Amigurumi, los peluches japoneses que seducen a los jóvenes chilenos

<P>Se duplicaron los talleres donde fanáticos aprenden a hacerlos para venderlos en Chile y el extranjero.</P>




Carmen Gloria Sanhueza (32) se despliega por la sala explicándoles a sus alumnas los pasos a seguir. Ellas miran atentas, mientras sostienen concentradas los palillos de crochet. No es un centro de madres de la tercera edad, sino jóvenes entre 20 y 30 años que van todas las semanas a la Biblioteca Viva de Los Angeles, donde Sanhueza imparte cursos de amigurumi, técnica japonesa para hacer muñecos de lana y que se han transformado en los nuevos peluches de adolescentes y jóvenes que gustan de los videojuegos, el cómic y el cine. "Hace cuatro meses que hacemos el taller y cada vez hay más interés", dice la periodista creadora del blog mundoami-gurumi.blogspot.com.

Sanhueza es parte de la comunidad chilena de amigurumi, que en Facebook ya suma casi 5.000 seguidores y varios talleres repartidos en Santiago, Viña del Mar, Concepción, Antofagasta y Los Angeles. "El interés ha crecido bastante, aumentando al doble en el último año, sobre todos en jóvenes", dice Cindy Vidal, quien imparte un taller en Providencia.

Según el diseño, los amigurumis pueden costar entre 8 mil a 20 mil pesos, se pueden hacer a pedido y también se intercambian entre fanáticos de distintos países.

Amigurumi es una palabra nipona que significa "peluche tejido". Proviene de la artesanía milenaria de ese país, desde donde fue rescatada por nuevas generaciones a fines de la década pasada, con nuevos motivos extraídos del animé, los videojuegos y el cómic, con el fin de rebelerse a la producción en serie, cuenta Mónica Ventura creadora del sitio mundoamigurumi.cl.

Ventura explica que la moda se propagó, llegando a EE.UU. y después a Chile, donde aterrizó hace tres años de la mano de corrientes juveniles fanáticas de la cultura adolescente nipona, propagándose rápidamente por distintas ciudades a través de redes sociales, foros de internet y talleres.

Los muñecos generalmente son hechos de lana o hilo, aunque los materiales muestran distinto grosor y textura, dependiendo el diseño. "Y no es nada de fácil", dice Sanhueza, que explica que "es complicado seguir el tejido, pues al ser con relieve se hace en 3D. Eso, sin contar que hay que traducir los diseños que generalmente vienen en japonés o en inglés".

Vidal cuenta que a través de Facebook se crean sistemas de intercambio (conocidas como Swap), los que se hacen entre ciudades e incluso países por correo. "Se acuerdan ítemes de intercambio, haciendo amigurumis por temática, a veces son personajes de películas, profesiones o mitológicos", explica Vidal.

Sanhueza, quien ha participado de estos intercambios, dice que "son interesantes debido al contacto cultural. He organizado algunos con personas de Israel, España, México, Brasil", explica.

Paulina Ortega (22) financia sus estudios de Medicina en la U. de Chile vendiendo amigurumis por los pasillos de la facultad. Dice que los que más piden son de animales, aunque también de dibujos animados. "Sólo en Navidad vendí casi 200 mil pesos".

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