A 10 años de la muerte, su gran musa y su guía artístico recuerdan a George Harrison

<P>Su primera esposa Pattie Boyd y el músico hindú Ravi Shankar hablan con La Tercera.</P>




Por un lado están los discos, las fotos y los libros: George Harrison asestó su fama planetaria al lado de los tres camaradas con los que integró la banda que lo cambió todo. Pero, por otro, están la vida real y la historia íntima. Más allá de los vínculos con John, Paul y Ringo, el guitarrista se refugió del estrellato durante los 60 en dos figuras capitales para descifrar su obra: la modelo Pattie Boyd y el músico hindú Ravi Shankar. Son los personajes que definieron su destino.

Uno en la faz privada y otro en su costado artístico. La primera, como su primer gran amor, su esposa en los días de la celebridad asfixiante de la Beatlemania, la destinataria de piezas como I need you y Something, y la mujer que lo dejó por Eric Clapton, encadenando el triángulo amoroso más intenso de la historia del rock.

El segundo, como el faro espiritual que lo guió hasta la música india y la fe Krishna, y que lo llevó a introducir el sonido del sitar en el catálogo Beatle, influyendo a generaciones completas de músicos británicos.

Más allá de sus perfiles casi contrapuestos, ambos tejieron lazos que el artista mantuvo hasta sus últimos días y que configuran una especie casi en extinción: la del músico que privilegió la consistencia de los afectos fraternos antes que el oportunismo del negocio discográfico.

"Todos los que lo conocimos lo quisimos mucho. Para mí, fue mi hijo, mi hermano y mi amigo, todo a la vez. Lo extrañamos profundamente", cuenta Shankar (91) a La Tercera, desde su residencia en EE.UU., y en torno a la efeméride que ha devuelto al ex Beatle a la primera plana: este martes 29 se cumple una década desde su fallecimiento, a los 58 años y derrotado por un cáncer al pulmón. Además, Martin Scorsese estrenó en octubre el aclamado documental Living in the material world, centrado en la vida del músico y el mismo que encabezará el festival cinematográfico In-Edit, que empieza este 8 de diciembre en distintas salas locales.

"Aún me emociono cuando escucho las canciones de George. Siento mucha alegría cuando suenan los temas que compuso. En mi memoria aparece una persona tranquila, alegre y plena", cuenta Boyd (67), vía mail desde Londres. Su descripción no es casual: con uno de los rostros más bellos de la Inglaterra de los 60, y tras posar para los fotógrafos más demandados, la modelo fue fichada para encarnar a una fan de The Beatles en la cinta A Hard Day's Night (1964).

La química con Harrison fue inmediata y se casaron dos años después. "Su presencia era electrizante. Todos eran muy entrañables, pero él tenía una calidez que lo diferenciaba. Nunca me complicó ser la esposa de un Beatle, para mí era vida que intentaba llevar con normalidad y sin aprovecharme de ella", relata.

Tras casarse, ambos protagonizaron capítulos memorables de la trivia Beatle, como la primera vez que Harrison y Lennon conocieron el LSD gracias a las gestiones de su dentista, o el viaje a India de 1968, donde el grupo reafirmó su viraje espiritual y cimentó lo que luego se conocería como el Album Blanco. "George siempre estuvo muy agradecido de lo que aprendió en India", dice la también fotógrafa.

Pero su mayor huella ni siquiera está asociada a los Fab Four: Clapton, uno de los mejores amigos del hombre de Here comes the sun, se enamoró de ella mientras estaba casada con el guitarrista. Le escribió declaraciones solapadas -ese himno a la pasión no correspondida llamado Layla-, salió con su hermana para intentar persuadirla, la cortejaba frente al ex Beatle y remató el tormento en adicciones que casi lo llevan al despeñadero. Igual, se casaron en 1979 -cinco años después de la separación de Boyd con George- y estuvieron juntos por una década: "Fueron años muy locos. Era una vida que te permitía conocer toda clase de personas. Tengo muy buenos recuerdos y tuve la suerte de conocer el negocio de la música en sus mejores años".

Si la primera vez que Boyd vio a Harrison sabía con claridad quién tenía enfrente, con Shankar el asunto se movió en las antípodas. El músico, también padre de la figura del jazz Norah Jones, describe: "Lo conocí en una fiesta a la que me invitaron en 1965, pero no tenía idea de quiénes eran los Beatles ni de cuánto importaba el rock and roll. Como contraparte, George sabía mucho de mí y siempre se mostró como el más interesado en saber las técnicas de la música india clásica. Pero iba más allá: quería usar esos sonidos para alimentar su espíritu y conocer más de nuestra religión".

Piezas de The Beatles como Love you to o Within you Without you -paridas en el corazón de los 60- son muestra de lo que Shankar califica como un giro sin retorno en la mentalidad del artista. "Pasó mucho tiempo en India, empecé a enseñarle y se convirtió en lo más parecido a mi hijo. Eso lo hizo consciente de los miles de años en que nuestra música se ha relacionado con guías religiosos. Esos temas cambiaron por completo su mente de ahí en adelante y variaron para siempre sus creaciones musicales, sus canciones o lo que fuere", postula Shankar.

Como una vuelta de mano, el ex Beatle masificó al instrumentista en el circuito occidental, lo ayudó a producir un tramo importante de su discografía y levantó en 1971 el célebre concierto en ayuda de Bangladesh. Incluso, en 1997 decidió sacudirse de su semirretiro y asistió a la TV sólo para publicitar la última aventura discográfica de Shankar, lo que se convirtió en su última aparición televisiva.

"Yo me mudé a California en 1993 y ahí pasamos mucho tiempo juntos, se relacionó harto con mi esposa y mi familia. Fue una manera más adulta de conocernos. Era un gran tipo. El mundo aún lo extraña", cierra su máximo guía.

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