Adimark: palos porque bogas…
LOS RESULTADOS de la encuesta Adimark fueron negativos para el gobierno (aprobación 29%; desaprobación 65%), al retroceder lo poco avanzado en los meses previos. No hay dos opiniones: ello se explicaría, fundamentalmente, por los sucesos de Aysén.
Para algunos quedó demostrado que la tesis del gobierno de subordinar la negociación al orden público y las acciones tomadas en consecuencia fueron erradas. Ahora no le quedaría otra que variar su estrategia y enfrentar las demandas ciudadanas que vienen, entrando derechamente a negociar. No tan rápido, aunque las cifras parezcan refrendarlo. Lo cierto es que el gobierno no puede renunciar a su deber -como tal ineludible- de mantener el orden público, porque si lo hiciere, las demandas ciudadanas no tendrían techo -sería un llamado a tomarse lo que sea- y porque perdería el respaldo de los que aún lo apoyan. Además, la expresión "negociación" no sería más que un eufemismo.
Por otra parte, se perdió la oportunidad de que el diseño de sacar al Presidente de la contingencia hiciera un aporte positivo. Con esa estrategia no se busca proteger la figura presidencial, sino que convertir ésta en un activo que debe ser cuidadosamente administrado, usándolo en momentos importantes. Aysén era uno de ellos, pero cuando se cerró el trato, el Presidente estaba en gira por Asia, y sumado al incordio entre el comité político y el ministro de Energía, quien renunció en una forma que lesionó la autoridad presidencial, la sensación fue de una derrota, cuando pudo ser visto como un logro en la conducción.
Hay aquí una tarea pendiente muy importante en términos de estilo de funcionamiento interno. Así y todo, la cuestión de fondo no parece estar en si el gobierno respondió bien o mal, pues hizo lo que pudo y debía según las circunstancias, sino en un dato sorprendente de la propia encuesta: un 82% dijo apoyar las demandas de Aysén. Más sorprendente aún, que esa anuencia fue de 85% en Santiago y sólo 80% en regiones, cuando se suponía que era un movimiento regional en contra del centralismo. Es que se ha dejado cundir la cultura, ajena a las ideas de la centroderecha, de que todo lo da y resuelve el Estado. No se defiende el modelo y se aceptan las recetas ajenas a modo de disculpa. Tampoco se hace contrapunto a nada. No es de extrañarse, entonces, que la gente tenga un listado de quejas sobre a lo que tendría derecho, y que todos apoyen cada reivindicación para que después me toque a mí, en especial cuando no se mencionan los costos ni quién paga, mientras el presupuesto público parece ser elástico. Aquí la tarea pendiente es de discurso coherente y convicciones.
La encuesta Adimark refleja una encrucijada que no tiene salida fácil, pero que debe ser administrada sin dar marcha atrás ni contradecirse. La oposición ofrece una oportunidad al insistir en la acusación constitucional contra el ministro del Interior, pues abre un espacio para explicar las razones de lo hecho, mostrando, por ejemplo, la impresionante grabación tomada desde el interior de un bus de Carabineros, objeto de una lluvia de bombas molotov. Preguntarle a ese 82% si ese es el país que quiere, porque una cosa es apoyar una petición y otra, que se valide cualquier método para alcanzarla.
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