Opinión

Deconstrucción, patria y simbolismo

Distintos organismos han cuestionado las funciones desplegadas por Carabineros durante la crisis. Foto: Richard Ulloa

El proceso deconstruccionista implica cambiar el significado de las palabras para, en último término, cambiar nuestra vida en sociedad. El concepto "violencia" ha sido pervertido hasta tal punto que ya no somos capaces de sentirnos violentados cuando una "manifestación pacífica" obstruye la calle, o de conservar la presunción de inocencia cuando una mujer –quien se ha expuesto imprudentemente al riesgo– afirma haber sido abusada. "El violador eres tú": no solo Carabineros de Chile "viola y mata", sino que la sociedad completa lo hace mediante su indolencia frente al clamor popular por seguridad y comprensión. ¿Son realmente lo mismo una violación que la falta de empatía? ¿Es correcto achacar el mal de unos pocos al resto? Sin capacidad de matizar o de poner la situación en contexto, es muy difícil tomar decisiones correctas, sumidos en una estupidez colectiva. Teniendo el Derecho precisamente aquella misión (abrir paso a los matices por medio de un contexto normativo), el resultado de la deconstrucción es la anarquía.

Hoy nos encontramos viviendo un interregno anárquico. Desde hace ya muchos años que comenzó el ataque a las formas, en la actualidad no hacemos más que observar sus resultados. Del resquebrajamiento teórico del aspecto externo de la vida social, somos testigos de la honda grieta posmoderna que horada el núcleo de nuestras instituciones. ¿Qué significado tiene hoy la democracia? Es más atractiva la asamblea. ¿Para qué sirve la autoridad sino para obstruir la voluntad insaciable del pueblo desbocado? "Y es que, así como los signos ofrecen el inconveniente antes señalado de que se tome el signo por la esencia y se forme una mentalidad frívola y superficial, así también la falta de signos lleva a un rebajamiento de las esencias, perdiéndose primero un traje, y luego la circunspección que impone el traje, y luego la virtud de que solía ser muestra la circunspección" (Ossorio, 1919).

De este proceso, la principal víctima ha sido la religión y su signo visible que es la Iglesia, fuente de orden por excelencia. La teología de la liberación liberó a la liturgia de las formas impuestas por la tradición, desconectando el sacramento del culto a Dios. Los ciudadanos, liberados del culto a Dios por medio de la deconstrucción de la eucaristía, perdieron el respeto también por los ideales patrios. "Patria" proviene del latín pater, que significa padre. ¿Qué arraigo es posible con la patria si se pierde el arraigo con el Dios Padre? La nación es una idea fuerza que opera al modo de una metáfora: solo será capaz de aglutinar ciudadanos y darles un sentido de pertenencia mientras se mantenga la referencia a Dios y a la familia natural, desde donde luego se comprende la importancia de la sociedad mayor que es el Estado. Padres ausentes e hijos malcriados, comunidades humanas rotas por el individualismo y el olvido del sentido espiritual de la existencia humana son todos ataques directos a la metáfora que hace posible Chile como país unitario.

Por eso es que ya no nos violenta ni nos causa indignación ver banderas vestidas de negro o flameando al revés, ni mocosos que callan o se tapan un ojo mientras se entona el himno nacional. Todos desconocen la dignidad de esos símbolos agredidos, símbolos por los cuales nuestros héroes en otro tiempo derramaron su sangre.

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