La culpa de la socialdemocracia
Por Carlos correa
En una entrevista a este medio que hay que leerla varias veces, el líder español de Más Madrid hace un juicio duro sobre el socialismo en su país, muy similar al que ha hecho en otros momentos el Frente Amplio sobre la centroizquierda chilena. Los acusa de querer parecerse al mismo modelo neoliberal que juraron cambiar. Este debate puede darse de manera dramática en Chile, pues no es descartable que en segunda vuelta se enfrenten el diputado Boric con la senadora Provoste, con la tradicional y otrora socialdemocracia chilena colocada bajo tensión en el medio.
Errejón dice que el problema de las socialdemocracias es que se conformaron con “ponerle unas gotas más de compasión a la misma forma de gobernar que los neoliberales”, refiriéndose a lo que fue toda una corriente dentro de la izquierda denominada tercera vía, y representada en Chile por los gobiernos de Lagos y Bachelet. También el diputado español hace ver que la democracia consiste en el choque de ideas, y no en renunciar a hacer grandes transformaciones.
En contraste con esta idea, la senadora Provoste, refiriéndose claramente a su contendor en la oposición, hace ver que la crisis que vive Chile no permite un gobierno de ensayo y de error, y que aspiraba a un país que pudiera avanzar en paz y recuperar un estado de convivencia que se vivía antes del actual gobierno de Piñera.
Nos enfrentaremos entonces a un cruce de ideas dentro de la oposición, que dramatizará la elección. ¿Querrán las personas apostar por una transformación profunda y con ello diferenciarse completamente del modelo que hemos vivido los últimos 30 años? o ¿preferirán la calma, la experiencia, la lógica de avanzar en paz después de estos dos años de situación convulsa? Este dilema que plantea Errejón y contrapone la expresidenta del Senado estará en el corazón de la contienda electoral que viene. Tiene, además, la curiosidad que ninguno de los dos protagonistas forma parte de la socialdemocracia chilena.
Llegar a esa profunda división de la oposición es claramente culpa del socialismo chileno. No solo por las formas, al no haber hecho una primaria legal que hubiese permitido a las personas resolver antes ese dilema, sino que, como dice Errejón, terminaron pareciéndose más entre sí que a la propia ciudadanía que en su momento los vio cercanos. Ese inmovilismo y gusto al pequeño espacio de confort que entrega ser un militante solícito con las trenzas de poder de los partidos les impidió correrse hacia la izquierda y por ahí surgió el Frente Amplio; pero también les impidió defender las profundas transformaciones que hizo el gobierno de Lagos, o la visión de una sociedad más justa que representó la Presidenta Bachelet. En este último caso es más dramático, toda vez que si se hubiesen hecho las transformaciones que proponía sin renunciar con realismo, otro gallo cantaría.
La actual campaña donde se producirá la discusión respecto de cómo avanzar a una sociedad más justa, terminará tensionando profundamente a los partidos socialdemócratas chilenos, con riesgo incluso de quiebre o fragmentación. No solo será que no estarán de nuevo en la papeleta, o que tendrán responsabilidad por no haber hecho por segunda vez una primaria legal, sino que entregaron a otros el alma de la socialdemocracia. La senadora Provoste y el diputado Boric tendrán entre sí el protagonismo y la discusión que el socialismo chileno no se atrevió a dar.
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