Pablo Zamora: “Esta generación va a tomar lecciones y va a llegar a La Moneda nuevamente, con el aprendizaje de este período”

Pablo Zamora, presidente de Fundación Chile. Foto: Andres Perez

El presidente de Fundación Chile, director de BancoEstado y exsocio de Notco, hace un balance de los más de dos años del gobierno de Gabriel Boric. “Entre el candidato de antes y el Presidente de hoy ha habido una transformación real”, dice. También critica a parte del sector privado: “Hay una capa de la casta empresarial, que no son todos los empresarios, que está sobreideologizada y está profundamente politizada”, afirma el científico, quien cree que “el país es mucho más moderado de lo que se pensaba en algunos sectores”.


“Me defino como un pedazo de atmósfera”. Pablo Zamora toma la poética frase del artista argentino Federico Peralta Ramos para describir su actual momento de vida que transita entre el mundo del emprendimiento tecnológico, la política pública y sus negocios. El exsocio de NotCo, actual presidente de Fundación Chile y director de BancoEstado, hoy está también enfocado en su nuevo proyecto “Nobel”, un restaurante ubicado en Isla Negra en asociación con la Fundación Pablo Neruda.

En entrevista con Pulso, el científico, a quien se le atribuye gran cercanía con el Presidente Gabriel Boric, también hace un balance del recorrido de los más de dos años de gobierno, los cambios que ha tenido el gobernante y el legado de la coalición oficialista.

¿Cómo se define Pablo Zamora en pocas palabras: empresario, científico, político de izquierda, inversionista innovador? ¿Todas las anteriores?

El notable artista argentino Federico Peralta Ramos se definía a sí mismo como un ‘pedazo de atmósfera’. Yo me defino como un pedazo de atmósfera, un trozo flotante. Estoy tratando de construir desde los espacios que me toca tener incidencia. Entonces, sí soy un innovador, sí soy un inversionista, sí soy un empresario, sí soy un emprendedor, soy una persona… y también soy de corazón de izquierda, pero no me defino como político en ningún caso.

¿Por qué no?

Porque no tengo pretensiones políticas, tampoco tengo partido. Estoy más bien apuntando a la construcción de una sociedad que a intereses particulares. Para mí, la política tiene que ver con dinámica de clases, de la casta política y no me siento parte ni de la clase ni de la casta política. Sí me siento partícipe, como servidor público, de apoyar iniciativas de Estado.

Aparte de dirigir Fundación Chile y de sus participaciones en una decena de startups, acaba de inaugurar en Isla Negra su primer restaurante en asociación con la Fundación Pablo Neruda. ¿Qué es lo que centra su energía hoy?

Varias cosas. Tengo una especie de incontinencia intelectual. Más de una cosa me llama la atención. La educación me llama profundamente la atención, así como la economía. Movilizar a Chile desde mi contribución al desarrollo de una economía basada en el conocimiento me tiene bastante obsesionado, al igual que los cambios culturales dentro del aparato público. He encontrado una hermosa veta de aporte a Chile a través de los cargos que me designó el Presidente, tanto en el BancoEstado como en Fundación Chile.

¿Cómo ha evolucionado su relación con el Presidente Boric, a quien apoyó fuertemente desde la campaña?

Muy contento de la relación con el Presidente. Estoy agradecido porque los cargos en que estoy son de confianza presidencial, por lo tanto, a quien le reporto es al Presidente de la República. Obviamente, antes de asumir el rol (de Presidente) tenía una relación distinta y ahora que ostenta el cargo hay un montón de estructuras a las cuales responder. Veo la tensión que él está sufriendo todos los días y trato de empatizar con eso. La semana pasada acabamos de hacer un anuncio muy importante, que empujé con mucha energía, que es la creación de una iniciativa (Startup Campus) que espero que sea la primera de muchas que van a ocurrir en regiones para poder desarrollar capacidades para estas empresas del conocimiento basadas en ciencia y tecnología. Lo conversé con él directamente y me gusta que se involucre en temas de futuro y no sólo en el análisis de la coyuntura y de la discusión mezquina que ocurre a través de las cámaras.

Hay mucha gente que le molesta que alguien del mundo de la empresa privada opine bien de un gobierno progresista… muchos tienen toda la intención de que fracase. Lo que no entienden esas personas es que muchas veces cuando fracasa el gobierno, fracasa el país, fracasan muchas veces las personas que están más rezagadas.

Hay que quitarse el velo sobreideologizado de las cosas y tratar de construir bienes públicos, bien común. Hay gente que no comulga con eso y eso para mí es bien dificultoso.

El propio Presidente Boric ha hablado de su transformación en estos más de dos años en el poder, de cómo lo cambió el sillón de O’Higgins. ¿Ha percibido ese cambio?

Entre el candidato de antes y Presidente de hoy ha habido una transformación real. Esperaría que cualquier ser humano esté llano y tenga la suficiente plasticidad para ir aprendiendo y tomando lecciones de aprendizaje para tomar mejores decisiones. En eso ha habido una transformación desde el discurso a la práctica.

También hay que entender que el país no se construye desde una trinchera. Uno no puede llegar a aceptar el poder y defender intereses particulares de quienes eventualmente empujaron tu candidatura. Hay que tener una perspectiva 360 de la sociedad, de los territorios, de la diversidad de nuestros pueblos originarios, de la diversidad de la economía… Esa sumatoria de condicionantes que aparecen al estar a cargo de un país, tienen que modificarte como persona. Es una buena evolución.

Esa evolución no ha sido bien percibida por algunos sectores de izquierda…

En mi caso, acabo de lanzar este programa Startup Campus y hay gente que me acusa de estatista, de estalinista, por pretender que el Estado genere las condiciones habilitantes para que las empresas basadas en ciencia desarrollen impacto económico. Independiente de lo que se haga en un ambiente polarizado como el que estamos hoy, con redes sociales, siempre va a haber detractores. Hay gente a la que no le gustan los cambios. Gente liberal en lo económico, pero conservadora en lo moral, en lo político, que no quiere ningún tipo de cambio.

Hay ciertas decisiones con matices que el Presidente ha tomado y en que yo no estoy de acuerdo... y eso me lo guardo. Entiendo que él está tratando de ejercer su cargo en función del bien común y eso lo agradezco.

Estoy convencido que la decisión de haber seguido impulsando las políticas de hidrógeno verde del Presidente Piñera, de haber tomado muy en serio la reconversión de territorio ahora con las nuevas industrias que se están creando, la decisión de generar cadenas de valor en el litio desarrollando productos agregados, son buenas decisiones que tienen que ser celebradas por todos. Nos estamos moviendo en la dirección correcta, aunque no estamos con la velocidad que quisiéramos.

“Soy menos condenatorio de los errores verbales, lo importante son los temas que se quieren impulsar en el programa y las transformaciones sociales del país”, dijo en 2022. Sin embargo, todo parece indicar que las transformaciones pretendidas por Boric ya no se harán o quizás quedarán muy diluidas…

A lo que hacía mención era acerca de cómo todo el mundo festina con los ripios verbales de las personas, cuando alguien se equivoca en una cifra. Es como condenar a Lionel Messi porque falla un penal y decir que es un mal futbolista porque se equivocó en un valor o no hizo bien una conversión de valores instantáneamente porque un periodista se lo preguntó…

Lo que hacía mención también entonces es que si se tiene mayoría en ambas cámaras y se tiene la suficiente recaudación fiscal para impulsar los cambios, esas transformaciones se podrían incrementar con mucho más fuerza. Pero lo que hemos visto hoy es que el pacto fiscal ha estado en tensión y que la reforma tributaria se cayó. No necesariamente se tiene el poder político suficiente para traccionar las transformaciones, por lo tanto, va a haber cosas que no se van a alcanzar a realizar y es una pena.

Pero al principio la coalición habló de transformaciones radicales, de terminar con el neoliberalismo… ¿Eso puede haber contribuido a generar un poco de distancia o de temor en los sectores más conservadores para avanzar en transformaciones, entendiendo que las transformaciones radicales no son de la noche a la mañana?

Sí. Hubo un discurso en el cual se construyó parte del metarrelato que tendía a ser más confrontacional que lo que la realidad permite. Pero una de las primeras señales políticas que se dio fue que se nombró un gabinete bastante experto, con una visión amplia. Eso fue muy bueno como señal. Hubo cierto eslogan que se ofreció que era bastante más radical que lo que la realidad lo permitía. Hay un consenso que nos dio el proceso constituyente de que el país es mucho más moderado de lo que se pensaba en algunos sectores.

¿Cree que en estos años han retrocedido en la batalla cultural que planteó la coalición en un principio? El neoliberalismo persiste, las AFP siguen existiendo, las isapres…

Desde los titulares hay ciertas reivindicaciones obviamente que no se van a lograr. De todas formas, no me siento tan cercano a esa batalla cultural porque no tengo el mismo sesgo ideológico que tienen muchas personas. Si las cosas no terminan ocurriendo, y eso es mejor para el resto, entonces que no terminen ocurriendo nomás. Hay gente también que estaba más cercana a que el sistema de salud colapsara no porque estuviera defendiendo que las isapres se cayeran, sino porque querían el caos para sacar réditos políticos.

¿Cómo ha percibido la actitud del mundo empresarial durante estos años?

Hay una capa de la casta empresarial, que no son todos los empresarios, que está sobreideologizada y está profundamente politizada y que interpela al poder político, porque por mucho tiempo el poder económico compró ese poder político y hoy día no lo tiene. Como no lo tiene, lo tensiona, lo aprieta, y no necesariamente es para el bien de la mayoría, sino para el bien de los intereses de esa capa.

Probablemente esa capa no sea la que pese en cinco o diez años más. Para eso se está construyendo una nueva economía; para diversificarla y evitar la concentración económica. Hay que lograr que haya más espacios de poder, y eso tiene que ver con que haya más empresarios, más centros de pensamiento, una mayor diversidad parlamentaria; la concentración atenta contra la democracia.

¿Qué le parece el debate instalado por el propio Presidente Boric sobre cuan “coñetes” han sido los bancos con sus créditos en esta coyuntura económica?

Lo que dice el Presidente es el reflejo de un contrapunto de datos que muestra que el rol contracíclico de BancoEstado tuvo un impacto tremendo. El hecho de bajar las tasas de los hipotecarios en los diferentes programas para beneficio de las personas fueron muy rentables y bien acogidos. Hubiera sido muy bueno que no sólo la banca pública tuviera esa responsabilidad con las personas, sino también la banca privada. No me cabe duda que el comportamiento de BancoEstado y sus números dan pie para pensar que si el resto de la banca se hubiera comportado de la misma forma, la economía se hubiera dinamizado de mejor manera.

¿Cuál cree que va a ser el gran legado de este gobierno? ¿Cómo va a ser recordado?

Va a ser recordado como un gobierno empático con los territorios, que movilizó el desarrollo de la transición energética y que puso a Chile en la cresta de la ola en las transformaciones de transición. Va a ser recordado como un gobierno comprometido en el desarrollo de una economía más compleja y diversificada;que le va a decir a quienes estuvieron acostumbrados a estar en el poder, que también se puede ejercer el poder sin pertenecer necesariamente a las familias más ricas de Chile, ni venir de los partidos más tradicionales. Podemos nosotros, gente que ha estado fuera del sistema, construir país también. Este ejercicio de democratización del poder, donde llegue gente que ha estado en partidos más pequeños, le hace bien a Chile.

No me cabe ninguna duda que esta generación va a tomar lecciones y va a llegar a La Moneda nuevamente, con el aprendizaje de este periodo. El aprendizaje de volver a hacer eventualmente oposición en este o en el siguiente periodo y con mayor madurez política, tratar de dirigir un mejor barco

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