5 buenas historias de exploradores perdidos

<P>Lo malo de ser un explorador es que te puedes perder. Aquí, relatos de grandes aventureros que no terminaron bien... pero consiguieron convertirse en leyenda. </P>




1. Percy Harrison Faweett

Al explorador inglés que sirvió de modelo para Indiana Jones e inspiró El mundo perdido, de Conan Doyle, no se le ha vuelto a ver desde 1925, cuando desapareció en el Mato Grosso, Brasil, mientras buscaba una supuesta ciudad perdida guardada por gigantescas serpientes, a la que llamó Z, para no dar pistas. Con él también se esfumaron su hijo Jack y Raleigh Rimmel, el tercer miembro del grupo. Varias expediciones han intentado (sin éxito) dar con ellos, en una búsqueda en la que ya han muerto más de un centenar de personas.

Se conoce parte del viaje a partir de cartas y manuscritos recopilados por su hijo Brian, que incluyen relatos de arañas monstruosas, anacondas, vampiros y flechas envenenadas.

2. Andrew Irvine

Más de 200 escaladores han perdido la vida (y algunos allí siguen, como lóbregos restos en la ruta hacia la cumbre) en el Everest, entre ellos, el británico George Herbert Leigh Mallory, quien desapareció en junio de 1924, en la cara noreste de la montaña. A Mallory lo encontraron en 1999, congelado como una merluza de mercado, pero aún no se ha podido hallar el cuerpo de su compañero de cordada, Andrew Irvine, ni la cámara donde podría estar la prueba fotográfica de que hicieron cima antes de caer, como sostienen algunos. Si fuese cierto, el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay pasarían a ser los segundos en coronar la montaña más alta del mundo.

3. El ejército de Cambises

En algún lugar, bajo las dunas del desierto occidental de Egipto, yace el ejército de 50 mil hombres enviado por el rey persa Cambises para conquistar el oasis de Siwa, enterrado hace 25 siglos por una tormenta de arena. Fue buscado infructuosamente por exploradores como el francés Théodore Monod (1902-2000) y el aviador y aventurero húngaro László Almásy (1895-1951), hecho en el que se basaron la novela y posterior película El paciente inglés. El legendario ejército persa aún se sigue buscando y se dice que ya se han encontrado algunos restos.

4. John Franklin

Los arqueólogos siguen buscando en el Artico canadiense los restos del Erebus y el Terror, los dos barcos al mando del capitán británico John Franklin, desaparecido con toda su tripulación (130 hombres) cuando buscaba el paso del Noroeste. La expedición fue vista por última vez en julio de 1845, al oeste de la bahía de Baffin, por el ballenero Enterprise. Durante décadas, su búsqueda se convirtió en una obsesión para el Almirantazgo británico; 25 expediciones partieron en pos de noticias. En 1854 se hallaron, en las islas de Beechey y del Rey Guillermo, los cadáveres congelados, en el permafrost, de varios miembros de la tripulación, junto a diversos objetos y notas, además de restos óseos que mostraban pruebas de canibalismo.

5. Roald Amundsen

Si hay algo peor que perderse, es perderse buscando a otro explorador perdido. El noruego Roald Amundsen se esfumó en el mar de Barentsen, en 1928, mientras sobrevolaba la banquisa ártica buscando al italiano Nobile, compañero de expediciones de Amundsen que se había estrellado con su dirigible, al intentar una travesía al Polo Norte. El cuerpo del noruego jamás fue encontrado, a diferencia de Nobile, quien más tarde fue hallado vivo. Diecisiete años antes, el 14 de diciembre de 1911, la expedición de Amundsen había conquistado el Polo Sur por primera vez en la historia, adelantándose a la del británico Scott, que murió durante el viaje de regreso tras descubrir que el noruego se le había adelantado.

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