Retiro 2.0
Un segundo retiro de fondos mina no solo la posibilidad de reforma, sino que, en el contexto actual, hace que la idea de un sistema de reparto se vuelva más atractiva para el votante que se ha quedado sin saldo en su cuenta de capitalización individual.
¿Es incompatible un segundo retiro de fondos previsionales con una reforma al sistema de pensiones? El ministro de Hacienda piensa que sí. Algunos parlamentarios de oposición parecen no estar de acuerdo, al punto de interpretar los dichos del ministro como una amenaza política. Dado que es fácticamente posible retirar, por segunda vez, el 10% de los ahorros previsionales y reformar el sistema de pensiones, no cabe interpretar literalmente las palabras del ministro. ¿Cuál es, entonces, el sentido de sus declaraciones? Sin descartar a priori que se trate de un mensaje político dirigido a ciertos sectores de la oposición, se puede aventurar una interpretación alternativa.
Lo primero que debemos notar es que la idea de un segundo retiro de fondos previsionales se apoya en un hecho ineludible y dramático: muchos chilenos lo están pasando realmente mal. Las cifras de desempleo y pobreza nos indican que estamos ante una crisis monumental. En este contexto, cualquier gobierno encontrará extremadamente difícil competir con la eficacia de un retiro de pensiones para aliviar las necesidades de los sectores más vulnerables. A modo de ilustración, el Acuerdo por la Protección Social y Recuperación del Empleo contempla la entrega de hasta 12 mil millones dólares en un plazo de 24 meses. El Ingreso Familiar de Emergencia representa solo una fracción de dicho presupuesto. En cambio, las AFP lograron entregar, en un par de meses, cerca de 16 mil millones de dólares a quienes solicitaron el retiro de fondos.
A lo anterior se suma que, aun si valoramos el Ingreso Familiar de Emergencia como un esfuerzo fiscal importante, dicha ayuda llegó tarde, en parte porque fue diseñado asumiendo que tenemos un estado moderno, capaz de identificar claramente a los beneficiarios de una política cuya focalización requiere de altos grados de información y de bajos niveles de informalidad. No era difícil prever que dichos supuestos eran, cuando menos, heroicos. Bastaba con observar la proporción de la población vulnerable que estaba inscrita en el registro social de hogares antes de la entrega del beneficio.
Con todo, por muy eficaz que pueda resultar un segundo retiro de fondos previsionales, no debemos olvidar que una medida como esta debilitaría profundamente el pilar contributivo de nuestro sistema de pensiones. Sabemos que la reforma que actualmente se discute en el Congreso contempla cambios (marginales) a dicho pilar. El problema es que los sectores más vulnerables, en su gran mayoría, ya no tienen saldo en sus cuentas individuales. Sabemos que cerca de un 20% de la población ya retiró todos sus fondos. Con un segundo retiro, dicho porcentaje podría ascender al menos a un 30%. Si dichas personas corresponden a los sectores más vulnerables de la sociedad, la urgencia por reformar el sistema actual pierde parte importante de su fuerza. Quienes tenían pocos recursos en sus cuentas ya contaban con una pensión que estaba por debajo de la Pensión Básica Solidaria. Si sus lagunas previsionales les permiten acceder a dicha garantía, ¿qué motivación pueden tener para seguir ahorrando en el futuro? ¿Qué incentivos tienen a darle su voto a candidatos que pretendan mantener el sistema de capitalización individual? Es en este sentido que un segundo retiro de fondos mina no solo la posibilidad de reforma, sino que, en el contexto actual, hace que la idea de un sistema de reparto se vuelva más atractiva para el votante que se ha quedado sin saldo en su cuenta de capitalización individual.
El retiro 2.0, por tanto, puede generar réditos políticos considerables a aquellos sectores de la oposición que contemplan una reforma estructural al sistema de pensiones, una que nos haga transitar hacia un sistema de reparto. Dichos sectores pueden disfrazar su defensa de un segundo retiro con argumentos de variada índole. Por ejemplo, pueden señalar que esto ayudaría a reactivar la economía. La verdad es que un aumento transitorio del consumo puede mejorar los indicadores por un par de meses, pero la capacidad de crecimiento sostenido de una economía es algo bastante más complejo.
La élite política sigue trabajando lento, muy lento, por una reforma que probablemente tendrá efectos marginales en las pensiones de los sectores más vulnerables. En el intertanto, la percepción de la ciudadanía es que se está jugando con sus recursos. Poco importa si los chilenos esperan con entusiasmo la creación de un sistema de reparto, o si por miedo a una socialización de las pensiones quieran retirar sus fondos. En cualquier caso, el incentivo a retirar los fondos es alto. Nuestra incapacidad de generar un acuerdo razonable en pensiones nos tiene en esta encrucijada. Y parece ser este el sentido en el que debemos leer las declaraciones del ministro Briones. Un segundo retiro hace muy cuesta arriba una reforma al sistema de pensiones.
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