Alvaro Henríquez: "El Unplugged hizo que ser chileno fuera taquilla"
<P>Los penquistas celebran las dos décadas de su registro para MTV con una gira continental y su edición en vinilo y DVD. </P>
En la era del revisionismo musical, con la nostalgia, los regresos y las efemérides como principales activos, un grupo como Los Tres podría vivir sólo a costa de conmemoraciones. "Los 30 años de carrera, los 25 desde el primer disco... incluso el año pasado podríamos haberlo hecho con La espada y la pared", dice Alvaro Henríquez sobre los hitos que han dejado pasar para no sobrexplotar el recurso.
Pero hay uno que sí consideraron pertinente festejar: las dos décadas desde el lanzamiento de su Unplugged para MTV, grabado en Miami en septiembre de 1995 y publicado en agosto del año siguiente. Una celebración que se materializará en una gira continental que comenzará en junio y que el vocalista justifica con la trascendencia de un álbum "que no sólo fue importante para nosotros como músicos, sino también para la gente".
Con Guayaquil como primera estación, el próximo 4 de junio, el tour de los penquistas contempla también shows México, Argentina y diez fechas en Chile (ver recuadro), entre ellas un concierto el 2 de julio en el Teatro Caupolicán, en formato 360° y con los músicos tocando al centro del recinto; el montaje que Henríquez quería originalmente para su presentación en MTV, inspirado en el célebre especial de TV que Elvis Presley realizó en 1968.
En todos estos lugares interpretarán las 15 canciones del registro, con su formación actual y junto a los invitados que los acompañaron en la ocasión, Cuti Aste y Antonio Restucci. Además, en los próximos meses volverán a editar el álbum en diversos formatos, incluyendo cassette y un inédito vinilo, y lanzarán por primera vez el DVD del concierto.
"Fue un momento en nuestra carrera muy importante. Estábamos tocando bien, nos entendíamos muy bien, había muy buena onda en el grupo", recuerda el vocalista sobre el show desenchufado, el primero de un grupo chileno en la cadena y un fenómeno de ventas -un millón de copias despachadas- que desafió todo pronóstico. "Hubo mucho trabajo para que saliera increíble, porque yo tenía en mi cabeza la idea de hacer un disco histórico", agrega.
¿Qué recuerdos guarda de esos días en Miami?
Tengo muchos recuerdos de cómo se grabó, de la parte técnica. Estaba todo el día pensando en eso, ensayábamos en la pieza, era como una obsesión para que saliera todo bien. De hecho, fuimos de los pocos grupos que lo grabamos en una sola toma, algo que no hizo ni Charly García. Sólo repetimos Traje desastre, que era el tema nuevo que habíamos hecho dos semanas antes, porque hubo un problema con los micrófonos.
Se suele citar el de ustedes como uno de los verdaderos shows desenchufados para MTV, sin cables. ¿Fue complejo ese trabajo técnico?
Yo originalmente quería que lo grabara Geoff Emerick, que grabó el unplugged de Paul McCartney, que fue sin cables también, pero no podía porque tenía fechas en Inglaterrra. Me pasaron a Joe Blaney y cuando vi que había trabajado con Ramones, The Clash, yo dije ya, este es el hombre. La gente de MTV se portó muy bien con nosotros, al igual que Alfredo Lewin, que era muy querido allá y creo que tuvo mucho que ver en la decisión de los ejecutivos. Afortunadamente todo salió bien y logramos además meter cosas que no estaban tan programadas, como las cuecas y el foxtrot de don Roberto Parra, que le dieron identidad. Yo siempre quise hacer un disco para que la gente nos reconociera como un grupo chileno.
De alguna forma, esa presentación hizo que varias generaciones revalorizaran la cueca en Chile. Quizás los musicólogos podrían explicar eso, pero desde mi punto de vista es muy simple: desde ese momento las cuecas se volvieron taquilla. Fue como un despertar en Chile de un sueño muy largo, o una pesadilla muy larga más bien. Se reeditaron discos de cueca, fue un fenómeno. Los tipos se volvieron a sentir chilenos, era taquilla ser chileno. Aparte no fueron estas cuecas con pandero y con piano, no esa cueca arrabalera del rotito chileno simpático, sino que una sobre un condenado a muerte y la otra de un tipo que vive debajo de un puente. Hasta los cabros de los colegios más pitucos empezaron a escuchar esto. Yo creo que eso quedó y todavía existe ahora pero mucho más diversificado. El otro día fui a un lugar de cueca y me dio gusto, es un honor que ellos consideren que gracias a uno pueden tocar y hacer cuecas.
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