Adam Driver: el actor inesperado

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Reclutado por Eastwood y Spielberg a inicios de la década, brilló en la TV con Girls y hoy se divide entre la última Star Wars y un posible Oscar. Mientras, Hollywood ya se pregunta: ¿es este exmarine el De Niro del siglo XXI?


Para algunos reticentes a la televisión, hasta hace unos años, su rostro pudo haber recordado a un extravagante músico que acompañaba en coros y guitarra a Oscar Isaac y Justin Timberlake en Inside Llewyn Davis (2013), quizás la mayor joya de los hermanos Coen de esta década. O en una opción más masiva, se le podría haber asociado a Lincoln (2012), de Steven Spielberg, como un oficial a cargo del telégrafo ante la actuación portentosa de Daniel Day-Lewis. Pero para cualquier amante de la pantalla chica, Adam Driver (36) primero fue el actor y difícil pareja de Lena Dunham en Girls (2012-2017), la serie de HBO sobre cuatro amigas en Nueva York, con la que ganó tres candidaturas seguidas a los Emmy y sedujo a Hollywood.

Mientras esta semana los fanáticos se agolpan en masa para ver la última Star Wars, El ascenso de Skywalker, también asisten a otra expresión de cómo Driver pasó de ser un don nadie a transformarse en una estrella, incluso teniendo ahora su primer Oscar a la vista, por Historia de un matrimonio, el celebrado filme de Noah Baumbach que produce Netflix.

"Surreal", le dijo a The Guardian sobre lo que significó ser dirigido por Martin Scorsese en Silencio (2016). Algo similar aplica a la carrera que hilvanó en la última década. Cuatro cintas con Baumbach, una con Clint Eastwood, dos colaboraciones con Jim Jarmusch, un papel central junto a Spike Lee, el rol de Sancho Panza en la retorcida película de Terry Gilliam sobre la obra de Cervantes, y encarnar al nieto de Darth Vader, conforman su recorrido.

Hasta 2005 nada de eso estaba en su radar. La saga de George Lucas estrenaba La venganza de los sith, y Driver venía de su experiencia como marine. Se había unido tras el 11 de septiembre de 2001, en medio del sentimiento de patriotismo generalizado del país y mientras, reconoce, "no iba a ninguna parte. Estaba en un montón de trabajos extraños y viviendo en la parte trasera de la casa de mis padres".

A los dos años de entrenamiento, Driver se alistaba para ir a la guerra de Irak, pero un accidente truncó todo. Mientras andaba en bicicleta en la montaña terminó con el esternón dislocado y, a la larga, debió abandonar su carrera y volver a ser un civil más. Es un episodio sobre el que ha dicho está orgulloso, poniendo el acento, más que en cualquier exaltación, en el grupo con el que compartía. El mismo que estuvo en Medio Oriente y regresó a salvo, y del que inevitablemente tomó distancia luego de dar un vuelco y volver a probarse en Juilliard, la prestigiosa escuela de actuación a la que ya había postulado al salir del colegio.

Le esperaban en la década siguiente Cannes y Venecia, alfombras rojas de premios, y algunos de los mejores títulos del cine de autor estadounidense. Y como gran y alabado paréntesis, Star Wars. Kylo Ren es una clase de villano jamás vista en la franquicia y buena parte de su intensidad obedece a la entrega de Driver, a quien el director J. J. Abrams astutamente decidió quitarle el casco en El despertar de la Fuerza (2015), donde inició una compleja relación con la heroína de la trama, Rey.

Mientras la cinta que concluye la saga de los Skywalker ha generado decepción en la crítica, Driver sale indemne y hasta con elogios. Una costumbre para el actor, que este año arrancó una temporada dorada con The report, un thriller político basado en informes de la CIA sobre un programa de torturas, que se puede ver en Amazon Prime; en febrero postuló por primera vez a los Oscar por El infiltrado del KKKlan (2018), y hoy está a las puertas de lograr una nominación por la desgarradora película en que junto a Scarlett Johansson son una pareja enfrentada al divorcio.

Allí seguramente competirá con Joaquin Phoenix y Leonardo DiCaprio, y quizás también se mida con Robert De Niro. Ante las loas, un gran 2019 y el incesante torrente de papeles de primer nivel, las comparaciones con la mejor época del actor de Casino no han tardado en aparecer.

Pero al mismo tiempo Driver no deja de representar una figura atípica en Hollywood: es el buen y solicitado tipo que tiene un pasado como uniformado y que incluso decidió seguir ligado a ese mundo, mediante la organización Arts in the Armed Forces, donde junto a su esposa Joanne Tucker se ocupan de realizar obras de teatro a militares.

De eso siempre está dispuesto a hablar. No así a ver su trabajo, como demostró esta semana, al abandonar una entrevista en NPR una vez que se le mostró un video de su actuación en Historia...: cuando sobre el final canta "Being alive" y parece devorarse la pantalla con desgarro y candidez.

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