Culto

Cuando el telepredicador Jimmy Swaggart se reunió con Pinochet y llegó a Chile como estrella

Uno de los más mediáticos y controversiales predicadores de la fe pentecostal -cuyo sermón emitía TVN en las mañanas de los 80- murió este martes 1 de julio a los 90 años. Aquí, su nexo con Chile, cuando arribó a tres fechas en el Estadio Nacional antes de los megaeventos musicales.

Cuando el telepredicador Jimmy Swaggart se reunió con Pinochet y llegó a Chile como estrella

Hubo un tiempo en que el bloque matinal de la televisión chilena no exhibía ni despachos desde la calle, ni entuertos entre vecinos, ni pronósticos del tiempo para la jornada. Lo que mostraba era telepredicadores pentecostales que siempre parecían furibundos y despiadados en su misión de inculcar la fe, creer en Cristo y no dejarse arrastrar por los pecados.

El más simbólico de todos era el estadounidense Jimmy Swaggart, quien falleció este martes 1 de julio a los 90 años. “La cruzada de Jimmy Swaggart. Durante todo el año en Televisión Nacional de Chile. De lunes a viernes, 10.15 horas, y sábado 9.15 horas”, rezaba un anuncio publicitario en La Tercera durante la primera parte de 1987, para demostrar la omnipresencia del predicador en la pantalla local: su protagonismo se desplegaba durante casi toda la semana.

En una columna de 2017 en este mismo medio, el periodista Óscar Contardo lo describió así: “Hubo un tiempo en que la televisión pública chilena transmitía prédicas de evangelistas pentecostales en horario matinal. Eran programas estadounidenses, doblados al castellano con acento caribeño, que tenían como figura protagónica a una suerte de hombre ancla de la fe, encargado de repetir un mensaje de salvación eterna a través de la oración. Los conductores solían ser varones histriónicos, que no dudaban en demostrar su furia frente a la mención de algún pecado o llorar frente a las cámaras como una manera de subrayar un punto que parecía nunca estar suficientemente claro: había que orar. Eso repetían. Lo decían una y otra vez con el semblante de los desesperados, como si no hubiera palabras suficientes para describir su propio convencimiento y transmitirlo en plenitud a una feligresía invisible tras las cámaras. Rezar y obedecer, todo consistía en eso”.

Archivo Histórico – Cedoc Copesa

La penetración de estos personajes era parte de un plan de las poderosas iglesias evangélicas estadounidenses por extender su mano más al sur, sobre todo a través de la vía de comunicación más efectiva y popular de la época, la televisión. Y sobre todo en naciones aún bajo la bota dictatorial o que venían saliendo de procesos totalitarios. Por lo demás, el orador consideraba a ideologías como el comunismo “una plaga del demonio” y hacía todo lo posible por enfrentarlas desde su púlpito.

En septiembre de 2013, LE MONDE diplomatique escribió un artículo titulado “Las iglesias y la dictadura chilena”, y así lo explicaba: “La adhesión de las iglesias evangélicas se buscó por medio de prácticas clientelares, favoreciendo la penetración del neo-pentecolastilismo norteamericano, representado por telepredicadores como Pat Robertson o Jimmy Swaggart. Esta estrategia se inspiró en los “documentos de Santa Fe”, elaborados por la CIA desde inicios de los 80 y que instigaron la propagación de teologías fundamentalistas en América Latina. David Stoll ha calculado que Estados Unidos destinó entre $200 y 300 millones de dólares a este objetivo durante la década de los 80, con el doble objetivo de debilitar la resistencia a la política estadounidense y a la vez para canalizar la subjetividad social hacia una actividad religiosa”.

Su paso por Chile

En ese contexto, el aterrizaje multitudinario de Swaggart en Chile era cuestión de tiempo. Ya levantaba tales periplos en su Estados Unidos natal y en otras naciones de la región, por lo que arribar al país donde se emitían sus mensajes de manera diaria era un asunto que se daría con rapidez.

Y así fue. El 9, 10 y 11 de enero de 1987, el telepredicador se presentó en el Estadio Nacional, totalizando cerca de 180 mil personas. La entrada era liberada.

Archivo Histórico – Cedoc Copesa
Archivo Histórico – Cedoc Copesa

En un país aún atosigado por las restricciones individuales y colectivas, y donde aún no existía el concepto de megaevento -llegó dos años después con Rod Stewart en el mismo recinto, mientras que el papa Juan Pablo II arribaría tres meses más tarde-, participar en una instancia como esa para muchos limitaba entre la curiosidad y la obligación. Era casi una novedad. “¡Experimenta la experiencia!”, era el elocuente llamado con que los afiches, con el rostro de Swaggart micrófono en mano y en su pose habitual, invitaban al encuentro.

El norteamericano fue recibido además por Augusto Pinochet. Así lo recuerda Contardo: “En enero de 1987, Jimmy Swaggart visitó Chile en su gira por Latinoamérica. Venía desde El Salvador, en donde una multitud lo había recibido en un estadio. Swaggart gozaba del beneplácito de varios gobiernos centroamericanos que encontraron en su obra una fórmula de pacificación efectiva de la población en tiempos de crisis. Frente a una multitud de salvadoreños reunidos en un estadio dijo: “No les puedo prometer que vendrán mejores tiempos, pero eso no importa, porque de todos modos ustedes irán a un lugar mejor”. Claramente, no se refería a una emigración masiva, sino más bien a la conformidad que brinda creer en una vida después de la muerte. ¿Para qué criticar al gobierno por la corrupción imperante si de todos modos vamos a morir? Más importante que eso era emprenderlas contra las bandas de heavy metal -a quienes el pastor acusaba de ser seguidores de satanás- y el movimiento LGBT -el mismísimo demonio”.

“En aquel verano del 87, Jimmy Swaggart se reunió con el general Pinochet en Santiago. El pastor lo felicitó por haber encabezado el golpe de Estado, una operación que calificó como “uno de los grandes hechos del siglo” y que habría dado inicio a un régimen que Swaggart consideraba “una bendición para Chile”. Pinochet le facilitó el Estadio Nacional para reunirse con sus miles de seguidores, que oraron por el bienestar del general. Un año más tarde la mancha del pecado alcanzó al evangelista luego de que el hijo de un predicador rival -a quien Swaggart había acusado de adulterio- lo fotografiara con una prostituta en un motel. Vino el ocaso, pero no el fin. Donnie, su único hijo, tomó el relevo”, apunta el mismo columnista.

Archivo Histórico – Cedoc Copesa

En su escala en Santiago, el pastor -primo del héroe del rock and roll Jerry Lee Lewis, logrando incluso mayor fama que él- prometió colaborar en la construcción de una clínica dental a instancias de Lucia Hiriart -nunca sucedió- y luego voló a Paraguay según el itinerario previsto, para seguir con su misión de enviado. La misma que no duró demasiado luego que él mismo sucumbiera al pecado que tanto alardeaba combatir.

Otras menciones en la cultura popular chilena

A tanto llegó la penetración de Swaggart en la cultura pop chilena, que varios grupos de la era ochentera lo citaron en sus creaciones.

Electrodomésticos, por ejemplo, incluye una de sus prédicas en el inicio del tema No estás viviendo bien, parte de su emblemático disco ¡Viva Chile!, de 1986.

Por su parte, Los Prisioneros hicieron lo propio al mencionarlo en Invitado de honor, pieza que salió a la luz en 1996 en el compilado Ni por la razón, ni por la fuerza

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