Amigos... hasta que el dinero nos separe

<P>Mezclar amistad y dinero es riesgoso. Al realizar un préstamo el equilibrio se pierde, ya que quien entrega el dinero asume un estado de superioridad.</P>




Las cuentas claras conservan la amistad. Es lo que señala el saber popular, pero quizás lo más apropiado sería decir "no prestar dinero conserva la amistad".

Ante esta aseveración tal vez su reflexión sea "¿por qué no, si somos amigos y nos conecemos hace años?". Lo recomendable es que antes de sacar la billetera o hacer aquel traspaso salvador a la cuenta corriente de su amigo del alma, espere unos minutos y considere esta otra pregunta: después de esos préstamos, ¿la amistad podrá ser la misma?

Según quienes han investigado este tema, la respuesta es no. La razón es que el dinero actúa en las relaciones como una especie de tabú: se reconoce como un factor importante, pero no se admite públicamente el recelo que causa el prestarlo y cómo puede erosionar la amistad.

"El problema real no es el dinero en sí, sino el poder que entrega", señala a La Tercera Dalton Conley, profesor de sociología y director del Centro de Investigación Avanzada en Ciencias Sociales en la Universidad de Nueva York (EE.UU.). De alguna manera, indica el académico, ese préstamo deja a quien da el dinero en una posición de superioridad y con derecho de controlar las acciones del que lo gasta. Así se pierde la igualdad que implica una relación de amistad.

El dinero hace explícitas las desigualdades, especialmente hoy, dice Conley, cuando más que nunca es visto como medida universal de estatus y poder. Quien tiene el dinero, o quien lo presta, asume el rol de mayor poder. Se siente incluso con el derecho de vigilar en qué gasta su dinero la otra persona. ¿El resultado? Culpa, vergüenza y arrepentimiento en el amigo.

Pero este conflicto entre amistad y dinero es algo reciente, sostiene Conley: "Fue durante el siglo XX que surgió una prohibición de mezclar los negocios y la amistad, y sobre todo frente a los préstamos de dinero entre amigos". Es decir, se trata de un concepto modernista que separa la esfera pública (mercado) de la esfera privada (amigos y familia), explica el sociólogo. Esto no se daba en épocas anteriores, en las que todos vivían en los pueblos y necesariamente tenían negocios con los amigos: ellos eran el sistema de apoyo financiero.

Y es que la diferencia monetaria es una de las desavenencias más poderosas dentro de cualquier relación, y la amistad no se salva. "Somos muy sensibles a la homofobia, el racismo y el clasismo, pero pasamos por alto el dinero. La mayoría de las personas no ha explorado sus sentimientos acerca del dinero", indicó al periódico New York Time, la sicóloga Linda Carroll. La experta agrega que muchas de esas emociones relacionadas con el dinero son negativas, desde la inseguridad de no tenerlo al egoísmo de perderlo. Es por ello que interrogantes como "¿me devolverá el dinero?", "¿y si se demora en pagar?" o "¿cómo gasta mi dinero en eso?", se hacen difíciles de manejar.

Para el sicólogo Barry Lubetkin, director del Instituto del Comportamiento y Terapia de Nueva York, antes de considerar prestar o pedir dinero a un amigo es vital considerar que ambas partes examinen sus sentimientos acerca del dinero, en especial los negativos. "No puede haber un mayor sentido de inseguridad y falta de valor asociado con una persona que la que genera el dinero", asegura.

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