Pulso

Yo... amo el peligro”, Cool McCool

"La regla número 1 de cualquier patio colegial es no buscar pelea con quien no tienes posibilidad de ganar"

Recién asomábamos a la adolescencia cuando, en un verano de los 80, mi hermano, un primo, varios amigos y yo, caímos al unísono flechados, platónicamente, por cierto, por una niña más grande que jugaba volleyball en las arenas de un por ese entonces tranquilo Maitencillo. La polera amarilla que usaba tenía impresa, con grandes letras azules, la palabra mágica: “Coppertone”. Llenó nuestro verano. ¿Bastaba que uno dijera “Copper…?” para que el resto contestara “tone!!”, así en castellano, haciendo estallar risas cómplices en honor y admiración por la volleybolista. Yo sabía que Coppertone era una marca de bronceador, pero no fue sino hasta varios años después que entendí que se trataba de un juego de palabras, que hacía referencia al color cobrizo que adquiría el usuario del producto en cuestión. La publicidad de Coppertone quedaba en la memoria: un perrito bajaba levemente el traje de baño de una niñita, para mostrar el contraste entre la piel blanca y la bronceada con la ayuda de producto.

Como es de suponer, jamás nadie osó cruzar palabra con Coppertone. No teníamos aún la osadía necesaria para enfrentar ese tipo de desafíos. Una osadía que, por cierto, tiene de sobra nuestro Presidente, quien esta semana se ufanó de su paso por Río de Janeiro acompañando a los BRICS. Se sacó las fotos de rigor con todo el variopinto lote. Abrazó y dio la mano a rusos, chinos e iraníes.

Destacó la importancia del multilateralismo y del bloque que representa el 49% de la población y 39% del PGB mundial. Abrieron los fuegos con una declaración condenando los ataques a Irán, Putin signature included. Y luego siguieron con los discursos, las comidas y las fotos protocolares. A casi todos nos pareció una imprudencia mayor e innecesaria.

Donald Trump aseguró que pondrá fuerte arancel al cobre.

Mostrando soberbia e incapacidad de subordinar sus opiniones personales a los intereses del país, no es la primera vez que el Presidente ha hipotecado y puesto en riesgo nuestra relación con USA. A pocos meses de terminar su mandato además. No se trata de besar anillos ni doblar rodillas. Pero no hay para qué meterse en las patas de los caballos, haciéndose el cool, sacándose fotos con los enemigos. Bueno. Antes del lunes llegó la respuesta Trumpiana: 10% de aranceles adicionales a los BRICS y quienes los apoyen. Ojalá quede en nada. No contento con eso, el miércoles le puso una piña en plena cara a Lula y declaró la guerra comercial a Brasil : 50% de aranceles a todas las exportaciones a USA por las peleas con las Big Tech y Bolsonaro. No se lo mandó a decir con nadie. Le mandó una carta con mayúsculas.

El martes Trump había tirado otra bomba: 50% de tarifas para el cobre. De las 810 mil toneladas de cobre importadas por USA en 2024 -45% de su consumo total-, un 65% proviene de Chile. Los precios de los futuros saltaron por los aires, hasta US$ 5,89 la libra. No hay ninguna claridad de cómo operaría esto. Howard Lutnick, secretario de Comercio de USA, dijo sólo que “la revisión del tema del cobre está terminada”.

Si el arancel es parejo para todos, la medida no debiese tener demasiadas implicancias a corto plazo. USA no puede aumentar radicalmente su producción doméstica. Quizá, reaccionar aumentando el procesamiento de chatarra de cobre, pero no parece ser material. La medida, eso sí, generaría un curioso incentivo para construir data centers, producir autos y otras manufacturas fuera de USA. Dicho todo lo anterior, como la demanda parece ser relativamente inelástica, no hay nadie corriendo por los techos.

En un escenario aterrador y nada descartable, Donald, enojado por tanto tweet nocturno contra el ataque a Irán o por las fotitos con los BRICS, decide no sólo quitarnos la Visa Waiver, sino poner un arancel diferenciado para el cobre chileno. ¿Cuánto costaría la gracia de cerrar el mercado americano por darse gustillos personales, por adorar el peligro? US$ 6.000 millones. 2% del PIB. Para comenzar. Y qué pasaría, peor aún, ¿si se impone un arancel de mucho más del 10% sobre todo el comercio con Chile? Aunque tengamos déficit comercial con USA. Por chico tirado a choro. Ahí quedarían fuera nuestros salmones, nuestros vinos, uvas y arándanos, con toda la cadena de prosperidad y empleo que generan. Con la rayita al aire, como el aviso de Coppertone.

La regla número 1 de cualquier patio colegial es no buscar pelea con quien no tienes posibilidad de ganar. Hacerse el cool con el matón del curso es muy peligroso y poco inteligente, sobre todo cuando 20 millones de personas dependen de uno. Por el contrario, hay que ser estratégicos, racionales y fríos. Por qué no aprovechar la instancia para buscar un deal especial para el cobre chileno. Una cuota con arancel más bajo. O una tarifa de menos del 10% para todos nuestros productos y servicios. US$16.000 millones de dólares de oportunidades. Pero para eso hay que cambiarse de polera. No la de Coppertone, que quien sabe dónde estará. Hay que hacer el ejercicio de desprendimiento y madurez más grande posible: póngase a tono. Sáquese la polera de Gabriel y póngase la roja. La del escudo en el corazón. La de todos los chilenos.

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