Andrea Heller crea refugio para perros afectados por el tsunami
<P>La empresaria, presidenta de la Viña Indómita y directora de Titanium y el grupo Bethia, coordinó el traslado de 58 canes desde Talcahuano hasta su predio en Casablanca, donde residen a la espera de ser adoptados.</P>
Apenas abre la puerta del canil, una veintena de perros de distintos tamaños, colores y razas indeterminadas se arrojan sobre ella hasta hacerla perder el equilibrio. Andrea Heller Solari, la directora del holding Bethia, Inmobiliaria Titanium y Viña Indómita, se embarra de pies a cabeza mientras los saluda con abrazos y comienza a contar por qué esa jauría vive desde hace casi tres meses en el patio trasero de su propiedad en Casablanca: "Los rescatamos del tsunami en Talcahuano y los trajimos acá para recuperarlos y cuidarlos hasta que alguien los adopte", dice.
La idea nació una semana después del terremoto. "Estábamos en unas carreras (de caballos) en beneficio de los damnificados, cuando nos contaron de estos perros, que estaban abandonados, en pésimas condiciones y mi tía (Liliana Solari) me dijo: 'Ya rucia, tú encárgate de eso'. Así que estuve una semana al teléfono, llamando a todos lados y coordinando el rescate", recuerda Heller.
La cruzada
Los familiares más directos aportaron con dinero. Algunas empresas con alimentos y su hermano Carlos (presidente de Bethia y accionista del club Universidad de Chile), con un camión para trasladar a los canes. En él viajó un equipo de veterinarios con suero, antibióticos y jaulas para rescatar los animales y llevarlos a Casablanca, hasta el canil que Andrea había construido seis años antes, al equipar su casa.
"A algunos los rescataron flotando del agua y el barro, con la pura cabecita afuera, venían desnutridos, enfermos y asustados, daba pena verlos. Lo que más tenían era deshidratación, así que les dieron suero glucosado para estabilizarlos", cuenta la empresaria.
Dos semanas después del tsunami, 58 perros se instalaron en el canil, en compartimientos separados para evitar que pelearan, pues la mayoría se encontraban alterados. Luego, las hembras fueron esterilizadas y se les realizó un completo tratamiento de limpieza, desparasitado y de curación de sus heridas.
"Los recuperamos, ahora están bien gorditos. Algunas perritas venían preñadas y tuvieron a sus crías, así que se fueron sumando más perros. Cuando ya estuvieron en buenas condiciones, los llevamos a Santiago, a una jornada de adopción que se preparó en la Plaza Egaña", relata Heller.
Para el evento, que se realizó a finales de marzo, los perros llegaron bien preparados, vistiendo una capa y un gorro con la leyenda "yo soy un damnificado". La gestión tuvo mediano éxito, porque sólo un tercio de los perros encontró dueño.
Así, una numerosa camada fue devuelta a Casablanca, donde permanece hasta hoy, con un régimen de alimentación que bordea los 12 kilos de comida diaria.
Heller dice que el canil es un sueño cumplido. Que cuando era niña, vendía rifas y lechugas para comprar un terreno y guardar ahí los "quiltros" vagabundos que encontraba: "Yo feliz de tenerlos acá, me encantan. Pero claro que quiero que tengan un dueño, una familia que los quiera y los cuide. Mientras eso no ocurra, prefiero que estén acá".
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