“Ha sido un camino inevitable, a partir de las desventajas competitivas de la planta local frente a otras de la compañía, ubicadas en otros países y que dicen relación con la disponibilidad de materias primas y la distancia de los principales mercados de comercialización de los productos”. De esta manera, la matriz de Nivea y Eucerin, Baiersdorf, anunció el jueves que dejará de producir en Chile. Se une a los anuncios de este año de Unilever y Iansa, y un poco más atrás a la decisión de Maersk de dejar de producir containers. ¿Es muestra de que Chile es un país menos competitivos?

“A mí lo que más me preocupa, es que los índices de mejoría en la productividad en Chile no han avanzado en los últimos años, y cuando no se tiene un avance en estos indicadores, pierdes capacidad competitiva. Es lo que está ocurriendo con este tipo de empresas que son multinacionales y que también afecta a las nacionales”, señaló a la luz de los hechos Juan Sutil, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC).

El líder de los empresarios agrega que le inquieta que “al no ser nosotros competitivos, haya otros países que reemplazan la capacidad productiva que no está teniendo Chile”.

Se trata de una preocupación que guarda relación con el análisis que realiza Sergio Olavarrieta, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Desde su punto de vista, más allá de los necesarios esfuerzos propios, la competitividad depende mucho de lo que está haciendo el resto y el que Chile haya estado a la vanguardia de las reformas hace 30 años, no es garantía de que se mantenga a la cabeza.

“A fines de los 80 y principios de los 90, cuando nadie estaba haciendo nada, Chile implementaba importantes reformas, invertía fuerte en educación y salud, abría su economía y generaba recursos de las mismas concesiones”, recuerda Olavarrieta, quien ha participado de las últimas ediciones del “Índice de competitividad digital IMD”. “Pero en los últimos 20 años muchos comenzaron a entrenar de la misma forma su economía. Innovaron o tenían mejores capacidades desde el inicio. Países de Asia, de la ex Unión Soviética, el Medio Oriente y de la misma región, han abrazado reformas como las que aplicó Chile”.

De esta manera, aunque nuestro país es el primero a nivel regional tanto del “Índice de Competitividad Digital IMD”, del que ha participado Olavarrieta, y del “Índice de Talento competitivo Global”, de Insead, ya no destaca como lo hizo en el pasado en la escena mundial.

Debilidades

Pero no se puede responsabilizar únicamente al desarrollo del resto por los pesares propios. “La calidad de la educación superior ha mejorado escasamente en los últimos 30 años. Hay déficit de buenos técnicos, porque muchos apuestan por carreras universitarias que no aportan mucho a la productividad. Eso tiene que ver con que en Chile nunca se ha mirado bien el trabajo que se hace con las manos”, destaca Joseph Ramos, vicepresidente de la Comisión Nacional de Competitividad.

Agrega que el país “ha dejado de copiar con fuerza las mejores tecnologías del resto del mundo. Una cosa es que no hagamos mucha investigación y desarrollo, que es el caso, pero los avances más importantes de Chile fueron a partir de copiar”. Aunque el concepto haga ruido, Ramos aclara que gracias a copiar la tecnología de otros, salieron adelante Japón en el período entre guerras, Europa en la post guerra y China es sus últimas exitosas décadas.

Finalmente, Ramos apunta a la “falta de competencia”, punto sobre el cual también reflexiona Felipe Oelckers, académico de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez. “Un aspecto negativo es la concentración económica. Nosotros somos una economía chica y hay muchos oligopolios, donde hay tres o cuatro competidores, como es el caso de farmacias y supermercados”, consigna el experto.

Destaca, entonces, que “lo que esta concentración económica hace al final del día es generar poca competitividad. Al no permitir el ingreso de nuevas empresas se va generando una erosión en el mercado”.

Aunque según Ramos para mejorar en muchos de estos aspectos tan solo “hace falta voluntad, conciencia y perseverancia”, hay espacios para el optimismo. “La competitividad de una economía tiene que ver con las políticas que las autoridades aplican dentro de un país”, indica Oelckers, subrayando que sí se han visto progresos.

“Chile está mal en el tema de innovación y tecnología, pero esto ha ido mejorando con el curso de los años. Ha habido algunos emprendimientos como Cornershop o NotCo, que han empezado desarrollar tecnología con una disciplina empresarial orientada un poco a eso”, sostiene.