Culto

La Espía Roja: la bisabuela más valorada por la KGB

En La espía roja, que se estrena la próxima semana, Judi Dench interpreta a Joan Stanley, personaje basado en la británica que durante 35 años entregó secretos nucleares a la Unión Soviética.

espia

La mañana del 11 de septiembre de 1999, cuando Augusto Pinochet llevaba casi un año de detención en Londres, la prensa británica fue sacudida por las declaraciones de Melita Norwood, una octogenaria de un suburbio al sur de la capital del Reino Unido. La viuda de 87 años, conocida en el vecindario por su primorosa dedicación a las plantas y por tomar el té de vez en cuando en un jarrón que llevaba el rostro del Che Guevara, reconoció que había entregado reiteradamente secretos del programa nuclear británico a los soviéticos.

Melita Norwood, conocida por los soviéticos por la chapa de "agente Hola" o "Red Joan", agregó que había trabajado casi 40 años para ellos, sin goce de sueldo y decidida a "evitar la derrota de un sistema (el soviético) que, pese a sus defectos, proporcionaba pan y trabajo a la gente común en el que había sido uno de los países más pobres de Europa". Norwood había militado en el pequeño Partido Comunista británico durante toda su vida, pero nadie sospechaba que esta ex jubilada de la Asociación Británica de Investigación de Metales No Ferrosos fuera una espía.

El asunto puso en aprietos al gobierno británico y dejó en evidencia la falibilidad del sistema de inteligencia de ese país, que ya entre los años 30 y 50 había sido burlado por una serie de agentes dobles con simpatías pro-soviéticas. Fue el propio ministro del interior Jack Straw, el mismo que tantas veces habló a la luz pública sobre el caso Pinochet, quien debió dar explicaciones acerca de la llamada "bisabuela de los espías".

Con el paso de los meses, el MI5 (servicio de inteligencia doméstico británico) decidió no seguir investigando a Norwood: el costo hubiera sido develar las fallas de seguridad internas durante la Guerra Fría, mala propaganda para cualquier institución estatal.

El caso de Melita Norwood siguió palpitando en las mentes de los buscadores de historias y en el 2005 la escritora Jennie Rooney publicó Red Joan, un bestseller que ficcionalizaba la vida de esta singular espía con estudios de física en Cambridge. Trece años después, el director inglés Trevor Nunn llevó al cine el libro de Rooney, reservándole el rol protagónico a Judi Dench. En el filme, ella es Joan Stanley, la mujer inspirada por el caso de Melita Norwood.

La película, que se estrena la próxima semana en Chile bajo el nombre de La espía roja, se desarrolla básicamente a partir de flashbacks. Todo parte con la llegada de los agentes de seguridad a la casa de Joan, quien comienza a recordar su juventud, sus amigos y las motivaciones de su colaboración con el "enemigo".

Realidad y ficción

La película plantea que para la joven Joan (Sophia Cookson) el mundo no sería justo si los hallazgos nucleares de la Asociación Británica de Investigación de Metales No Ferrosos quedaban del lado capitalista de la Guerra Fría. Para ella, la prueba había sido la bomba atómica en Hiroshima, en que colaboró el aparentemente inocuo instituto de investigación en que ella trabajaba.

Stanley, horrorizada por las víctimas en Japón, pensó que el desarrollo paralelo de un poder nuclear en la Unión Soviética haría que Occidente lo pensara dos veces antes de lanzar la próxima bomba atómica. El equilibrio de poderes era algo así como el único camino a la paz, y de este modo la URSS tuvo su primera bomba en 1949.

La película de Trevor Nunn ha sido celebrada por la actuación de Judi Dench, quien paradójicamente interpretó a M, la jefa de James Bond, en siete películas de la saga 007. También hay una interesante recreación del mundo universitario británico en los años 30, que es la época en que Stanley estudia Física en Cambridge. En ese territorio conoce a Sonya (Tereza Srbova), una chica de origen ruso, y a Leo Galich (Tom Hughes), un muchacho judío-alemán, con quienes entra en el círculo del Partido Comunista.

El filme tiene al menos dos significativas diferencia con la realidad. En primer lugar, Norwood declaró que sus motivaciones para entregar secretos a la Unión Soviética tenían que ver con su convicción ideológica y no con un supuesto interés en el balance de poderes. En segundo término, Melita estudió Lógica y Latín en la Universidad de Southampton, mientras que en la cinta Joan Stanley aparece como alumna de Física en Cambridge.

Nacida bajo el nombre de Melita Sirnis, Norwood era hija de un padre letón con filiación comunista y de una madre británica con simpatías en la izquierda. Aquella formación familiar fue además alimentada en el momento preciso y en el lugar indicado (el ambiente universitario británico de los años 30) de la misma manera que los llamados Cinco de Cambridge, agentes del servicio de inteligencia británico MI6 que pasaron información a la Unión Soviética.

Activa en su labor de espionaje hasta el año 1972 (cuando se retiró), Norwood era una funcionaria altamente valorada por los soviéticos. Es más, de acuerdo a los informes del desertor y ex alto jerarca de la KGB Vasili Mitrokhin, al menos dos de los Cinco de Cambridge (Donald Mclean y Guy Burgess) eran poco confiables debido a sus constantes borracheras. Por el contrario, la metódica y discreta Melita Norwood siempre fue considerada más "valiosa" por la KGB.

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