Columna Ignacio Briones: Base por altura

"La base es la cantidad de contribuyentes o cotizantes y la altura la tasa de impuestos o de cotización. Por eso, es curioso que, en estos debates, pongamos tanto acento en las tasas y olvidemos la base".


“Base por altura”, nos enseñaban en básica para calcular el área de un rectángulo. Regla escolar que también aplica a dos reformas clave: tributaria y previsional. Aunque de naturaleza distinta, ambas comparten un objetivo: recaudar más. La primera, 4 puntos del PIB. La segunda, aumentar los fondos previsionales para mejorar las pensiones. Como el área del rectángulo, la recaudación resulta de la base por la altura. La base es la cantidad de contribuyentes o cotizantes y la altura la tasa de impuestos o de cotización. Por eso, es curioso que, en estos debates, pongamos tanto acento en las tasas y olvidemos la base.

Tomemos la discusión tributaria. Hoy nuestra carga es cercana a 21% del PIB. Corrigiendo por aportes a la seguridad social, la brecha con la OCDE es de unos 5 puntos del PIB (y de US$ 20.000 de ingreso per cápita a PPC). ¿Dónde están las diferencias de recaudación? No en la tasa de IVA (19% en Chile, similar al promedio OCDE), ni en su recaudación (10,6% del PIB en Chile vs. 10,8% en la OCDE). Está principalmente a nivel del impuesto a la renta de empresas y personas. Su recaudación conjunta (para comparar sistemas con distintos grados de integración) es de 6,3% del PIB en Chile contra 11,3% en la OCDE. Ahí los 5 puntos.

¿Será que la tasa corporativa en Chile es baja? No. Está sobre el promedio OCDE (27% vs. 22%). ¿Tasas personales bajas? No en las rentas más altas, con tasas no muy distintas de las de la OCDE. Entonces, ¿por qué recaudamos menos? La respuesta radica en un problema de base y no necesariamente de tasa. La existencia de exenciones y la evasión minan la base y son parte del problema. Pero una componente medular está en la estrecha base de personas que pagan algún impuesto a la renta.

En Chile, el 75% de las personas con rentas formales están exentas, a lo que se agrega una alta informalidad laboral cercana al 30%. En la OCDE la inmensa mayoría paga algo. En Nueva Zelanda, país al que siempre es bueno mirar, nadie está exento: se parte con una tasa de 10,5% y se termina con una tasa marginal de 39% en los más altos ingresos (en Chile 44,5%). ¿Qué pasaría si aplicáramos esa estructura a Chile? Un trabajo de Horizontal muestra que la recaudación aumentaría en un 4% del PIB, resultado que está en línea con Fuentes y Vergara (2021), quienes extienden el análisis a Noruega, España y Australia con similares hallazgos.

No se trata de copiar otras realidades. Solo de subrayar lo obvio: que la base importa. Y mucho. Además, mantener una base estrecha significa que, cada vez que se busque recaudar más, todo el peso recaiga en ese acotado grupo de contribuyentes, sobrecargando sus tasas. Por eso, aunque difícil políticamente, quizás sea tiempo de discutir fórmulas en que más personas contribuyan progresivamente con algo. Ello puede ir de la mano de transferencias directas a los segmentos de menores ingresos (impuesto negativo al ingreso). Por ejemplo, extendiendo el actual Ingreso Mínimo Garantizado.

Vamos a las pensiones. Nuestra cruda realidad es esta: por cada 100 personas que jubilan, es como si 35 hubieran cotizado todo el tiempo y 65, nunca (Comisión Bravo). Base por altura: con esa estrecha base de cotizantes, subir la tasa de cotización no hará magia en las pensiones promedio. Subir la cotización en los 6 puntos que hoy se plantean es recaudatoriamente equivalente a aumentar de 35 a 56 cotizantes regulares. Y aquí otro tema de fondo: hacer solidaridad con las cotizaciones (impuesto al trabajo) de una estrecha base de cotizantes implica recargarles excesivamente la mano. Por eso, la solidaridad con impuestos generales parece más justa. Es lo que se hizo en la PGU. Haberla financiado con cotizaciones hubiera significado aumentarlas en 4 puntos.

¿Cómo ampliar la base? Primero, incentivando el trabajo formal. Por ejemplo, a través de transferencias directas que premien la formalización y complementen la renta de las personas bajo un cierto umbral (impuesto negativo al ingreso). Segundo, endureciendo las sanciones por subcotizaciones. Tercero, facilitando la formalización de pymes con un régimen de permisos simplificados. Por último, avanzando en cotizaciones a través del consumo emulando el IVA. Ocurre que no todos tenemos un trabajo formal, pero todos consumimos. Esa recaudación podría ir a las cuentas personales según lo aportado o bien enterarse en éstas en partes iguales, lo que sería altamente progresivo.

Es hora de atacar en el problema de base. Y es que, en los debates que vienen, parece voluntarista solo discutir de tasas.

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