A 2 años de caída, Mubarak y sus hijos buscan salir de cárcel y evitar expropiación de bienes
<P>El ex gobernante egipcio se encuentra encausado por un proceso de corrupción.</P>
En los últimos años de su era, Hosni Mubarak, apodado "el último faraón" por algunos medios egipcios, había planeado la conversión de la dictadura militar que instauró Gamal Abdel Nasser en el año 1952 en una "república hereditaria". Sin embargo, los inesperados aires de rebelión provenientes del Oeste hicieron descarrilar su sueño sucesorio. Exactamente dos años después de su dimisión, que propulsó la Primavera Arabe a la categoría de punto de inflexión histórico para toda la región, Mubarak y sus dos hijos, Alaa y Gamal, languidecen en la cárcel de Tora, la enorme prisión a las afueras de El Cairo en la que padecieron su ostracismo decenas de opositores alberga.
Según recientes declaraciones del abogado del octogenario general, sus esfuerzos ya no persiguen obtener un indulto, sino un veredicto absolutorio. Así, el mes pasado, una corte de apelación ordenó la anulación de la condena a cadena perpetua dictada contra Mubarak y la repetición del proceso judicial por la represión del movimiento revolucionario. Durante esos 18 días de 2011, murieron más de 850 personas. Pese a ello, Mubarak no ha sido puesto en libertad, ya que está encausado por un proceso de corrupción. Se le acusa de haber recibido varios regalos avaluados en miles de dólares por parte del director del diario oficialista Al Ahram. Sus dos hijos, Gamal y Alaa, están en una situación parecida. Absueltos ya en dos procesos judiciales diferentes, uno por el asesinato de manifestantes y otro por corrupción, están en pleno juicio por tráfico de influencias y por haberse lucrado de forma ilegal en la venta de acciones del Banco al-Watany. Los vástagos del ex presidente habrían violado las normas de la Bolsa al utilizar información privilegiada para su beneficio.
Tras varios meses de parálisis, ayer se reanudaron las vistas orales del juicio.Dos años después de la revolución, los egipcios continúan obsesionados con los Mubarak, y cualquier noticia sobre algún miembro del clan está en las portadas de los periódicos. Por ejemplo, la prensa recoge las visitas a Tora de Suzanne, la ex primera dama, o los rumores sobre el deterioro de la delicada salud de Mubarak, al que sus hijos pueden visitar dentro de la cárcel.
Producto de la confusión legal y política en la que está sumido Egipto, el futuro de los Mubarak es incierto. Lo que parece claro es que su régimen está enterrado, y que ningún miembro de la dinastía volverá a asumir las riendas del país. Actualmente, su objetivo pasa por ganar su libertad en los tribunales y salvar de la expropiación la mayor parte posible de su riqueza. Aunque Ahmed Shafiq, el último premier de Mubarak, obtuvo el segundo lugar en las elecciones presidenciales, el sector de la sociedad que recuerda con nostalgia la era Mubarak se halla huérfano de un proyecto político.
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