A los tatuajes le vienen los años
<P>Cada vez más abuelos rompen esquemas con sus tatuajes. ¿La motivación? Un afán rupturista y compartir el gusto con sus hijos. </P>
Marcelo Farías esperó juntar a toda su familia para mostrar su cambio. Sus cinco hijos, nueve nietos, dos hermanos y seis sobrinos llegaron a un asado en su casa. En la sobremesa se sacó la polera y en su espalda tenía un tatuaje japonés que dejó a todos con la boca abierta. Para una persona de la tercera edad esto podría parecer una locura. Para Marcelo también lo fue, pero a sus 74 años quiso estamparse el cuerpo como un adolescente. La idea se le ocurrió en su último viaje a Japón, país donde vivió cinco años, y lo hizo a modo de despedida: cree que no volverá a ese país. Estuvo cerca de siete horas en el lugar donde le hicieron un pez koi (símbolo japonés) en la espalda.
Marcelo es parte del creciente grupo de chilenos mayores de 55 años que deciden tatuarse. Más ofertas del mercado, una actitud más temeraria a esta altura de su vida y menos prejuicios a su alrededor son los principales motivos que impulsan a quienes lo hacen. De hecho, algunos tatuadores de locales en Providencia cuentan que cada vez es más recurrente que se aparezca por su negocio algún adulto que dejó atrás los 50 años y que se muestra interesado en un tatuaje con la excusa de que es lo que les falta por hacer.
Rodrigo Collao, tatuador de la tienda Nosferatu de Providencia, cuenta que las mujeres se aparecen más en las tiendas, sin embargo, son menos atrevidas en cuanto al diseño del tatuaje. Ellas prefieren las rosas, mariposas y pequeños símbolos, mientras que los hombres se hacen tatuajes más osados y grandes. Yolanda Flores (57), por ejemplo, eligió un delfín. A ella y a su pololo les gustaban estos animales, así que se tatuó uno en el pecho. "Quería tanto hacerme un tatuaje, que no me dolió nada", cuenta. Su relación se acabó pero su tatuaje permanece. "¡Sácate eso! Terminaste y ya no eres una adolescente", le dijeron sus amigas. Pero ella no hizo caso. Es más, cuenta orgullosa que su hijo le copió la idea.
Los conocedores del negocio mencionan que las personas mayores generalmente llegan a las tiendas con algún hijo o nieto que les contagiaron el gusto. Es que lo ve Leonardo Alarcón, tatuador hace más de 20 años y dueño de la tienda Tatoo 69 en Viña de Mar y Santiago: dice que se están haciendo más comunes los tatuajes en personas mayores, porque hay una mayor interacción con los hijos. "Cuando vienen abuelos, se percibe que hay una relación de amistad con sus hijos o nietos, y eso es lo que les permite compartir más cosas".
Así lo entendió Noemí Segovia quien, a sus 54 años, partió junto a sus dos hijas, Isabella (17) y Camila (21) a tatuarse la misma figura: se hicieron un Trisquel (figura de origen celta). "El hecho de tatuarme con mis hijas le da mucho significado y nos hace sentir unidas. Es algo que nos quedará por siempre en la piel y cuando la gente lo vea preguntará qué significado tiene", menciona Noemí. La decisión trajo consecuencias: su esposo se enteró tres días después. "Cuando le mostramos nuestros tatuajes, se le deformó la cara", recuerda la mujer. Pero ya no había nada que hacer: el marido lo asumió con el correr de los días.
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