctora Siches funcionaba bien en el registro de heroína popular luchando contra un villano malvado que apostaba a que el virus se volviera buena persona. La salida de Mañalich curiosamente detuvo su estampida presidencial.
La popularidad de Jadue desafía el teorema del votante de la mediana, porque si algo no ha hecho es acercarse al centro. Sigue siendo el mismo desafiante de siempre, que no reniega de su militancia comunista, y que cada cierto tiempo entrega una polémica a la opinión pública. No ha negado nunca sus simpatías por el régimen de Maduro y no entra en complicaciones mayores con temas ideológicos.
También lanzó su pretensión presidencial en plena pandemia, y más que ocurrir un castigo por aprovecharse de la plataforma medial que le da su rol de alcalde, la opinión pública lo premió y ha podido cosechar los votos dispersos de otros candidatos de izquierda. En el resto de la oposición, que ha primado la cautela, cada vez lo ven más a la distancia.
Bajo esa misma lógica, la simpleza con que piensan muchos en el oficialismo, que Jadue, por sus posiciones extremas, es un candidato abordable en segunda vuelta; esa creencia de que existe un centro hipotético que finalmente toma decisiones ponderadas y con ello asegura la elección para el candidato de la derecha, enfrentado a alguien respecto al cual no será necesario inventar adhesiones al gobierno de Maduro, como tuvo que hacer el ex canciller Ampuero cuando puso en redes sociales un falso apoyo de dicho régimen al senador Guillier.
Eso supone que las personas tienen un comportamiento lineal de izquierda o derecha en sus decisiones públicas. Los datos de encuestas y de las propias elecciones desmienten dicha ilusión de la clase política. Jadue es un candidato muy competitivo para Lavín en la segunda vuelta, por la sencilla razón de que es casi un reflejo perfecto en un espejo plano.
Jadue busca soluciones imaginativas, al igual que el alcalde de Las Condes, pero pensando más en lo público, y por ello ha construido farmacias, librerías e inmobiliarias bajo el paraguas municipal. También tiene su pasión por el autoritarismo, como Lavín que en sus años mozos escribió un panegírico sobre la dictadura militar, llamado Revolución silenciosa. Eso sí, hay que advertir que todavía queda un amplio espacio de dispersión de votantes, pero el temor es que a falta de alternativas los electores terminen concentrándose en esta contienda.
Ambos prueban que las personas no miran con lentes ideológicos a quienes desean que ocupen cargos públicos. En un espacio pospandemia, con crisis venideras y mucho por hacer, privilegiarán a quienes tienen soluciones prácticas, por encima de los que posean solo buenas ideas.
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