50 años de La Sebastiana

<P>La casa que Pablo Neruda inauguró con una gran fiesta a la chilena el 18 de septiembre de 1961 hoy se ha convertido en uno de los museos más visitados por personas de todo el mundo. Aunque varias veces ha sido saqueada, la Fundación Pablo Neruda intenta mantener la esencia que el poeta dejó en el Cerro Florida de Valparaíso.</P>




NO puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos, ojalá invisibles. No debe verse ni escucharse. Original, pero no muy incómoda. Muy alada pero firme. Ni muy grande ni muy chica. Lejos de todo, pero cerca de la movilización. Independiente, pero con comercio cerca. Además tiene que ser muy barata ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?". Estas son las peticiones que Pablo Neruda le escribía en una carta a su amiga Sara Vial, poeta y periodista, mientras corría 1959. Vial le comentó los intereses del poeta a su amiga María Antonieta Collao, quien conocía desde hace tiempo la casa indicada: La Sebastiana.

Neruda compró la casa en obra gruesa en 1959, diez años después de que muriera el arquitecto original y a la vez padre de María Antonieta, Sebastián Collao. Como las ansias de Neruda por conocerla eran tan grandes, María Antonieta y Sara Vial decidieron recorrer la vivienda junto al poeta por la noche con velas en sus manos. Neruda quedó encantado, pero le pareció tan grande que pensó en convencer a Francisco Velasco y Marie Martner para que la compraran a medias. Fue así que Velasco se quedó con los dos primeros pisos, el subterráneo y el patio, mientras que Neruda conservó los tres últimos.

El 18 de septiembre del 61, en su fiesta de inauguración, sus invitados fueron incluidos en una lista de méritos inolvidables, agradeciendo su ayuda en la recuperación y transformación de una casa abandonada en La Sebastiana. Neruda, vestido de huaso, celebraba el término de una casa soñada. Celebraba y brindaba con chicha en cacho, mientras un grupo de cantores tocaba cuecas y tonadas. Más rato les presentaría su aún desconocida Oda a La Sebastiana, donde cuenta los detalles de su pasión por la casa y por Valparaíso. Aunque no existe un registro claro de la fiesta, se presume la presencia de personas como Matilde Urrutia, su mujer; Camilo Mori, quien visitaba frecuentemente la casa; su amiga Sara Vial, María Antonieta Collao y Francisco Velasco y su mujer, Marie Martner.

En La Sebastiana, de espacios estrechos y techos curvos, Neruda veía llegar los nuevos años. Allí recibió su último año de vida, 1973. En cada una de estas celebraciones entregaba una carta con el menú, con nombres inventados para cada plato, que además eran dibujados con su tradicional tinta verde.

Poco después de que Neruda muriera, Velasco encontró un águila en el living de la casa. Mientras pensaba de qué manera el ave pudo entrar, recordó que el poeta alguna vez le confesó que en otra vida habría elegido ser un águila.

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