Antofagasta toma el sabor del café
<P>Han duplicado su presencia en tres años y están en todas las áreas. Son los migrantes colombianos que, atraídos por la bonanza económica, se tomaron la capital de la II Región. </P>
María Luisa tiene 20 años. Llegó a Antofagasta hace seis meses desde Tuluá, a 80 km de Cali, en su natal Colombia. Una tía que lleva dos años en Chile le contó que en la ciudad había trabajo. Una vez instalada, junto a otros compatriotas, encontró empleo en una schopería. "Gano $ 250 mil, más propinas", dice. Asegura que su sueldo le alcanza para vivir y ahorrar dinero para enviar a su familia. "Nunca he salido a bailar, casi no conozco la ciudad", relata.
En un servicentro trabaja Paul. Caleño de nacimiento, llegó en 2012. "Ya me acostumbré. Primero trabajé en albañilería y ahora estoy acá, con contrato. Gano bien y espero que pronto se venga mi mujer". Aparte del acento y el color de la piel, ambos tienen mucho en común: educación elemental y quieren juntar dinero para regresar con capital a su país.
Según cifras del Departamento de Extranjería y Policía Internacional de la PDI de Antofagasta, en la ciudad viven 17.583 extranjeros con sus documentos al día. De ellos, 7.035 son peruanos y 2.795 bolivianos. Ambas colonias históricamente han tenido la hegemonía. Sin embargo, los colombianos ya desplazaron a los segundos y las proyecciones indican que sobrepasarán a los primeros en menos de cinco años. Hoy, 4.355 colombianos están en regla en Antofagasta; 795 más que al cierre de 2012 y casi el doble de lo registrado en 2010.
Esto se nota. En la ciudad es posible encontrar colombianos en bares, restaurantes, centros comerciales y hasta oficinas públicas. De hecho, el gobierno colombiano decidió instalar un Consulado permanente, que funciona desde octubre de 2012. La idea es atender los asuntos básicos, como la entrega de documentos de antecedentes, pasaporte e incluso, votar en las elecciones.
El cónsul general de Colombia en Antofagasta, Julio Viveros, explica que el total de migrantes colombianos en Chile superó las 27 mil personas. De ellas, 20 mil viven entre Arica y Copiapó y siete mil están en la II Región. "Esto se nota en el número de trámites que el Consulado hace diariamente. De 30 pasamos a más de 50 por día. Las proyecciones hablan de que los colom- bianos superarán este año a los peruanos y bolivianos en la ciudad", señala.
Según el subprefecto Carlos Pizarro, jefe del Departamento de Extranjería de la PDI, "el 85% de los colombianos trabaja en mano de obra o en servicios. El resto es profesional, dedicado principalmente a la salud".
El cónsul Julio Viveros coincide con ese porcentaje y agrega que "el colombiano puede trabajar hasta 18 horas al día, pues la mayoría espera regresar a su país después de acumular una buena cantidad de dinero. A ellos les conviene, porque los favorece el cambio. Ahorran mucho, viven en el centro y copiaron lo que en EE.UU. se llama la "cama caliente", es decir, comparten la habitación con otra persona mientras una está trabajando".
Respecto de la integración y recepción que han tenido entre los lugareños, los colombianos coinciden en que no se han registrado hechos dramáticos ni episodios de discriminación. Los conflictos menores son debido a la cultura más extravertida y "rumbera" de los colombianos. El nivel delictual también es mínimo. "Los extranjeros representan no más del 7% del total de delitos de la ciudad", dice Pizarro.
En relación con las quejas sobre las plazas laborales que están ocupando, el gobernador de Antofagasta, Constantino Zafirópulos, discrepa de esas críticas. "Están ocupando un espacio que el antofagastino no toma en consideración, pues están todos mirando a la minería. El colombiano acepta trabajos de aseo o de construcción que nadie está haciendo. Si se fueran a sus países, se provocaría un tremendo problema". Agrega Zafirópulos que, "viene una inversión en la región de US$ 45 mil millones al 2017. Esta mano de obra es muy bienvenida, sobre todo porque es buena gente; responsables, alegres y honrados".
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