La presión por volver al cuerpo pre embarazo




¡Qué estupenda!” o “¿Dónde te metiste a esa guagua?”, son algunas de las frases que escuché tras el nacimiento de mi hija mayor. Y sin parar. No es que hubiera bajado demasiado de peso después del parto, pero la lactancia me ayudó en eso, además de no haber subido demasiado estando embarazada. Puede que en ese momento, hace ya varios años, haya agradecido ese tipo de comentarios, pero con el tiempo me he ido dando cuenta que hay un trasfondo importante en ellos, que quizás ni siquiera quienes los emiten conocen.

Porque así como me elogiaban el haber perdido peso, sé que criticaban a otras mujeres a las que les estaba costando más. Y que incluso nos comparaban. Porque parece que hay una carrera para volver a ser como antes del embarazo y la que primero lo logra gana, mientras que la otra está destinada a hacer dieta eternamente, renegando de un cuerpo que le permitió dar vida e incluso alimentar a una persona.

Información sobra, pero en relación a cómo bajar esos “kilos de más” en el menor tiempo posible, a punta de una alimentación altamente restrictiva y ejercicios. Como si las nuevas mamás, las puérperas, necesitaran ese estrés adicional en sus vidas. Como si los pañales, la lactancia y las pocas horas de sueño no fueran suficiente, además tienen que hacer como si no estuvieran muertas de hambre o como si tuvieran energía para terminar la hora de ejercicio obligatoria.

Por otro lado, ¿a qué se refiere la gente cuando te invita a volver a tu cuerpo pre embarazo? ¿A hacer como si los últimos nueve meses no hubieran existido? Porque una cosa es bajar de peso -que nunca debiera ser el objetivo-, y otra es pedirle a las pechugas, estómago, la piel y otras parte del cuerpo que hagan como si nada hubiera pasado, porque con esto solo se logra insegurizar a las mujeres y crearles falsas expectativas sobre cómo se debería ver su cuerpo.

La actriz de Gossip Girl, Blake Lively, publicó en sus redes sociales que tras el nacimiento de su primera hija se sintió muy insegura e incómoda en sus apariciones públicas, precisamente porque nada de lo que le enviaban los diseñadores le quedaba bien. Porque le mandaban tallas 0, que es lo que se espera de ella, incluso postparto. Y esto pasa porque incluso en la actualidad, en los medios y en redes sociales se celebra cuando una modelo que parió hace un mes camina por una pasarela en ropa interior o cuando aparece en portadas de revista mostrando abdominales marcados.

Kyla Fox es la fundadora del centro para la recuperación de desórdenes alimenticios Kyla Fox Centre, ubicado en Toronto, Canadá. Lleva más de una década especializándose en el tratamiento de personas con trastornos de la alimentación y ha dado charlas enfocadas en la prevención y concientización de estas enfermedades. En una de sus columnas para el sitio web Today’s Parents, explica: “Las mujeres vivimos un dolor inexplicable al dar a luz y nos enfrentamos a consiguientes sufrimientos físicos por semanas o meses posteriores, a medida que nos vamos recuperando. Podemos experimentar depresión postparto, miedo, cansancio inexplicable y ansiedad, mientras nuestras hormonas se mueven y cambian durante y después del embarazo. Es durante esos momentos oscuros del puerperio cuando nos dicen que tenemos que recuperar nuestros cuerpos, no concentrarnos en nuestros bebés, ni en la maternidad, ni en nuestra necesidad por sanar”.

La terapeuta habla sobre mamás que, pese a que a duras penas pueden levantarse en las mañanas se someten a intensas rutinas de ejercicio o que aunque pasen hambre se restringen y solo comen “saludable”, porque necesitan volver a ser quiénes eran ¿Pero acaso el embarazo, el parto y la maternidad no debieran cambiarnos? “Quizás si pasáramos celebrando a las mujeres, en la misma medida en la que celebramos a los recién nacidos, estaríamos menos inclinados a celebrar que sus cuerpos desaparezcan. Porque quizás podríamos amar esos cuerpos. Quizás, incluso, los podríamos considerar hermosos”, argumenta.

“Hay mucha ansiedad al respecto y existe mucha presión, incluso desde la gestación”, dice la nutricionista Andrea Pacheco (@nutriberry.cl) sobre el peso y la maternidad. Agrega: “Desde que quedan embarazadas, las mujeres sienten una presión por ser perfectas, entonces consultan preguntando qué comer para subir de peso o incluso para bajar. Les explicamos sobre el desarrollo fisiológico de la guagua y de ellas mismas durante cada trimestre, pero tienen mucha ansiedad por ser perfectas, comer de forma perfecta y ejercitarse de forma perfecta”.

“Pero las guaguas vienen a enseñar que nada está en nuestras manos realmente y que no podemos controlarlo todo”, añade. “Sesión a sesión hay que ir conversando junto a la matrona y al ginecólogo, porque es algo que las puede llegar a estresar mucho”. Según Pacheco, si bien hay mucho de esto que es auto impuesto, también existe bastante presión por parte de la sociedad y de la misma familia para que las nuevas madres vuelvan a su talla “normal”. “No hay que avergonzarse si una se demora más o menos en bajar de peso y eso hay que verlo con la familia, especialmente con los abuelos de la guagua, porque todos piensan que tienen derecho a opinar cuando en realidad hay que tomárselo un día a la vez. Uno se suele demorar hasta ocho meses en recuperar el peso preconcepcional, pero si te demoras más, da lo mismo, ya está”.

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