Revista Que Pasa

La ilusión de la memoria

¿Qué hay detrás del incremento de consultas médicas por problemas de memoria? Puede ser el temor al alzheimer, la idealización de nuestras capacidades o simplemente el bombardeo al que nos sometemos cada día.&nbsp; <br>

Quizás debido al miedo al Alzheimer, la enfermedad más temida después del cáncer, se ha incrementado últimamente la consulta por queja de memoria de personas con muy baja probabilidad de padecerlo. En estos casos no es poco habitual que el médico deba esperar un momento a quien acude a consultar por una queja de memoria: es el tiempo que el  paciente toma en apagar algunos de sus aparatos electrónicos y desconectarse.

Las razones del incremento de consultas por quejas de memoria son probablemente múltiples. Además del miedo, es posible que las personas tengan una distorsión de lo que es la memoria humana. Aceptamos fácilmente los límites de nuestras capacidades físicas -entendemos que no podemos volar sin artefactos externos-, pero nos cuesta aceptar los límites de nuestra memoria. Tendemos a creer que ésta  debe ser infalible, cuando en realidad, como escribía el psicólogo William James en 1890 en Principios de la Psicología, "si recordáramos todo estaríamos la mayoría de las veces tan incapacitados como si no recordáramos nada (…) el resultado paradójico es que una condición para recordar es que debemos olvidar". También es posible que mistifiquemos nuestras capacidades de memoria pasadas y las creamos  infinitamente mejores que las actuales, haciendo carne el lugar común de que todo tiempo pasado fue mejor. Expresión que, como escribe el neurocientífico Rodrigo Quian en Borges y la memoria, "no sea más que el saludable filtrado o la modificación de los componentes menos agradables de los recuerdos durante su reconsolidación. Recordamos con melaconcolía nuestra infancia en la escuela primaria. Pero tendemos a olvidarnos del suplicio de levantarnos temprano todos los días, estudiar para una prueba".  

El temor al Alzheimer, la mistificación de la memoria y un recuerdo distorsionado del pasado pueden explicar el incremento de las quejas de memoria.

Pero, por otro lado, también es posible que existan más personas con problemas de memoria. Una pista podría estar en ese tiempo de espera del médico frente al paciente para que se desconecte. Los dispositivos electrónicos modernos someten a nuestro cerebro a un flujo constante de información a alta velocidad. ¿Cuánto de nuestra experiencia diaria podemos recordar bajo ese bombardeo permanente? En lo que constituye probablemente uno de los experimentos más aburridos de la psicología, Hermann Ebbinghaus aprendió palabras sin sentido compuestas por dos consonantes y una vocal (por ejemplo, "nit", o "tun"). La retención de las palabras dependía de la cantidad de repeticiones y disminuía al interferir el aprendizaje con otras palabras. Éste y otros experimentos indican que la consolidación, es decir, el pasaje de información evanescente a memoria duradera, depende de manera significativa de la cantidad de repeticiones de la información a memorizar y de la atención prestada, y es un proceso que requiere de tiempo. A nivel neurobiológico, la consolidación se explica por la conjunción de procesos electroquímicos asociados a un cambio estructual de la conectividad cerebral y requiere de la síntesis de proteínas.

 Que no se malentienda: las tecnologías de la información abren posibilidades asombrosas, pero la adecuación de los modos de procesamiento y de acceso a la información del cerebro y el mundo de las nuevas tecnologías no está exenta de dificultades. Nuestro cerebro usa procesos neuroquímicos para transmitir la información y requiere de tiempos de aprendizaje que no son los mismos que los de las tecnologías de la información.

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