A la altura de Fangio y Schumacher
<P>Recién tiene 25 años, pero Sebastian Vettel ya ingresó a los capítulos más exclusivos de la historia de la Fórmula Uno. Con un trabajo que le ha dado innumerables récords, basado en la constancia y el buen humor.</P>
En pleno reinado de Michael Schumacher en la Fórmula Uno, en Alemania asomaba Sebastian Vettel. Quienes lo vieron pilotar lo llamaron "Baby Schumi", por su cara de niño y la seguridad de que se convertiría en el sucesor del siete veces campeón de la F1.
Hoy busca superar en la historia al "Kaiser", quien se retiró ayer.
Ganar la Fórmula Uno es el gran logro de la vida para un piloto; conseguirlo tres veces seguidas, algo que sólo Juan Manuel Fangio y Schumacher sabían. A ese podio se subió Vettel.
No lo hizo en Brasil, solamente. Empezó a hacerlo cuando comenzó en los kartings, a los ocho años, en 1995. Como varios cracks de las tuercas, los triunfos se sucedieron y el oriundo de Heppenheim pasó a categorías mayores.
No fue mucho tiempo (ganó la Fórmula BMW alemana con 18 triunfos en 20 carreras) ni, necesariamente, con el mismo éxito: en 2005 fue apenas quinto en la Fórmula Tres europea, donde Lewis Hamilton arrasó. Un año después debió mirar cómo esta vez Paul di Resta se quedaba con la corona. Ahora ellos lo observan a él.
En 2005 arribó a la F1. Primero probando para Williams y, en 2006, como tester y reserva de BMW Sauber.
La primera pista que hizo presagiar lo que se venía en su carrera se dio en 2007, cuando dejó atrás la marca de Jenson Button, para convertirse en el volante más joven en obtener puntos en una carrera. Fue en Estados Unidos, su debut, al que llegó en reemplazo del accidentado Robert Kubica y en el que se transformó en el volante de menor edad en correr en la F1, con 19 años.
En 2008, celebraba su primera victoria por Toro Rosso, en Italia. Sería octavo ese año y pasó a Red Bull, el hermano grande.
En el nuevo equipo se convirtió en el más joven subcampeón, un premio que a la luz de lo que seguiría, aparece como secundario.
El germano es también el más novel en liderar un pique de entrenamiento; una carrera; en conseguir un doblete pole-victoria y un triplete pole-triunfo-vuelta rápida. También fue el de menor edad en ganar un mismo GP dos veces, en conseguir un título, en ganar dos, en lograrlo de manera consecutiva y ahora en ser tricampeón.
Encima, tiene el récord de puntos y poles en un año (2011).
Y todo se lo toma con calma. Con la rutina de carrera que tiene de niño: el beso a la imagen de San Cristóbal y varios otros amuletos. Con la costumbre de escuchar Eye of the Tiger, el tema principal de la película Rocky.
Profesional, al punto de sorprender. Realiza 35 horas semanales de trabajo físico; usa los permisos que da la F1 para trabajar horas extra sobre el auto, se va tarde y una vez hizo una visita repentina a Pirelli, que sorprendió a los funcionarios, sólo para saber cómo se hacían esos neumáticos.
Hablando en alemán, en inglés, con un marcado acento británico aprendido en la televisión, o en su fluido italiano, el germano encanta en los paddoks. Con los audífonos puestos, la sonrisa eterna del alemán nunca desaparece. La marca que lo diferencia del más parco Schumacher.
A "Schumi", Vettel le tiene adoración. Partió con los mismos mecenas, cuando su familia sufría para poder costear su carrera. Después, era Vettel quien sufría cuando tuvo que comenzar a adelantar a Schumacher, su ídolo, al que tal vez algún día llamen "Old Vettel".
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