A 10 años del divorcio en Chile, mutuo acuerdo es la principal forma de separación

<P> Promulgada en 2004, norma fijó tres tipos de separación: la unilateral, por violencia y una donde exista consenso en la pareja</P>




Un divorcio a la chilena. Ese era el modo en que las parejas disolvían su matrimonio en el país hasta 2004. Desde los 90, la institución del matrimonio fue declinando, y los divorcios -o nulidades en rigor-, en aumento. Las parejas usaban un resquicio jurídico, como invalidar la unión por errores en su celebración, como incompetencia del oficial del Registro Civil o al casarse en una comuna equivocada.

La ley de divorcio, promulgada el 7 de mayo de 2004, transparentó el escenario.

La normativa estableció tres fórmulas de divorcio: unilateral -en que uno de los esposos demanda el divorcio, pero en el cual se debe esperar tres años-, por culpa -cuando hay maltratos graves- y el mutuo acuerdo, cuando la pareja lo solicita de común acuerdo, un año después del término de la vida en común, mediante una escritura pública.

A 10 años de la ley de divorcio, y según cifras del Poder Judicial, los divorcios de común acuerdo representan hoy el 62,7% de las separaciones en Chile. Hasta el 15 de diciembre de 2013 sumaban 27.903, de los 44.449 divorcios en el país, según cifras del Registro Civil.

Parte de la explicación recae en la velocidad del trámite, la cualidad más valorada de la fórmula, según Rodrigo Moya, director de la Corporación de Asistencia Judicial (CAJ). "Hoy en día, la tramitación de un divorcio implica un tiempo acotado. La solicitud por mutuo acuerdo no excede los 30 días, puesto que se genera la responsabilidad a las partes en una sola audiencia. El usuario entra casado y sale judicialmente divorciado por la sentencia", explica.

Lo sabe Macarena Ravest (43), que en noviembre de 2013 se divorció por mutuo acuerdo con su ex pareja.

Llevaba 15 años de separación y podría haber optado a la separación unilateral, pero seducida por lo expedito del trámite, optó por contactarlo. "Me separé de él hace 15 años y nunca lo había visto, porque nos separamos por violencia. Pero esto fue sin drama, no me dijo nada. Sólo exclamó 'soy libre por fin' cuando terminó", recuerda.

Ella inició el trámite, buscó todos los papeles y él aceptó, todo en un proceso que demoró sólo un mes. "La audiencia fue a las 8.30 y se demoró muy poco, porque no teníamos problemas de demanda. Sólo la jueza nos preguntó si queríamos volver (interrogante que todos los jueces deben hacer por ley durante el trámite), pero era ilógico. Entré casada y salí divorciada en 45 minutos", dice Macarena.

El proceso se ha acelerado aún más, según Moya, ya que se eliminó el "trámite de consulta". Este consistía en que una vez dictada la sentencia, la causa se elevaba a la Corte de Apelaciones, para comprobar que cumplía con la legalidad, lo que demoraba unos cuatro a cinco meses más. Hoy, luego de una modificación a la ley realizada en 2010, es un paso que no se realiza.

Privilegiar los acuerdos

Para la jefa coordinadora de los Tribunales de Familia, Gloria Negroni, la consolidación de esta forma de separación -la modalidad creció 35,2% de 2011 a la fecha, con 20.626 casos más- responde, además de a la velocidad del trámite, a la colaboración entre las partes, que se ha establecido como uno de los principios de los Tribunales de Familia. "Es un empoderamiento de las personas que llegan a un acuerdo al momento de divorciarse. Ven cuánto contribuyen a la situación y que si colaboran, esto será más eficiente y eficaz", dice.

Además, agrega Negroni, refleja una sociedad que se da cuenta de que la forma de resolver los conflictos es a través de acuerdos. Y muestra, a su vez, que para los ex cónyuges, pese a que el matrimonio se termina, la familia continúa. "Las personas valoran los vínculos y en un divorcio de común acuerdo se fortalecen. En cambio, en uno por culpa o unilateral, se pone todo lo negativo durante el juicio. El daño que se produce o puede llegar a producirse es mucho más grande", sostiene.

Claudia Rodríguez, sicóloga de parejas y académica de la Facultad de Sicología de la Universidad Diego Portales (UDP), señala que un divorcio de mutuo acuerdo es una situación que puede generar condiciones para una separación más sana para la familia y los hijos, si es que los hay. "Separarse no es una situación fácil y hacerlo de este modo puede ser potencialmente más llevadero, lo que no significa que no haya dolor", dice.

Se trata, establece, de un proceso complejo, en el que hay que evitar estar muy cegado por la rabia para perjudicar al otro. Debe haber un acuerdo, aunque sea el último del matrimonio.

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