Reforma al sistema político
Según se informa, la reforma al sistema político no alcanzará a aprobarse para aplicarse en las elecciones parlamentarias de noviembre. Aunque es urgente adoptar medidas para mejorar la gobernabilidad y disminuir la desafección ciudadana con la política, esta pausa, que esperamos sea corta, da la oportunidad de enfrentar mejor las causas de estos problemas. La propuesta del umbral que se discute en el Congreso parte del diagnóstico de que el excesivo número de partidos hace inmanejable el logro de acuerdos. Esta ineficacia es percibida por la ciudadanía como incompetencia e incumplimiento de los programas electorales tanto del gobierno como de sus parlamentarios. El umbral busca facilitar los acuerdos disminuyendo el número de los negociadores, aunque complejiza el sistema electoral y puede implicar que algunas fuerzas políticas importantes queden sin canales institucionales para expresarse. Los problemas complejos requieren de un conjunto de medidas que aporten a su solución. La falta de gobernabilidad tiene su origen en múltiples causas que el umbral no alcanza a corregir. Aunque algunas son culturales e imposibles de enfrentar con reformas legislativas, otras sí derivan de los diseños electorales o institucionales y merecen ser atendidas. Entre estas últimas están la forma en que se conforman las listas para las elecciones parlamentarias y reglas que incentivan la personalización de la política (ver los informes publicados por el CEP y por Espacio Público durante el 2024).
Cuando una persona marca el nombre de su candidata(o) en la papeleta, es muy probable que no sepa que ese voto en realidad se cuenta como un voto para la lista y que puede terminar beneficiando a alguien por quien jamás habría votado y a un partido cuyas ideas no comparte. La posibilidad de que los partidos vayan juntos en una lista, a la que además pueden sumar independientes, da lugar a alianzas puramente estratégicas que desincentivan a las fuerzas políticas a confluir y crecer a partir de propuestas sólidas y convocantes. La complejidad y opacidad de este sistema tiene costos en representatividad y legitimidad. En nuestro contexto de partidos sin arraigo ciudadano y con poca densidad programática, el carisma individual pasa a ser más importante que las ideas y los partidos pierden capacidad de ordenar a sus propios parlamentarios, muchos de los cuales renuncian al partido poco después de ser electos. Los problemas de ingobernabilidad y falta de representación requieren respuestas integrales. Estas pueden incluir la eliminación de los pactos, el bloqueo de las listas y otras normas que fomenten la coherencia programática, la democracia interna y la disciplina de los partidos. Es una buena noticia que se esté pensando en complementar la reforma con otras medidas más allá del umbral.
Por Verónica Undurraga, Facultad de Derecho, Universidad Adolfo Ibáñez, y Espacio Público
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