Ninguna señal en elecciones
A esta hora, a falta de resultados oficiales en una primaria que no puede llamarse como tal, el número más probable de votantes pareciera ser 140 mil. Varias veces menor que los resultados obtenidos por el diputado Gabriel Boric y el exministro Sebastián Sichel. Incluso este resultado es mucho más bajo que los obtenidos por los derrotados en las primarias legales. Esta consulta, que iba a ser la supuesta sanación de la Unidad Constituyente, mostró en realidad que está rota y coja, como dice el verso de Leonard Cohen.
La poca votación obtenida termina esa tesis delirante respecto de que Boric derrotó a Jadue por los votos de la centroizquierda que fueron hacia allá para dañar la tesis popular, como también una supuesta migración hacia la derecha. Pero deja claro que la elección presidencial está completamente abierta.
Si se suman los votantes de las dos primarias legales con la exigua participación en la consulta de la centroizquierda, sigue quedando mucha gente fuera. No referida al padrón, sino a los participantes en el plebiscito de octubre. ¿Dónde vagan todos esos que votaron Apruebo y no se presentaron ni en la primaria ni en la consulta? ¿Qué será del 22% que fue por el Rechazo? En dicho plebiscito los votos válidamente emitidos fueron 7.527.996, lo que implica que hay casi cuatro millones y medio de personas que no asistieron a primaria o consulta, y sí fueron a las urnas en octubre pasado.
Eso hace que las predicciones electorales sean engañosas, aun cuando en las preferencias aparezcan lógicamente Boric y Sichel en los primeros lugares. El nivel de dispersión de las fuerzas políticas plantea que va a haber una segunda vuelta, donde las combinaciones son múltiples. En pocos días sabremos cuáles de la oleada de independientes llegarán a la papeleta. La lógica de Cuevas, de Ancalao, de Parisi y otros será una sola: dispararles a los políticos por ser incapaces de resolver los problemas concretos y urgentes que tienen las personas en medio de la pandemia.
Sichel enfrentará fuego cruzado entre la senadora Provoste, quien buscará piñerizarlo a como dé lugar, y de José Antonio Kast, que defenderá la pureza de la derecha frente a un advenedizo que le cambia el nombre y desdibuja al sector. Boric tampoco tiene seguro el ticket, además de los candidatos que tendrá a su izquierda, deberá enfrentar una crisis de credibilidad en relación a su cambio de opinión en el cuarto retiro de fondos previsionales. Podría pensarse que no es el primer político que se da vuelta, pero su sector ha defendido la rectitud de su actuar. Le podría pasar lo mismo que a John Kerry, caricaturizado por los republicanos como el navegante de una tabla de windsurf, a vaivén de los vientos. El mensaje respecto a ensayo y error que le propinó la ahora candidata de Unidad Constituyente es un asunto si asisten en noviembre a las urnas votantes de mayor edad.
La senadora Provoste, pese a su discurso triunfalista, tendrá que enfrentar que su coalición no fue capaz de convocar personas a las urnas. Pese a tener gobernadores con altas votaciones como Orrego, no se reflejó en modo alguno en participación. Tiene el camino más difícil de las tres coaliciones, y será donde el gobierno centre sus misiles para sacarla del balotaje. La ilusión que ante un país polarizado el delfín de Palacio puede hacerse del triunfo es un sueño demasiado dulce. Finalmente, al Presidente le encantaría superar a Bachelet en al menos lograr pasarle la banda presidencial a uno de los suyos.
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