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Las esquirlas de la guerra comercial

China eeuu

Hace varios años que existe una sana discusión sobre cuánto del crecimiento del país se juega en el plano local y hoy esa pregunta está más vigente que nunca. En el período 1984-2013 la respuesta fue obvia: Chile fue capaz de crecer más que el mundo. Pero en el último quinquenio las cosas parecen más difíciles, porque la economía chilena comenzó a desacelerar su tranco, a un ritmo similar a los países desarrollados. El problema es que aún no somos desarrollados.

No hay que olvidar que en la medida que Chile se acerca al grupo de países desarrollados, principalmente por la vía de ampliar y mejorar su oferta exportadora, lo que pasa afuera inexorablemente tiene impactos internos. En 2018, el 30% de lo que produjimos se fue al exterior, al considerar las exportaciones de bienes y servicios a precios constantes. Además, hay muchos sectores que indirectamente dependen del mundo exportador -basta pensar como ejemplo en los servicios asociados a la minería-, así que los impactos foráneos tienen efectos amplificados en la actividad interna.

¿Y qué ha pasado en el panorama externo? La guerra comercial ha tenido efectos visibles en el comercio internacional, como bien lo refleja el hecho que la OMC rebajó su estimación de intercambios globales desde 2,6% a 1,2% para 2019. Por su parte, el precio del cobre registró una corrección de 10% en el último semestre y las cotizaciones de otros productos relevantes han experimentado caídas mayores. Como resultado, después de crecer a una tasa promedio de 11% en el último bienio, las exportaciones chilenas acumulan una caída interanual en valor de 6,2% en el período enero-agosto.

Es sintomático que las mayores incidencias en la caída de los envíos chilenos provengan justamente de las exportaciones a las economías en disputa. Tanto a China como a Estados Unidos las exportaciones acumulan una caída de 10%. Es cierto que buena parte es por efecto precio, pero la menor demanda afecta también a los volúmenes exportados. No por nada el Banco Central corrigió la estimación de las exportaciones de bienes y servicios para este año desde un crecimiento real de 4,1% -en diciembre de 2018- a una caída de 1,3% y el crecimiento del PIB lo ajustó desde 3,75% a solo 2,5%.

¿Conclusión? Es un hecho que el menor ritmo de crecimiento potencial depende en buena medida de decisiones locales, pero los desalineamientos de corto plazo son el reflejo vivo de que somos una economía pequeña y abierta que, por ahora, recibe esquirlas de una guerra que puede profundizarse.

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