Aguas de ventisqueros y alfarería de Aysén postulan a Sello de Origen
<P>Se trata de cacharros de una greda más gris y liviana que la de la zona central y aguas de baja mineralidad del fiordo Queulat.</P>
Los alfareros de Río Ibáñez han luchado por años por conseguir un reconocimiento a un trabajo en arcilla que consideran único en su tipo y con el que apuestan a salir del anonimato.
Cada verano los habitantes de la pequeña localidad ubicada en la ribera norte del Lago General Carrera, en la Región de Aysén, miran con resignación el paso de los turistas que apenas se detienen en el poblado en su trayecto hacia la barcaza "La Tehuelche", cuyo destino es Chile Chico.
No obstante, los alfareros han dado un primer paso para alcanzar ese anhelado reconocimiento, pues los cacharros de arcilla de Puerto Ibáñez se convirtieron en uno de los dos productos de Aysén que iniciaron el proceso de estudio para avalar las cualidades que les permitan alcanzar el denominado Sello de Origen, otorgado por el Ministerio de Economía.
"Sería espectacular, porque nos permitiría dar a conocer nuestra región y, especialmente, a nuestra localidad. Hay gente que ni siquiera sabe dónde está Aysén, menos Puerto Ibáñez", aseveró Eva Carillo, una de las artesanas que forma parte de un reducido grupo que hoy trabaja la greda de esa localidad, "la cual se distingue por tener un color gris y es mucho más suave y liviana en comparación con la greda del norte", explica.
El diseño de los cacharros de greda incorpora trozos de piel de chivo y réplicas de las pinturas rupestres que dejaron los tehuelches o patagones.
Agua mineral
En paralelo, se investigan también las propiedades de las aguas minerales producidas por la compañía Ice Swan, ubicada en las cercanías al fiordo Queulat, en donde se envasan aguas de baja mineralidad extraída desde los glaciares de la zona norte de la Región de Aysén.
La finalidad de la certificación, en la que cumple un rol clave el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi), consiste en proteger los productos tradicionales mediante cuatro tipos de registros que permitan preservar marcas de procedencia, estimular su compra y otorgar una serie de externalidades positivas para las comunidades y sus pymes.
Paloma Grob, encargada del Sello de Origen, ejemplifica la relevancia de la certificación con un análisis de cinco meses elaborado por la cartera: "un estudio en dos cadenas de supermercados del país determinó que mientras su competencia, la lima sutil, se iba desvalorizando gradualmente hasta salir del mercado, el limón de pica mantuvo inalterable su valor".
El programa Sello de Origen busca promover el uso y protección de productos tradicionales chilenos, únicos en su clase. Esta certificación apunta a impulsar el emprendimiento y desarrollo productivo de distintas comunidades del país.
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