Aarón Vásquez asiste al templo y quiere estudiar fuera de Chile

<P>Según cercanos, salió de vacaciones y ahora, junto a familiares, planea dedicarse al comercio.</P>




"Sí, él está asistiendo acá regularmente", cuenta Pamela, recepcionista telefónica de la Catedral Evangélica de Maipú, en Santiago. Ella se refiere a Aarón Vásquez Muñoz, el joven que en octubre de 2007 fue condenado a siete años de reclusión por homicidio calificado.

El caso conmocionó al país y ocurrió la noche del 28 de octubre de 2006, en la plaza Pedro de Valdivia. Según el fallo, los golpes que Vásquez, por ese entonces de 17 años, le propinó a Alejandro Inostroza con un bate de béisbol, finalmente le causaron la muerte. Desde entonces, Aarón estuvo privado de libertad, primero en la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) y luego en diferentes centros del Sename, desde Calera de Tango hasta Copiapó. Fue allí donde el 27 diciembre de 2012, a menos de un año de cumplir su pena, y mientras gozaba de un régimen semicerrado (reclusión nocturna para los adultos), obtuvo un último beneficio: libertad asistida.

"El sigue bajo un programa del Sename, pero en forma ambulatoria", confirma Daniela Morales, directora regional de esta institución en Copiapó y quien evacuó los informes sobre Vásquez para hacer efectivo el beneficio.

Hoy tiene 23 años. En el verano ha trabajado apoyando a su hermano en un negocio de lavado de autos -según cuenta un familiar-, y debe asistir tres veces a la semana a un Programa de Libertad Asistida de la Fundación Promesi, colaboradora del Sename.

Su padre, el pastor metodista pentecostal Jorge Vásquez, celebra este mes 20 años a la cabeza de su iglesia y declinó hacer comentarios. Lo mismo que Catalina, hermana de Aarón.

"Hoy él es muy distinto de quien entró hace seis años al Sename. No sólo se ha hecho responsable por haber provocado la muerte a Alejandro Inostroza, sino que, además, sabe que le ha causado un daño enorme a su propia familia. Ha cumplido de manera sobresaliente todas las exigencias y está enfocado en trabajar y estudiar. Quiere demostrar que no es un asesino y que puede reparar en parte el enorme daño que causó", cuenta su abogado, Mauricio Daza.

En el barrio de Ñuñoa donde vive su familia, los comerciantes lo han visto caminar por la calle varias veces. A principios de enero salía poco y pernoctaba casi cada noche en distintas propiedades, para evitar a los curiosos. Luego esas rutinas se relajaron, cuentan sus cercanos.

Juan Navarro (26), una de las cuatro personas acusadas en el mismo juicio, y quien resultó absuelto, dice que "él debe estar metido en sus cosas, tratando de renovarse un poco. Sé que estuvo veraneando. He visto fotos suyas en Facebook, en la playa, y parece más contento".

Quien afirma tenerle mucho aprecio es el empresario Angelo Ghiglino, de Copiapó, en cuya firma de frutas Vásquez trabajó poco más de un año. "Es un cabro amable y dedicado, pero aquí echaba mucho de menos a su familia", comenta.

En aquel trabajo, Vásquez ganaba poco más de $ 200 mil mensuales, cantidad que ahorró para el actual negocio con su hermano. Sus cercanos dicen que espera terminar la condena, a fines de octubre, para radicarse en Canadá y estudiar administración, junto a su hermano Boanerges, quien viajó a visitarlo en enero pasado.

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