Primaria ausente
La inédita primaria de gobernadores partió ausente. Una baja participación, con menos del 3% del padrón completo en el total de votantes, genera una serie de cuestionamientos entre el Servel y los partidos. Prueba de ello son los histéricos mensajes de uno de sus consejeros en las redes sociales, demostrando cómo se ve dicho organismo a sí mismo. La certeza de los números y la limpieza del proceso es su tarea, y no la participación electoral.
Hay que poner las cosas en su mérito, y más allá de las impertinencias de dicho consejero, no corresponde culpar al Servel de la baja participación. Las primarias son una convocatoria de los partidos a sus huestes a decidir sobre sus candidaturas y, por tanto, la concurrencia depende también de la oferta. En el caso de gobernadores, pese a todo el barullo asociado a esta nueva elección, las coaliciones no presentaron fórmulas en todas las regiones, abriendo el espacio a la sospecha. En el caso de alcaldes, se realizaron primarias en menos del 15% de las comunas, y las coaliciones barajan fórmulas alternativas para resolver las múltiples contiendas. Si los partidos no creen en el mecanismo de las primarias para elegir las mejores alternativas, resulta exagerado culpar al Servel.
Tampoco es comparable con la participación en el pasado plebiscito, por el interés nacional que tuvo. Si hay alguna elección anterior que pueda fijarse como norma son las similares de este tipo, en especial las presidenciales, y bajo ese estándar sigue siendo muy baja la cantidad de personas que concurrió a votar.
Las primarias son el mejor mecanismo, sin duda alguna, y significan en la práctica un menor costo para las coaliciones políticas, pues el Estado se hace cargo de ello. Por tanto, resulta rara una oferta limitada como fue en este caso. La razón es que el mecanismo ciudadano implica una pérdida de poder de los llamados expertos electorales de los partidos. Si resulta que la gente decide las candidaturas, las reuniones de los negociadores de siempre empiezan a perder un poco el sentido, y no se hace tan necesario ser del gusto de las máquinas internas de las coaliciones. Mientras más participación, más aire fresco y, por tanto, más validación del sistema político.
Por ello, el carácter voluntario de la primaria es una trampa del sistema, diseñada para cuidar el poder de los negociadores y las directivas partidarias. A la larga, implicará baja participación en las contiendas de este tipo, al generar la sensación de que finalmente en las viejas cocinas se arregla todo. Para las colectividades partidarias, un uso limitado de este mecanismo les permite vestirse de demócratas, sin perder el poder de los dedazos de siempre.
Yendo a los resultados, en la Región Metropolitana, el oficialismo hizo mal negocio no participando en primarias y se enfrenta a un candidato con buenas posibilidades de llevarse el premio mayor de abril. El Frente Amplio, que pateó el tablero de la negociación con el resto de la centroizquierda, es la coalición con las heridas más graves de la baja asistencia. La DC fue el principal ganador de la nueva fórmula de Unidad Constituyente, hasta un punto que abrirá preguntas internas en sus socios PPD y PS respecto a cuán buen negocio fue quedarse con ellos. Como tantas veces, las estridencias en las redes sociales no implicaron más votos. Este último hace pensar en un resultado mucho más aterrizado para la convención constituyente y no esa especie de temor que instalan varios analistas sobre el Armagedón que viene.
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