Protección de datos personales: saldando una deuda pendiente
Por Julio Pertuzé, ministro (s) de Economía y Alejandro Weber, subsecretario de Hacienda
Si la protección de datos personales era una necesidad dentro de la economía digital, su urgencia se tornó imperiosa con la pandemia y para la economía del futuro. Hoy podemos decir con alegría que el proyecto de protección de datos personales y la creación de una agencia especializada han sorteado su primer trámite en el Congreso, luego de cinco años de intenso debate. Un logro que, sin la labor del Senado, no hubiera sido posible.
Nuestros datos personales están cada día más presentes en distintas plataformas y son utilizados por organismos públicos, privados y de la sociedad civil. El año pasado se iniciaron 13,8 millones de procesos de solicitud Clave Única, se reportaron más de 400 millones de trámites en el Estado, y el porcentaje de personas que declaró haber realizado compras online en el último mes pasó del 33%, a inicios de la pandemia, a sobre el 80% para septiembre del año pasado.
Este proyecto da garantías para que esas actividades puedan realizarse de forma segura, responsable y respetando la privacidad de las personas. Asimismo, impulsa la competencia y expansión de una economía digital, fomentando el posicionamiento de Chile a nivel internacional. Adicionalmente, se crea la institucionalidad que tendrá las facultades para hacer cumplir tales obligaciones, siguiendo la fórmula que siguen la mayoría de los países de la OCDE.
No debemos perder de vista la profunda relevancia de la protección de datos. La ONU lo considera un derecho humano, mientras que nuestra legislación lo consagra como derecho constitucional. Luego, su resguardo es un asunto de justicia que no puede ser desatendido.
Por otro lado, tampoco se puede negar el valor de los datos dentro de la economía que emerge con fuerza en un escenario post pandemia. Estos son la materia prima de una economía más compleja, basada en conocimientos e información, y fundamental no solo para mejorar la calidad de vida de las personas, sino también para conseguir un desarrollo más ecológico y amigable con el medioambiente. Una economía que descanse más en la fuente inagotable de creatividad humana y no la explotación de materias primas no renovables.
Muchos eran escépticos de que en estos pocos meses de gobierno lográramos avanzar lo que no se había podido en cinco años, sobre todo en un contexto político en que la atención estaba centrada en otros temas urgentes. Sin embargo, el compromiso de este gobierno por la protección de los derechos humanos y el desarrollo de una economía del futuro van más allá de los ciclos electorales. Esperemos que el apoyo unánime que se consiguió en el Senado sea una señal potente para las siguientes etapas, dándosele la urgencia que un tema como éste merece.
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