43% de los padres no quiere incluir en sus vacaciones a pololos de sus hijos

<P>Sondeo de la U. Mayor dice que pérdida de privacidad y conflictos con los permisos son las principales razones del rechazo.</P>




Tardó cinco años en convencer a sus padres, pero lo logró. Este verano, por fin, aceptaron incluir a Arturo (22), su pololo desde el colegio, en las vacaciones familiares. "Si este año me decían que no, me rebelaba. Llevamos cinco años juntos y creo que no se justifica", dice Catalina, estudiante de Nutrición, quien parte esta semana junto a sus padres, sus tres hermanos menores y Arturo, a Radal Siete Tazas.

No es que sus padres no lo estimen, dice, pero sus padres son conservadores y no les gusta que duerman bajo el mismo techo, menos en la misma pieza. "Fue la primera condición que me pusieron", cuenta.

Los padres de Catalina no son los únicos que viven el dilema de sumar o no a los pololos de los hijos al descanso familiar. Una encuesta hecha por la Universidad Mayor para La Tercera muestra que al 43% de los padres que tienen hijos pololeando (de hasta 25 años) no les gusta salir con ellos de vacaciones.

La principal razón: pérdida de privacidad y, con ello, la posibilidad de relajarse. Según el sondeo, 12% de quienes rechazan sumar a los pololos de los hijos a las vacaciones dice que "éstas son sólo para la familia", mientras un 8% no se siente "cómodo ni en total confianza con alguien externo". Otro 18% cree que, simplemente, no corresponde.

Es la sensación con la que quedó José Beltrán (47), quien pasó dos veranos junto al pololo de su hija adolescente. Aunque ella ya terminó con el chico y asegura que no tenía nada personal en contra de él, dice que lo pensaría dos veces antes de repetir la experiencia. "Me incomodó, porque todo el tiempo sentí que había un elemento ajeno a la familia. No me podía desenvolver de forma natural ni estar tranquilo, que es lo que quiero en mis vacaciones", dice.

Pero tras esa intranquilidad hay algo más profundo y se relaciona con la suma al descanso estival de un foco extra de preocupación: los permisos para salir y que estén a solas. "Llevar a los pololos de vacaciones significa para los padres un cambio de la relación con sus hijos. El hijo maduró y tiene otros intereses. La relación de pareja surge como algo más importante que la vida familiar y eso los descoloca", afirma Ladislao Lira, sicólogo infanto-juvenil de la Universidad Gabriela Mistral.

A eso se agrega el tema de la sexualidad, un factor de muchas preocupaciones para los papás. "Están despertando a la vida sexual, y la impulsividad de los adolescentes implica riesgo y cambio para los padres", dice el experto.

No por nada, lejos, lo que más les molesta a los padres de la presencia permanente del pololo o polola es que se encierren a solas en las piezas (49%), mientras que el 8% odia que se muestren tan "cariñosos" frente a ellos.

Poner límites

Karla Alvarez, directora del programa de Formación de Posgrado en Sicología Clínica de la Universidad del Desarrollo, aconseja dos cosas: primero, que sea sólo por algunos días (no todas las vacaciones).

"He visto cómo los adolescentes se sienten atrapados y no terminan a tiempo una relación de pololeo sólo por estos compromisos sociales, precozmente establecidos con la familia del pololo o polola", dice. Segundo, establecer límites: "Cada familia tiene su visión respecto de qué cosas son aceptables y cuáles no en su casa. Lo relevante es que la pareja adolescente lo tenga muy claro", opina. Claro que siempre está la opción de negarse. Eso también es poner límites. Y algunos padres lo entienden así. Como María Antonieta (47), que acaba de comunicarle a su hijo José (17) que su polola no está considerada en las vacaciones familiares. "No puedes darles en el gusto en todo, porque terminas haciéndote cargo de todas las cosas y las vacaciones son para descansar", dice, tajante.

Confianzudos y flojos

Pero también hay temas más cotidianos que molestan a los padres sobre las parejas de sus hijos: el 6% de los que rechazan sumarlos a sus vacaciones, por ejemplo, dice que simplemente no los soportan; el 10% no tolera que abran el refrigerador para sacar cosas sin pedir permiso; el 12% no aguanta que les digan "tío o tía"; el 10% no soporta que tome alcohol en su presencia o incite a su hijo(a) a hacerlo; y el 9%, que se levante tarde y no colabore en nada.

De hecho, entre los padres que están en la vereda opuesta y tienen una buena relación con las parejas de sus hijos, lo que más valoran es que son educados(as), atentos(as) y ubicados(as) (36%), siendo mucho menos relevante que venga de buena familia (11%).

Para Edmundo Campusano, académico de la Universidad Mayor, el tema pasa especialmente por el tipo de familia al que se enfrenta el pololo (a). "Hay dos tipos de familias. Las que son más aglutinadas, que hacen todo juntos y donde los límites de privacidad son bastante difusos. Ahí, los 'pololos' tienen menos posibilidades de ser aceptados. En las familias donde cada miembro es más independiente, en cambio, es más fácil incluir nuevos miembros en las dinámicas", dice.

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