Opinión

Jeannette

Jeannette Javier Salvo/Aton Chile JAVIER SALVO/ATON CHILE

Suena patético escuchar a los comunistas victimizándose: que hay mucho anticomunismo. Y es curioso, porque ellos en su larga historia han acusado de fascismo a medio mundo: hasta al socialismo democrático y al no tan democrático. Bueno, no es tan extraño, dado que Lenin le dedicó buena parte de su corto tiempo a cargo de la URSS a exterminar a los socialistas revolucionarios, tildándolos de desviacionistas, herejes, y apostatas de los intereses de la clase obrera. Luego tomó la posta Stalin, y no perdonó a ningún movimiento socialdemócrata de Occidente, menos aún en la URSS donde en las “purgas” a sus antiguos compañeros de ruta, los acusó justamente por esos cargos.

La verdad, es que no creo que haya anticomunismo, o sea, odio a sus pensamientos marxista leninistas. Lo que queda es el miedo, no a lo que piensan, sino a lo que hicieron. Miedo a que suceda lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua, en Venezuela o en Corea del Norte. Donde han llegado, han destruido. Para ellos, en Cuba no hay presos políticos, sino presos comunes, que hacen cosas tan graves como protestar por cortes de luz, porque no hay alimentos, o por ver canales de televisión de Miami. Y Venezuela, bueno, cada país se da las leyes que tiene soberanamente, y si emigran siete millones de ciudadanos, es porque son unos mal agradecidos.

Nos dicen que el PC chileno (una “rara avis” en una democracia occidental) ha sido todo un aporte a nuestra democracia, pero la verdad es que no es tan así. Su participación en la UP nos trajo colas, hiperinflación y caos con el plan económico de Pedro Vuskovic, ahora copiado por la candidata del PC. Y a diferencia del socialismo democrático que ha hecho su “mea culpa” al respecto, el PC ha sido contumaz: todo fue solo culpa de Nixon, como ahora todas las desgracias de Cuba, Venezuela y Nicaragua lo son de Biden, Obama y ahora Trump. Cuando la izquierda democrática acordó derrotar al régimen de Pinochet en las urnas, el PC en cambio decidió hacerlo por las armas: provistas generosamente por el régimen cubano. Cuando casi se derrumba la democracia durante el estallido, fueron -en una curiosa unión con Republicanos- los únicos que se abstuvieron del acuerdo para hacer cambios a la Constitución, y así, hacer un alto a la violencia incendiaria de aquellos días. Ellos, fieles a la doctrina leninista, solo esperaban la ocurrencia de las condiciones objetivas que les permitieran hacerse del poder y no soltarlo nunca más. Como ocurre en todos los pobres países que los están sufriendo ahora y que los sufrieron en Europa y Asia hasta hace no tanto tiempo.

De modo que sí; les tenemos miedo, y no sin causa. No comen guaguas, es cierto, pero donde llegan producen daños irreparables. Sus gobernados huyen: unos a pie, otros en balsas artesanales. Muy mal agradecidos, como decía la siniestra esposa de Erich Honecker, a quienes el socialismo democrático -que ellos desprecian- les dio asilo, y el PC su cariño, compañía y comprensión.

Y no porque encontraron -sin el apoyo de Carmona ni de Jadue- a Jeanette, una candidata simpática y con buena dosis de carisma, vamos a dejar de tenerles miedo.

Por César Barros, economista

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