Violencia de género en internet




Si en el último tiempo antes de la pandemia 243 millones de mujeres en el mundo habían sufrido violencia física y sexual, desde el comienzo de ésta la cifra se ha incrementado considerablemente. El último informe realizado por ONU Mujeres sobre el impacto del Covid-19 en la violencia hacia las mujeres, señala que “en una serie de países, las denuncias y llamadas de emergencia relacionadas con la violencia doméstica se han disparado en un 25% desde que se decretara el distanciamiento social”.

Lo cierto es que las medidas de confinamiento destinadas a detener el avance del coronavirus en la población, paradójicamente, se han transformado en un peligro para quienes son víctimas de violencia de género. Un escenario que preocupa a las mujeres y en especial a organismos y ONGs, que han destinado parte de su tiempo en investigar y reunir las ‘cifras de la violencia’ para crear líneas de acción.

Una de ellas es la ONG Amaranta, que se ha preocupado de visibilizar especialmente la violencia de género por internet. “En agosto del año pasado nos adjudicamos un fondo internacional para poder investigar en profundidad este tipo de situaciones. Así partió Proyecto Aurora, bajo el cual acompañamos a mujeres cis, trans y no binaries a través de investigación territorial, talleres y campañas comunitarias gratuitas enfocadas en la reapropiación de nuestras propias tecnologías, cómo accionar en comunidad para resistir en casos de violencia y herramientas de seguridad digital con un enfoque de género”, cuenta Karen Vergara, Directora de Comunicaciones de Amaranta y Coordinadora del Proyecto Aurora.

Fue así que de marzo a junio de este año entrevistaron a más de 530 mujeres en todo Chile para conocer sus experiencias con la red. De ese trabajo, el resultado fue un informe que revela que el 73,8% de las encuestadas había sufrido violencia por internet, es decir, un total de 392 mujeres.

Sobre los tipos de ataques más reportados por las entrevistadas, están la violencia verbal (66,4%), acoso y/o hostigamiento (59%), envío de videos o fotografías de penes sin consentimiento (49,6%), difamación (24,5%), amenazas (23,6%), pérdida de cuenta o acceso no consentido por parte de terceros (16,5%). También se reportaron, aunque en menor medida, suspensiones de cuenta por denuncias masivas (36 casos), suplantación de identidad (28), doxing o extorsiones (24), uso de su cuerpo o rostro para crear imágenes humillantes (19) y divulgación de imágenes íntimas sin consentimiento (17). Sobre las plataformas donde se concentraron los mayores casos de violencia en la red, según el informe, se encuentran: Facebook, con 209 casos; Instagram con 131 casos; WhatsApp con 108; Twitter con 52 y Gmail con 41.

Sin duda una de las preguntas más complejas de la encuesta fue por los efectos y acciones de autodefensa frente a la violencia virtual. A 273 mujeres le afectó emocionalmente y en 92 casos les afectó la autoestima o relación con su cuerpo. También se sintieron vigiladas o inseguras (81 casos), les desencadenó problemas psicológicos (81), les aisló (54) e incluso les afectó su salud a nivel físico (51).

Respecto al estudio, Karen Vergara señala que “uno de los temas más complejos es el hecho de que la violencia en la pareja, a través de la tecnología, está muy presente, pero las víctimas no la reconocen como tal. Muchas, al avanzar la encuesta, se daban cuenta de que controlar el teléfono, compartir las contraseñas bajo presión, obligar a compartir la ubicación en GPS o recibir imágenes sexuales sin consentimiento también era una forma de ejercer violencia”.

¿Cómo definen ustedes una violencia de género digital?

Para nosotras es toda acción llevada a cabo a través de dispositivos que utilizan internet con la finalidad de humillar, herir y/o acosar. Preferimos hablar de violencia de género digital y no de ciberacoso o ciberbullying, porque los otros términos no grafican la dimensión de género en este tipo de ataques, que suelen tener mayores consecuencias físicas, psicológicas y sociales contra mujeres y disidencias.

¿Por qué creen ustedes que las plataformas digitales propician violencia de género?

No es ajeno recordar que grandes magnates de la tecnología han señalado que las redes sociales propician los extremos del discurso. Si a eso le sumamos la posibilidad del anonimato, creamos un espacio propicio para las violencias y la misoginia, transformándose en un megáfono para esparcir discursos de odio. Además, los atacantes del entorno cercano de las víctimas suelen utilizar las tecnologías para controlar la vida de las mujeres, coartando su esparcimiento, contacto con amigas o familiares.

Y en ese espacio virtual las mujeres y niñas son nuevamente las más violentadas.

Sí, y es porque seguimos desenvolviéndonos en una sociedad poco equitativa, donde el cuerpo de las mujeres continúa viéndose como un territorio a poseer o dominar. La misoginia romántica atraviesa la cultura y eso hace que se siga teniendo una mirada inferiorizante de las mujeres, que deviene en el intento de controlarlas, humillarlas y mantenerlas en constante estado de alerta.

¿Existe un sistema de protección estatal a las víctimas de este tipo de violencia digital?

En la actualidad no, salvo que seas menor de 18 años. De hecho, Chile solo contabiliza las denuncias de ciberacoso escolar y sigue utilizando este concepto, a pesar de que a principios de 2019 la Superintendencia de Educación anunciaba que el 73% de las víctimas de estos ataques eran mujeres y niñas. Esto también es un problema de género y debe ser abordado con esa perspectiva. Respecto a las policías, tanto PDI como Carabineros necesitan una amplia formación en la forma de abordar este tipo de hechos. Al menos dos veces a la semana recibo casos de víctimas que intentaron dejar una constancia o hacer la denuncia por amenazas de muerte, exposición de datos personales, publicación de contenido sexual no consentido o usurpación de cuentas y la institucionalidad no sabe cómo responderles.

¿Por qué se naturaliza este tipo de violencia?

Viene precisamente de la impunidad con la que las mujeres se enfrentan día a día a otras violencias, haciendo que muchas de ellas sean pasadas por alto. A raíz del caso de Antonia Barra, por ejemplo, vemos la profunda herida que habita en las mujeres y adolescentes que han ido contando sus propias experiencias de abuso y violencia sexual, y la rabia y dolor que genera ver que la justicia no da cabida a la voz de las víctimas, quienes son expuestas públicamente y caracterizadas como ‘buenas o malas’ dentro de un canon muy patriarcal. Esto hace que muchas veces las mujeres sientan que su propia vivencia no sea tan relevante. En el caso de la violencia de género en internet, ejercida además por alguien del entorno cercano a la víctima, existe una presión psicológica y aislamiento. Si la violencia psicológica se encarga de aislar a la víctima de su red de apoyo, en el plano digital ocurre lo mismo. La idea es que ellas abandonen Internet.

Es violencia de género en internet cuando

  • Alguien de tu entorno cercano te controla a través del teléfono, enviando mensajes insistentes a través de alguna aplicación de mensajería.
  • Cuando tu pareja o ex pareja te obliga a compartirle tu ubicación o instala alguna aplicación que le permita controlar.
  • Cuando alguien hace un comentario en redes, fotos o plataformas que denosta tu integridad, ya sea a nivel físico o psicológico.
  • Cuando alguien amenaza con divulgar fotografías íntimas sin mi consentimiento
  • Cuando recibes fotografías de penes sin consentimiento.
  • Cuando recibes fotografías o videos sexualmente agresivos como una forma de amedrentarte.
  • Cuando alguien publica tu información personal en internet.
  • Cuando alguien divulga rumores sobre ti a través de aplicaciones de mensajería, foros o redes sociales.
  • Cuando alguien logra acceder a tus cuentas de correo, mensajería o redes sociales.
  • Cuando alguien te acosa en espacios digitales.

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