Antonio Banderas: "Sin Mario Sepúlveda, San José habría sido una tragedia"

<P> El protagonista de Los 33, que se estrena el jueves, se refiere a su personaje y a las condiciones de rodaje.</P>




A Antonio Banderas su personaje lo supera. Le parece excesivo, infinito, de múltiples caras y propenso a sorprender más veces de lo necesario. Al mismo tiempo lo quiere, lo lleva en el recuerdo y a estas alturas es parte de su dieta obligada para enfrentar con optimismo la vida. Tiene claro que interpretar a Mario Sepúlveda en el cine podía fácilmente ser el exceso del exceso y reconoce que debió limarlo, frenarlo y domarlo a la hora de trabajar en la película Los 33. "Al hacer de Mario tuve que moderarme un poco. No podía quitar protagonismo al resto: no olvidemos que el filme se llama Los 33. No es Mario Sepúlveda, la película", cuenta en la presentación de la película en Los Angeles, a la que asistió La Tercera invitada por la producción.

Acostumbrado a participar en películas de todas las procedencias y estirpes ("puedo decir con orgullo que he hecho cine en España, México, Hollywood y Chile"), Antonio Banderas pasó tres meses repartidos entre Colombia y Chile para interpretar a Sepúlveda, el inquieto minero que robó cámaras, cariños y algunos resentimientos durante los dos meses que los 33 trabajadores permanecieron atrapados en la mina San José. En un rodaje bastante exigente ("fue más duro de lo normal") compartió cartel entre otros con los actores Mario Casas, que interpreta al minero Alex Vega; Lou Diamond Phillips, que es el capataz Don José; Juliette Binoche, como la pobladora María Segovia, y Rodrigo Santoro, en el rol del ex ministro Laurence Golborne. La película Los 33, un proyecto que tomó casi cuatro años, se estrena finalmente este jueves 6 de agosto.

Dirigida por la mexicana Patricia Riggen, la cinta se desarrolla a dos niveles físicos y mentales: el subterráneo, que cuenta la vida de los atrapados, y el de la superficie, con el diario acontecer de familiares y también de las autoridades a cargo.

¿Cuánto conocía de la historia de los mineros antes de hacer la película?

Más o menos lo que todo el mundo. Seguía en la medida de lo posible la odisea por la televisión, pero si soy sincero debo decir que no tenía mucha fe en el rescate. Es sólo a partir del momento del famoso papelito de "Estamos bien en el refugio los 33" que uno empieza a creer que esto es otra cosa.

¿Qué le pareció la elección de Patricia Riggen para dirigir la cinta?

Me saco el sombrero frente al trabajo que hizo ella. Es decir, meterse a filmar en una mina, como fue lo que hicimos durante el rodaje en Colombia, junto a 33 bestias, llenas de testosterona, es un proeza. Además debió sintetizar 69 días en una hora y media de película. Eso es difícil para cualquier director.

Según el resto del elenco, Ud. se transformó en una especie de Super Mario para ellos, una especie de líder en el rodaje...

La verdad es que no fue un rodaje fácil. Hubo momentos complicados y en ese sentido uno trata de ser lo más empático posible con el resto de los compañeros. Y lo que pasó es que me terminé convirtiendo en Mario Sepúlveda casi por osmosis. Lo tenía al lado durante toda la película, habitaba en mi cabeza y probablemente terminé haciendo cosas que eran más de él que mías. Me mimeticé. Me parece que Mario es un personaje complejo y contradictorio, con todas las miserias y grandezas que puede tener cualquier ser humano. En un momento fue un héroe, luego se desvinculó un poco del grupo y finalmente tuvo la grandeza de pedir perdón y ser readmitido

¿Fue vital para la sobrevivencia de todos?

Sí, probablemente más de alguien habría fallecido. Mario Sepúlveda es capaz de ordenar la casa, racionar las escasas provisiones y dar una gran señal de determinación y jerarquía. Pone las cosas en su lugar, cuando de repente alguien estaba intentando aprovecharse y consumir el poco alimento. Gracias a Mario, lo poco que había duró más.

Mario Sepúlveda se define como un hombre hiperkinético y bipolar, ¿tiene algo de él?

La verdad es que algo tengo, pero Mario es insuperable. Hay muchos Marios Sepúlvedas. Fíjate que cuando realizamos la escena en que salgo de la mina, con el primero que me encuentro ahí es con Mario gritándome casi en el oído "Chi Chi Chi, Le Le Le". Y eso que lo que él hacía en el rodaje eran labores de ayuda con los extras y esas cosas. Tiene una cantidad de recursos increíbles, propios de un sobreviviente. No me cabe duda de que sin él, habrían muerto personas en San José. Habría sido una tragedia.

¿Ha sido difícil evitar el encasillamiento en los clásicos personajes latinos en Hollywood?

Lo he evitado. Para mí el mejor ejemplo es el señor Anthony Quinn, un actor que fue capaz de hacer del Papa, Paul Gauguin, artista callejero italiano y griego gozador de la vida. Tuve la oportunidad de conocerlo y fue un honor. Pues bien, he hecho de todo y en todas partes. Cuando hice mi primera cinta acá en Estados Unidos, que fue Los reyes del mambo (1992), muchos me dijeron que mi destino era hacer de malo. Pues bien, siete años después yo estaba interpretando al héroe en La máscara del Zorro y el malo de aquella película era el capitán Harrison Love, interpretado por un actor estadounidense rubio y de ojos azules. Y para qué hablar del gatito de El gato con botas (2011), un personaje que tiene más importancia de lo que la gente cree. Imagínate que es el héroe de la película, tiene acento hispano y el villano tiene la voz de Billy Bob Thornton. Yo creo que algo ha cambiado en Hollywood, ¿no? Algunos pueden pensar que es sólo un filme de dibujos animados, pero yo creo que va mucho más allá: esos dibujitos le llegan a todos los niños, hispanos o anglosajones.

¿Qué opinión le merece que uno de los financistas de la película, Carlos Eugenio Lavín, esté procesado en Chile por fraude al fisco?

La verdad es que hasta hace sólo muy poco me enteré de aquello. Pienso que como en toda democracia, algo por lo que tanto se ha luchado en tantas partes del mundo, toda persona tiene derecho a presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario. b

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