No bastan las gestiones de Narváez: el camino de Bachelet a la ONU se pone cuesta arriba
La embajadora de Chile en Naciones Unidas ha concentrado las diligencias del Ejecutivo para evaluar el panorama que enfrenta la expresidenta en la entidad internacional, en caso de ratificar su aspiración por suceder a Guterres. En paralelo, la presión de sus posibles contendoras comienza a subir. Dentro de ese grupo están: Mia Mottley (Barbados), Rebeca Grynspan (Costa Rica) y Alicia Bárcena (México).
Los principales nombres de América Latina para disputar la secretaría general de Naciones Unidas ya están sobre la mesa. Pero resta que la expresidenta Michelle Bachelet, otrora alta comisionada para los Derechos Humanos del organismo internacional, despeje si quiere competir o no.
Mientras eso pasa la embajadora de Chile en la ONU, Paula Narváez (PS), sigue haciendo gestiones públicas y privadas en favor de la exmandataria socialista.
Narváez se ha desplegado en las reuniones mensuales que tiene en Nueva York el Grupo América Latina y el Caribe (Grulac). En esa instancia, la embajadora chilena ha defendido abiertamente la idea de que quien suceda a António Guterres en el mando de la ONU debe cumplir con dos criterios.
El primero es que debe ser mujer, algo que nunca ha ocurrido en la historia de Naciones Unidas. El segundo es que tiene que ser una propuesta común que surja desde los países del Grulac.
En el resto de países de esta instancia entienden Narváez apunta, sin decirlo, directamente a Michelle Bachelet, quien en 2017 la apoyó para ser la candidata presidencial del Partido Socialista.
En las reuniones mensuales del Grulac la embajadora evita poner sobre la mesa el nombre de Bachelet, donde sí se refiere abiertamente a ella es en las conversaciones bilaterales que sostiene con sus pares en Nueva York, donde se plasma de forma más directa su sondeo para ver el camino que podría tener la socialista si decide competir por la sucesión de Guterres.
Consultada al respecto de estas gestiones, Paula Narváez respondió a La Tercera hace unos días que “Chile en Naciones Unidas, junto a otros países de la región, ha estado trabajando en la consolidación de una candidatura que provenga de América Latina y el Caribe. Este trabajo es fundamental como plataforma para cualquier candidato o candidata”.
“En relación a la expresidenta, su nombre sigue surgiendo espontáneamente en las diferentes conversaciones sobre este proceso”, agregó la exvocera del gobierno de Bachelet.
Las gestiones para sondear una posible candidatura a la ONU de Bachelet están entrando en su etapa más clave. En diciembre de este año, el secretario general de Naciones Unidas debe hacer un llamado a los países del mundo para que nominen sus propuestas.
Estas se tendrán que presentar entre enero y febrero del próximo año. Los candidatos, posterior a esto, tendrán unos meses para conversar de forma informal con los miembros de la asamblea general de la ONU. Posteriormente, ese diálogo llegará hasta el Consejo de Seguridad de la instancia internacional, integrado por quince países, cinco de ellos permanentes y con poder de veto: China, Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia.
A priori, una posible nominación de Bachelet podría enfrentar la amenaza del gobierno estadounidense de Donald Trump, así como también del chino de Xi Jinping, administración contra la que la socialista, en su calidad de alta comisionada para los DD.HH., emitió un duro informe.
En octubre de 2026, el Consejo de Seguridad transmitirá su recomendación al pleno de la asamblea general, la que se reunirá para analizar esta alternativa y empujar una resolución para nombrar al nuevo rostro que lidere la asamblea general de la ONU, que iniciará sus funciones en enero de 2027.
Al ser una negociación de largo plazo, en el gobierno de Gabriel Boric son conscientes de que esta conversación la tendrán que sostener con quien llegue a La Moneda desde el próximo 11 de marzo de 2026, para así abordar la posible candidatura de Bachelet como un tema de Estado. La expresidenta, dicen en su entorno, está atenta a dicho diálogo.
Países rivales suben la presión por Bachelet
A menos de cinco meses del llamado que hará la ONU para que los países nominen a sus candidatos, la presión externa contra Bachelet ha subido.
La exmandataria es consciente de que no es la única candidata posible de América Latina y que sus contendoras han comenzado a desplegar sus estrategias para quedar mejor aspectadas en la carrera por la sucesión de Guterres.
Una de ellas es la exsecretaria de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena, quien fue públicamente respaldada el pasado 1 de julio por la Presidenta de su país, Claudia Sheinbaum.
Otra es la reconocida política de Costa Rica, Rebeca Grynspan, a quien se le atribuye ser la principal amenaza para Bachelet en caso de querer emprender una carrera por las Naciones Unidas. Ella, en entrevista con El País, dijo en febrero de este años que este era “el momento de América Latina”.
Quien también ha desplegado sus cartas es la Primera Ministra de Barbados, Mía Mottley, cuyo nombre figuró en registros de prensa durante los últimos días, por un supuesto respaldo del Presidente de Brasil, Lula da Silva (principal aliado de Boric), a su nominación como candidata. Dicha idea, sin embargo, se supeditaba a una negativa que habría manifestado Bachelet a una carrera por la secretaría general, tesis que es descartada de plano por su entorno.
Desde el otro lado de la cordillera también se ha empujado competencia contra Bachelet. Esto por medio de Rafael Grossi, un cercano del Presidente de Argentina, Javier Milei. Su candidatura, sin embargo, va en contra de la apuesta del Grulac por nominar a una mujer.
Pese a la amenazante competencia que podría enfrentar Bachelet, en el Ejecutivo chileno creen que en caso de que la exmandataria ratifique su aspiración por suceder a Guterres, la mayoría de los países de la región se plegarán a ella.
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