En octubre del año pasado el entonces ministro de Hacienda, Ignacio Briones, presentó una Comisión Tributaria de 18 miembros y liderada por el investigador senior del Centro de Estudios Públicos (CEP), Rodrigo Vergara. Su mandato: analizar y hacer una recomendación de política respecto de las exenciones tributarias (excepciones que permiten pagar menos impuestos), tras un informe técnico realizado por la Ocde y el FMI, y como segunda etapa, generar una hoja ruta de mediano plazo para el sistema impositivo del país. La primera tarea el grupo la cumplió en la fecha acordada, a fines de enero. Pero lo distinto fue que ya no estaba Briones y, en su lugar, quien recibió el informe fue el nuevo titular de Teatinos 120, Rodrigo Cerda. Este rápidamente transmitió que si bien el tema seguía vigente, no estaba dentro de sus prioridades. Frente a ello, Vergara sostiene que el ministro tiene todo el derecho a establecer su propia agenda y que es válido su argumento de allegar más datos sobre la materia, pero también plantea: “Es iluso pensar que uno debe tener toda la información de cada una de las exenciones para empezar a actuar. (...) Para estos efectos lo perfecto es enemigo de lo bueno”.
¿Cuál es el aporte del informe que elaboró la Comisión Tributaria que usted encabeza, en materia de exenciones impositivas?
-Por un lado, la revisión misma del tema. Una exención es una excepción a la norma general y esos beneficiarios van a pagar menos impuestos o no van a pagar. Por lo tanto, es una materia que merece ser revisada más asiduamente. En EE.UU., por ejemplo, en los últimos 20 años ha habido dos comisiones presidenciales para estudiar las exenciones. Son recursos públicos y si no existieran esas exenciones habría una mayor recaudación tributaria, con lo cual podría gastarse más o bajarse las tasas de impuestos en aquellos mismos sectores donde hay exenciones. El otro valor importante es que un grupo transversal de 18 economistas, de distintas visiones políticas e ideológicas, logramos ponernos de acuerdo en la gran mayoría de los temas respecto de cuál debiera ser el futuro de las exenciones en Chile. Y en los que no, al menos entregar una visión de hacia dónde debiera ir la materia.
A su juicio, ¿se requiere actuar ya en la eliminación de exenciones tributarias?
-Este es un año muy complicado políticamente. Está lleno de elecciones y con la economía recién recuperándose de la pandemia, por lo que puedo entender que no se quieran abrir temas tributarios, porque en algunos casos puede dañar la reactivación. Dicho eso, creo que más temprano que tarde la revisión de exenciones tributarias tendrá que debatirse.
Pero el ministro Rodrigo Cerda dijo que el tema no es una prioridad para él. ¿Cómo recibe esa definición?
-De partida, este fue un informe que pidió el exministro Ignacio Briones. Entonces, yo puedo entender que el nuevo ministro diga: ok, tengo un año de plazo donde tengo todos estos desafíos, por lo tanto, gracias por el informe, pero las exenciones no están dentro de mi agenda más inmediata. Frente a eso digo que sé que algunas pueden ser complejas políticamente, pero que vale la pena avanzar en, al menos, algunas de ellas en un plazo no demasiado largo.
De hecho, el Presidente Piñera las mencionó como una fuente para financiar el aumento del Pilar Solidario en pensiones, pero luego no aparecieron...
-No sé qué pasó, aparentemente hubo una descoordinación.
Al respecto, hay un debate por las fuentes de financiamiento que planteó Hacienda en esa indicación. ¿Le parece bien que usen holguras fiscales por mayor crecimiento?
-El principio básico hay que mantenerlo: a más gastos permanentes, más ingresos permanentes. Segundo, el gobierno dice que son ingresos permanentes, pero creo que debe hacer un poco mejor su caso de que aquí hay un financiamiento de mediano y largo plazo asegurado. Es complejo decir simplemente ‘voy a financiarlo todo con la mayor recaudación que se genere con crecimiento’, porque el gasto futuro sabemos que estará presionado. A mediano plazo vamos a necesitar más recaudación y eso va a tener que venir, en parte, de las exenciones, y también de un aumento adicional de la carga tributaria.
¿Se equivoca, entonces, el ministro de Hacienda al no priorizar la eliminación de exenciones?
-No me atrevería a decir eso. Él tiene que ver cuáles son sus prioridades. Yo espero que en la medida que pase el tiempo, que vayamos saliendo de la pandemia y avanzando en algunas de las otras prioridades que tiene el ministro, las exenciones pasen a ser parte del instrumental que se utilice para financiar en forma permanente aquellos gastos que están aumentando, también, en forma permanente.
El ministro Cerda ha dicho que faltan datos en la materia y que formó una mesa técnica para allegar información, antes de lo cual ve difícil avanzar. ¿No es atendible?
-Es totalmente atendible y él me comentó sobre este grupo de trabajo que formó para tener mejor información. Ahora, creo que es iluso pensar que uno debe tener toda la información de cada una de las exenciones para empezar a actuar. Uno puede avanzar en tener más información, pero para estos efectos lo perfecto es enemigo de lo bueno. El ministro Cerda verá cuándo pone las exenciones sobre la mesa, si decide ponerlas, pero mi opinión es que ojalá fuera este año, porque Chile está aumentando su gasto y una de las fuentes de financiamiento debieran ser las exenciones.
De los US$ 8.400 millones en exenciones informados por el SII para 2019, ¿cuánto más pueden sumar, dadas las mal estimadas?
-Es muy difícil saber, porque hay cosas que el mismo FMI y parte del equipo que lideré dicen que no son exenciones, con lo cual esa cifra está sobreestimada, pero en otras está subestimada. Ahora, si uno piensa que de aquí al fin de la década Chile deberá aumentar su carga tributaria en 2 a 3 puntos del PIB, y siendo realistas, entre medio y un punto puede venir de las exenciones.
¿Cuáles exenciones consensuadas por la comisión para avanzar en su eliminación, podrían tener apoyo en el Congreso?
-Tengo claro que probablemente no todas ellas pasarán el cedazo político y en una democracia ese es el cedazo más importante. De las que creo que tienen más posibilidades están los regímenes de renta presunta, crédito especial a la construcción, beneficios a viviendas DFL2 y quizás el IVA a los servicios, entre otros.
En el caso de la renta presunta, sus beneficiarios señalan que ellos no tienen capacidad o recursos para llevar una contabilidad completa...
-Este régimen excepcional se pudo haber justificado en su momento, con empresas nacientes y en un país mucho más pobre y con menos información, pero hoy ya no. Y, ojo, que no estamos diciendo que estas empresas deban llevar contabilidad completa. Se pueden acoger a los regímenes pyme, que son simplificados.
¿Y las más difíciles políticamente?
-Las que tienen que ver con las zonas francas y el crédito al impuesto del diésel para camioneros e industrias, entre otras. Pero en el caso de las zonas francas, si por argumentos geopolíticos se quiere ir en ayuda de algunos lugares, hay que evaluar si es mejor, más transparente, hacerlo con subsidios directos. Según un informe del Banco Mundial, se gastan en esa exención del orden de US$500 millones al año, por lo que es un cuestionamiento que debemos hacernos tanto técnicos como políticos.
Y en cuanto al crédito al impuesto al diésel para el transporte de carga y empresas...
-Vence a fin de año, por lo que bastaría con no prorrogarlo, pero ha sido históricamente un tema muy sensible en el mundo político. Nosotros no ignoramos el factor político, pero nuestro informe es técnico.
¿Qué pasó en lo referente al impuesto a la ganancia de capital, que siempre ha sido otra exención candidata a desaparecer?
-Lo primero es explicar que esta exención aplica para las acciones y cuotas de fondos con alta presencia bursátil, ya que todo el resto paga el impuesto correspondiente. Fue el tema más debatido por la comisión y donde se abrió más el abanico de posiciones, desde dejarlo tal cual, hasta eliminar por completo dicha exención. Yo y otros miembros estuvimos por poner un impuesto a la ganancia de capital, pero con una tasa baja y pareja como existe en otros países del mundo, por ejemplo, EE.UU. Otro tema interesante fue el de los FIP o fondos de inversión privados, donde la mayoría recomendó la eliminación de la exención y que tributen con primera categoría. Esto último también podría encontrar apoyo político.
Hay quienes plantean que ese impuesto a la ganancia de capital atenta contra hacer de Chile un centro financiero regional.
-Las propuestas son bien razonables y ya el informe Ocde-FMI dice que este tipo de beneficio es bastante único. Entonces, si uno pusiera una tasa reducida y pareja, no creo que signifique un golpe severo al mercado de capitales chileno. Seguiría siendo competitivo.
¿Harán la segunda parte del trabajo que les pidió Briones: una hoja de ruta tributaria de mediano y largo plazo?
-Conversamos con el ministro Cerda acerca de cuándo comenzar con eso y me pidió tiempo para afinar sus prioridades y equipos. Quedamos de hablar un poco más adelante para ver los tiempos, porque ese trabajo requiere establecer una secretaría técnica que la aporta el Ministerio de Hacienda.
Entonces ya no corre la fecha de mediados de año para entregar ese documento...
-No, ninguna posibilidad. Si este trabajo se reanuda, es evidente que hay que pensar en otra fecha, probablemente a fin de año. P
“Que Chile crezca 7% este año no es fácil, pero no se puede descartar”
¿Cómo marcha la recuperación de la economía en el país?
-La buena noticia es que la recuperación de la economía chilena ha sido muy significativa. De hecho, el Imacec está apenas 1,5 puntos porcentuales abajo del nivel prepandemia. O sea, casi estamos en el nivel previo a la pandemia.
¿Y este repunte no se verá empañado por el aumento de los contagios Covid y el regreso a Fase 2 en la RM?
-Puede haber algún retroceso, pero lo veo transitorio. Soy bastante optimista y creo que la proyección de crecimiento del PIB para 2021 del FMI, de 6%, es perfectamente alcanzable.
Hay varios factores tras ello: la expansividad de las políticas fiscal y monetaria; el precio del cobre y el repunte mundial; y el manejo de la pandemia, en particular el proceso de vacunación, que ha sido notable. Hay que hacer ahí un reconocimiento al Presidente Piñera y a los ministros Mañalich y Paris. También, aunque no me gustan y nos van a pasar la cuenta más adelante, los retiros de las AFP han producido un efecto expansivo. Sin duda, hay un riesgo por rebrotes del virus, pero es acotado, dado el proceso de vacunación. Sobre los riesgos políticos, espero que prime la racionalidad en la discusión constitucional.
¿Son todas buenas noticias?
-No. Hay sectores que siguen rezagados, como turismo y servicios, y más importante aún, el empleo. Tenemos todavía un millón de personas menos empleadas que hace un año. Espero que una vez que la vacunación se siga masificando, estos sectores se sumen más rápido.
¿Ve sostenible el precio del cobre en torno a US$4?
-Existen elementos potentes detrás de su recuperación, pero si hay algo difícil de predecir son los precios de los commodities, por lo que sería cuidadoso de sacar cuentas alegres. Si hay más ingresos, aprovechemos el ciclo para reponer las finanzas públicas.
¿Y qué opina de las propuestas de subir impuestos para aprovechar este incremento del cobre?
-Tenemos una regla fiscal bien clara, donde los ingresos extraordinarios hay que ahorrarlos. Si la economía se recupera y se mantiene alto el cobre, lo razonable es que reconstruyamos parte de los colchones que teníamos. Lo otro, es absurdo. Además, hoy ya el royalty a la minería depende del margen operacional y este depende del precio del cobre, por lo tanto, cuando sube uno, sube el otro. Entonces, a la gente que dice que hay que subir la tasa para recaudar más cuando sube el precio del cobre, yo les digo, ¡pero si esas dos cosas ya pasan con el actual diseño! Hay que informarse bien y no tirar cosas al boleo.
¿Podemos llegar a crecer 6,5% este año como dice el BC? Y un 7%, ¿es descartable?
-Creo que un 6,5 % es un número alcanzable, y que Chile crezca un 7% este año no es fácil, pero no se puede descartar.
Dado eso, ¿se justifican las nuevas medidas de apoyo que ha anunciado el gobierno?
-Sí se justifican, pero hay que ser bien preciso en lo siguiente: se justifica en la medida que estamos teniendo mayores restricciones de movilidad y eso afecta la capacidad de acceder al trabajo, pero deben ser ayudas bien focalizadas en quienes las requieren y transitorias.
¿Por qué?
-En el mercado laboral aún no nos hemos acercado a la fuerza de trabajo prepandemia. Algunas personas no han podido volver por las circunstancias y eso afecta sobre todo a mujeres y jóvenes. Por otra parte, las actividades más afectadas son intensivas en mano de obra. Pero también puede ser que las ayudas estén generando una distorsión. En la medida que recibo más beneficios, tengo menos incentivo a volver al mercado laboral o a formalizarme. Yo sigo siendo muy partidario de las transferencias directas durante las restricciones a la movilidad, pero llegó la hora de empezar a pensar en la etapa que viene, donde hay que ir gradualmente reduciendo esa parte de transferencias e ir reemplazándola por medidas de inversión. Puede ser políticamente incorrecto lo que estoy diciendo, pero el problema es que empecemos a hacer permanente algo que en su esencia es transitorio y que eso nos pase la cuenta.
¿Por dónde tienen que venir las medidas favorables a la inversión?
-Directamente inversión, infraestructura pública, concesiones, y también apoyo de eliminación de trabas a la inversión privada.