Cómo organizar (y mantener ordenada) la pieza de los niños

Aunque parece el último bastión del caos, no es tan difícil sostener el orden en la habitación de tus hijos. Se necesita decisión, paciencia, algunas cajas, etiquetas y, principalmente, abandonar la cultura de la acumulación.




Actualizado el 7 de marzo de 2022

Seguramente, durante estos dos largos años de confinamientos y cuarentenas, conseguiste reorganizar tu clóset, renovar algunos espacios de tu casa, atajar el caos de tu refrigerador e, incluso, darle algo de dignidad a tu logia o zona de lavado. Pero también es probable que, a pesar de esos esfuerzos por darle orden y progreso a los objetos en tu hogar, haya un lugar que todavía se mantenga rebelde e indomable: la pieza de tus hijos.

Autos, legos, muñecas, lápices, animales, papeles, bolitas, libros, plasticinas, más autos, más legos, un calcetín, bloques, dinosaurios, máscaras, duendes mágicos, envoltorio de dulces, un pandero, stickers de Peppa Pig (o de los minions (o de Peppa y los minions)), piezas de rompecabezas, la cajita de un jugo (todavía con algo de jugo), pinches, botones, cuescos de cerezas y seis monedas de diez pesos: eso es, más o menos, lo que un padre o una madre puede encontrar un día cualquiera, a una hora aleatoria, cubriendo el piso de la habitación de sus niños.

¿Se puede evitar ese tsunami de objetos, esa demencial feria de las pulgas que se instala cada jornada en sus piezas? ¿O es simplemente la entropía inherente a la infancia, el segundo principio de la termodinámica demostrado día a día frente a nuestras narices?

Aunque parece el mito de Sísifo —todos los días ordenar la pieza para que al siguiente vuelva a colapsar—, según dos expertas en organización, sí es posible mantener la armonía en esos espacios. No es tan difícil, pero más que nuevos productos o una redistribución de las cosas, requiere de ciertos cambios de mentalidad.

1. Ser ejemplo

“Ordenar se enseña”, es lo primero que dice Verónica Orb, consultora certificada con Marie Kondo y cuya asesoría “Crecer en orden”, enfocado en madres y padres, busca transmitir esta virtud a través de la crianza.

Lo que Orb quiere decir con eso es que no es suficiente decir “¡ordena tu pieza!” cada vez que termina el horario de juego y esperar a que el niño obedezca por arte de magia. “Se genera una reticencia obvia”, explica, “porque además de ser autoritario, no le estás enseñando cómo hacerlo”.

Como lo descubre tempranamente cualquier padre o madre, los hijos aprenden especialmente a través del ejemplo. Y eso cuenta para lo bueno y lo malo. Si una madre come mucha fruta, seguro sus hijos también lo harán; si un padre dice muchos garabatos, es probable que los niños los repitan, y mucho antes de lo que esperamos. Lo mismo ocurre con el orden: “no podemos exigírselo si al llegar dejamos tirada nuestra cartera o dejamos las cosas por cualquier lugar”, dice Orb.

No ser curas Gatica, y predicar pero además practicar es lo primero de lo que un padre debe preocuparse antes de querer imponer el orden. Y no dejar a los niños a su suerte. “Acompañarlos es muy importante”, agrega Verónica. “A mi hijo le digo ‘ordenemos, yo te ayudo’, pero en realidad él hace todo. No muevo un dedo pero estoy ahí presente, porque no les gusta estar solos. Así sienten que es parte de la rutina familiar”.

2. Evitar la acumulación

“La primera causa del desorden, y también la más relevante, es la cantidad de cosas que tenemos”, dice Rosario Prieto, cofundadora de Pongamos Orden, un emprendimiento donde asesoran y educan respecto a la organización en el hogar. Una frase que parece obvia —si las pertenencias no nos caben o nos cuesta ordenarlas es porque tenemos demasiadas—, pero que siempre es bueno recordar.

Según Prieto, “le estamos comprando más de la cuenta a nuestros niños”, lo que además les crea una necesidad de acumulación, “lo que termina siendo peor”. Dice Verónica Orb que esto muchas veces lo provocan papás culposos, que intentan compensar la falta de tiempo o atención a sus hijos comprándoles cosas. “Pero el cariño no se suple con juguetes nuevos”, opina. “Eso genera niños hiperregalados, lo que tiene muchas consecuencias negativas, entre ellas el desorden”.

Los juguetes los inventaron los adultos, apunta, no lo niños, “que se pueden divertir con una piedra”. Tampoco se trata de que no tengan nada o muy poco en su pieza o zona de juegos, “pero con una sola caja de juguetes pueden pasar largas horas entreteniéndose”, dice Prieto. “Cuando tienen mucho se confunden, no saben por dónde empezar, quieren jugar con todo y así se fomenta el desorden”.

Para evitar la desorganización, entonces, también hay que prevenir el exceso de cosas. Para eso, muchas veces hay que cambiar también los hábitos de la familia extendida —abuelos, tíos, padrinos—, que suelen ser la principal fuente de objetos nuevos. No es sencillo convencerlos, pero vale la pena intentarlo, sugiere Orb, “ya que las relaciones se deben basar en los vínculos emocionales y las experiencias, no en los objetos”.

3. Separar y sacar

Esos cambios culturales no se lograrán de un día para otro, pero un buen puntapié inicial para provocarlos es haciendo una nueva organización en la pieza. Lo esencial es que se haga junto a sus habitantes, tu hijo o hija, para que entiendan de qué se trata este cambio y se involucren con el orden a largo plazo.

Lo primero que hay que hacer, dice Rosario Prieto, es “comenzar a separar los juguetes y cosas por tipo y categoría”. Es decir, libros en un lado, legos en otro, muñecas aquí e instrumentos musicales acá. En este momento también se hace “una revisión de la calidad y cantidad de juguetes”, propone Verónica Orb, y junto a los niños ver cuáles están buenos, cuáles ya no le gustan —o no le sirven para su edad— y cuáles están rotos o descompuestos y deben irse. “Este chequeo conviene hacerlo cada tres o cuatro meses”, dice.

Prieto recomienda sacar lo que está en mal estado, ver qué cosa se puede reciclar y qué está duplicado o ya no llame la atención para eventualmente donarlo. El objetivo no es botarlo todo: “hay muchos lugares que reciben juguetes usados (como @charityanimalchile, @tiendasolidariadebra, @bazar_soymas, @elbazardemariaayuda, @tiendasolidariacoaniquem o @latienda.debuenafe) y otros donde los puedes vender (como @theloopkids)”, enumera Orb.

Así, quedarán en la pieza los juguetes con los que de verdad se entretiene —y que además le aportan a su desarrollo—, los que luego serán más fáciles de encontrar.

4. Etiquetar

Ahora, ¿dónde volver a guardar los juguetes? No todos juntos en un solo baúl o caja, ya que se perdería el inmenso esfuerzo previo. Pero si ya cuentas con alguna repisa o con cajas y contenedores, no necesitas invertir mucho más que tiempo para que el orden se mantenga.

“Es muy recomendable tener una caja o recipiente para cada una de las categorías que hicimos”, dice Prieto. “Por ejemplo, una para animales, otra para autos, para imanes, legos... etc”. Sería ideal que todas estas cajas fueran iguales, para proyectar una imagen de orden más fuerte, pero sino es cosa de pintarlas o forrarlas con papel o tela. Org aconseja usar unos papeles autoadhesivos que facilitan la tarea.

Caja organizadora plegable Ay-Kasa Mini (4 litros)


“Súper importante, eso sí, es etiquetar estas cajas y ojalá colocarles un dibujo distintivo que ayude a los niños a mantener el orden”, apunta la creadora de Pongamos Orden. “El etiquetado es lo clave: cuando cada elemento tiene un espacio designado, es difícil que se vuelva a desordenar”. Eso aparte crea límites en el espacio: al ser exclusivas para una categoría, una vez que está llena significa que hay muchos juguetes de ese tipo y ya no es necesario tener más.

Etiquetadora Brother PT-H110


Por otro lado, el orden también se facilita si los muebles en los que van estas cajas —o donde están los libros u otros objetos— se encuentran a la altura de los niños. “Si tienes una caja con bloques en un lugar que ellos no alcanzan, es difícil que después puedan ordenarlos”, dice Orb, y por eso conviene tener repisas más bien bajas.

Repisa cubo Muebles Kids (120x40x25cm)


5. Ordenar es jugar

Todos podemos recordar que la parte más fome de jugar era la última: volver a dejar las cosas en su lugar. Un momento que, con las energías bajas de tanta diversión, casi siempre se hacía con desgano y malas caras.

Esto no es que vaya a dejar de ser así, pero para que no se transforme en peleas, pataletas, griteríos y retos seguros, es necesario que los niños y niñas entiendan desde chicos que ordenar también es una fase del juego.

“No tiene que ver con no desordenar”, advierte Orb, “sino de hacer del orden una parte más del jugar”. Hay padres que para no enfrentarse al momento del orden, prefieren que sus hijos no desordenen, pero eso solo afectará su capacidad creativa y su desarrollo cognitivo.

Lo que sí se puede hacer es fomentar un juego ordenado, es decir, ir focalizando sus intereses y canalizando sus opciones. “Si son pequeños puedes preguntarles: ‘¿con que te gustaría jugar hoy? Ofrecerle una o dos categorías, involucrarte un poco con él, y si ves que perdió el entusiasmo, proponerle otra categoría”, dice Prieto. Si eso sucede, es fácil ordenar una caja para luego pasar a la otra, en vez de terminar con un desastre total.

“Si crías niños ordenados en la primera infancia”, agrega Prieto, “en la adultez serán personas más conscientes de los objetos, dicen algunos especialistas, más responsables, menos acaparadores e incluso más estudiosos”.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 7 de marzo de 2022. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.