Opinión

¡Gracias Colmed por complejizar!

El Colegio Médico (Colmed) inauguró un curso sobre la modificación de la Ley sobre otorgamiento y uso de licencias médicas con la charla “Licencias médicas, tres miradas: Humanismo, financiamiento, seguridad social”, que, tras los recientes escándalos, fue valiosísimo. Con más de 1.700 conectados, el evento demostró que un abordaje complejo -sin defensas gremialistas, moralismos o punitivismos simplistas, sino interdisciplinar y amplio- es valorado y vale la pena atreverse.

Pablo Celhay, economista en salud de la UC, expuso que, el diseño del sistema de salud en Chile no permite sostener el creciente gasto público y privado en licencias médicas y que atender a sus “incentivos perversos” -reemplazo del 100%, que ni empleador ni trabajador costean directamente los costos y que la fiscalización no da abasto- es urgente. A ello se suman las dificultades de emitir licencias médicas bajo deberes éticos propios de la profesión médica y alineadas con la ética de la salud pública –como expuso Francisca Crispi, presidenta de Colmed-Stgo. Pues, las licencias médicas son, en primer lugar, herramientas terapéuticas –modos para promover la recuperación-, pero también, en segundo lugar, herramientas de la seguridad social –derechos de los trabajadores.

Por ello, la necesidad de controlar el aumento del gasto público y privado en salud, por un lado, sumado al deber (ético-médico y legal) de asegurar que trabajadores se ausenten de sus trabajos cuando enferman, entran en pugna. Además, vienen a complejizar el escenario tanto las malas prácticas éticas de médicos o médicas que emiten licencias irregulares -por flojera, presión o corrupción-, como también, el “comportamiento de shopping” detectado en usuarios -mencionado por Celhay-. Ahora bien, que exista una “demanda activa y persistente” por personas en búsqueda de licencias fraudulentas es un hecho complejo de evaluar.

¿Son abusos del sistema por usuarios flojos o desesperados?, ¿por necesidades médicas desatendidas?, ¿son modos paliativos ante condiciones socio-económicas o laborales precarizadas? De ser así, ¿será que la liviandad en recetar licencias se deba a que los médicos y médicas saben que la salud depende no solo del individuo, sino de “determinantes sociales”?, ¿que la profesión médica es “culpable” por “medicalizar a la sociedad” no por falta, sino por exceso de ética-social?, ¿por ser fiel al mandato ético fundante (ayudar al paciente) ante protecciones sociales insuficientes?

Problemas complejos requieren abordajes complejos –también cruces osados, como los de la contralora Dorothy Pérez- que nos sinceren. ¿Pretendemos que siga siendo el Estado el que cubra lo que ni empleadores ni usuarios asumen? De ser así, entonces es más y no menos músculo lo que requiere el Estado. Si no, es tiempo de disminuirlo, y que comiencen los cruces de datos entre empleadores y ausentismo laboral para que sean también las condiciones laborales las llamadas a mejorar -y no las personas.

Por Diana Aurenque, Directora Centro de Estudios de Ética Aplicada, U. de Chile

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