Irrumpió en la escena pública en mayo, con datos de abril. “Estudio Longitudinal Empleo-Covid 19: Datos de empleo en tiempo real”. Así se llamó. Su principal propósito era lograr tener una “foto” lo más fiel de lo que estaba pasando con el mercado laboral, que ya comenzaba a mostrar señales de debilidad y era clave contar con información actualizada que permitiera a las autoridades monitorear la situación.

Logró, además, adelantarse a las cifras oficiales que publica el INE, marcando fielmente la evolución del empleo. Su gestor fue el economista David Bravo desde el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales UC, del cual es director.

Su larga experiencia en sondeos de empleo lo llevó a advertir que era esencial contar con datos oportunos en esta inédita crisis. Por 13 años lideró la encuesta de empleo para el Gran Santiago del Centro Microdatos de la U. de Chile y ha participado en varias comisiones relacionadas con el mercado del trabajo y las pensiones.

“En marzo, apenas se decretó la primera cuarentena en la RM, nuestra preocupación se dirigió a las consecuencias sobre el mercado laboral y los ingresos, ante la constatación que tendríamos una fuerte recesión”, dice Bravo. Agrega que “alrededor del 20 de marzo ya teníamos el proyecto armado”, pero la confirmación de los recursos llegó cerca del 10 de abril.

Por ello, la primera versión de la encuesta correspondió a la última semana de abril. En ella, la tasa de desempleo nacional se situó en 9%, superior a lo que reflejó el INE en su encuesta del trimestre móvil enero-marzo de 8,2%, es decir, cerca de 75 mil personas desocupadas más. Esta encuesta fue, además, la primera en poner el acento en la pérdida de empleo más que en la desocupación, ya que refleja de mejor manera la dinámica del mercado laboral.

En su medición también empezó a mostrar tasas combinadas de desempleo. Por ejemplo, en julio la desocupación llegó a 10,8%, mientras que si se consideraban las personas inactivas, pero que buscarían empleo sin la crisis, ascendió a 24,4%, y si se contaban los trabajadores bajo Ley de Protección al Empleo, la tasa era de 31%, equivalente a 2,7 millones de personas.

Carolina Grünwald

“Este año fue diferente y desafiante en muchos aspectos. Nunca antes -al menos en el último siglo- el mundo se había paralizado por completo y al mismo tiempo, lo que trajo mucha incertidumbre.

Para los economistas esto supuso un escenario en el cual teníamos muy poca información, también los científicos. En marzo prácticamente no se sabía nada del virus. ¿Qué tan letal es? ¿Cómo se contagia? ¿Cuánto dura? Por el lado de la actividad no sabíamos cómo funcionaría el mundo y tuvimos que adaptar muchos procesos (teletrabajo, automatización, educación online), también la política monetaria (política monetaria no convencional) y la política fiscal (con políticas públicas novedosas, como la Ley de Protección al Empleo). Con un funcionamiento de la actividad fuera de lo común, las estadísticas habituales no eran suficientes para realizar proyecciones. Y es que también se vieron afectadas las tomas de muestra en el caso de algunos indicadores, al tiempo que se necesitaba una frecuencia más corta de información. Como el escenario era tan cambiante, con impactos que afectaban diversos flancos, los datos específicos se volvieron más valiosos. En este marco, la encuesta de empleo de la UC fue de gran ayuda, porque nos permitió seguir el pulso del mercado laboral -fuertemente impactado- con su análisis ‘en tiempo real’ del empleo”.

Sergio Lehmann

“Contar con información oportuna es clave para el buen diseño de políticas públicas, especialmente en períodos de crisis, en donde un buen diagnóstico permite una contención más efectiva de los costos que involucra. De ahí la importancia de fortalecer la recolección de datos, ya sea a través de las instituciones públicas o iniciativas privadas. Es importante, al mismo tiempo, recoger las mejores prácticas internacionales, entendiendo que los desafíos que enfrentamos son similares.

Se advierte con especial fuerza en los últimos años, cambios en los patrones de comportamiento de hogares y empresas, recogiendo nuevas tendencias culturales que se han visto exacerbados con la introducción de tecnologías, las que deben ser adecuadamente capturadas por los datos. En Chile, si bien se reconocen avances, aún estamos muy rezagados, por lo que aquellas iniciativas que buscan cerrar esa brecha constituyen un aporte valioso para el diseño de buenas políticas. Orientar recursos para entender bien los desarrollos económicos, que se reflejan en la información que se recolecta, es una muy rentable inversión. Permite un mejor diagnóstico y apunta a mejores decisiones. Pero esto no ha sido prioridad en el debate público, a pesar de las enormes ganancias a largo plazo. Se ha abierto así el espacio para aportes claves que han nacido del mundo académico. ¡Bienvenidos sean!”.

Cecilia Cifuentes

“La encuesta de empleo del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales me parece que cumplió un rol clave durante los meses más graves de la pandemia, en que la necesidad de aplicar políticas sociales inéditas requería contar con información sobre los daños que estaba generando la crisis. Me parece también que el gran valor que tuvieron esas cifras adelantadas y bastante certeras respecto a los números del INE, mostró la importancia de contar con más y mejores datos para mejorar la oferta de programas sociales del gobierno.

En una crisis ten inédita como esta, no existen buenos puntos de comparación históricos, por lo tanto, contar con datos en tiempo real es la única forma de dimensionar la magnitud y aplicar los paliativos necesarias. Fueron importantes también en ese momento los datos que iba publicando la Superintendencia de Pensiones sobre los trabajadores que se acogían al plan de protección al empleo, aunque solo abarcaban a los trabajadores formales. Las cifras del centro UC fueron las primeras que permitieron dimensionar el gran impacto de la crisis en el mercado informal, que además fue clave para plantear los planes de ayuda a esos grupos, y el alcance que se requería en los mismos. Sin estadísticas, se corre el riesgo de que la política anticíclica no cumpla su objetivo”.